Más allá del debate que desató entre los analistas económicos, la discusión acerca de la eventual implementación de un plan dolarizador en la economía argentina abre interrogantes en distintas dimensiones. Mientras los analistas se preguntan cómo se resolverán las cuestiones macro esenciales, tales como la conversión a dólares de los depósitos bancarios, el nivel de reservas requerido en el Banco Central o el tipo de cambio al cual los pesos se convertirán a dólares, al mismo tiempo aparecen dudas acerca de cómo impactaría un programa de estas características en la economía cotidiana de los individuos y las familias.
La dolarización, más allá de ser o no una idea viable, está presente en la conversación política de la actualidad y lo estará mucho más a medida que se acerquen las elecciones. La consultora Zuban Córdoba & Asociados incluyó la cuestión en una encuesta de 1.300 casos que abordó la opinión de las propuestas de los candidatos. Las respuestas negativas a la dolarización se impusieron a la de aquellos que eligen a la moneda norteamericana para la economía del país. Un 61,7% no quiere que el plan dolarizador se concrete, mientras que el 29,2% sí lo desea. Como era de esperar, la mayoría de las respuestas proclives al plan (67%) correspondió a votantes de Javier Milei, mientas que aquellos seguidores del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio se inclinó por la negativa.
En una encuesta pre-electoral, las respuestas negativas a la dolarización se impusieron a la de aquellos que eligen a la moneda norteamericana para la economía del país. Un 61,7% no quiere que el plan dolarizador se concrete, mientras que el 29,2% sí lo desea
La principal ventaja que, según los economistas, traería la dolarización es una reducción de la inflación en el mediano plazo. En Ecuador, país que dolarizó su economía en 2000, la inflación se redujo desde el 90% de ese año a un 40% un año después. En 2003, la inflación cayó al 6,1% y a partir de allí se mantuvo. El gobierno de Rafael Correa intentó “desdolarizar” la economía con un régimen fiscal expansivo, pero tuvo que rever sus intenciones por el apoyo popular a la dolarización. Panamá adoptó el dólar desde 1904 y su tasa de inflación se ubicó entre el -1,6% y el 16,3% en los 61 últimos años. Incluso después de la pandemia, en medio de una suba mundial de la inflación, registró un 2,6% en 2021 y del 2,1% en 2022.
Al tiempo que se reduce la inflación, también se producen otros efectos negativos. El economista Iván Carrino, quien se declara a favor de dolarizar, pero a la vez advierte: “Si se dolariza la economía argentina, en un año se termina la inflación. Dicho esto, también me parece que puede tener sus costos asociados. En economía decimos que lo que no ajusta por precio, termina ajustando por cantidades. Entonces, frente a una crisis fiscal y de deuda, hoy lo que sucede es que salta la inflación y se licúan los salarios, pero no aumenta tanto el desempleo. Si existiera una moneda dura, en cambio, no va a haber inflación, pero probablemente sí un aumento mayor del desempleo, como ocurrió en los países del euro después de la crisis subprime, o bien acá en la Argentina a finales de los ‘90″.
Al analizar los países que dolarizaron su economía, el economista Eduardo Levy Yeyati sostuvo que “la dolarización oficial, muchas veces propuesta como solución para países con intentos frustrados de desdolarización –o economías frustradas con la dolarización de facto– tiene escasos beneficios, salvo los de frenar en seco una corrida cambiaria, y fuertes contraindicaciones reales, como lo muestra el caso de El Salvador”.
Al respecto, los economistas Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky, dos de los más firmes impulsores de la propuesta a través de su libro Dolarización: Una solución para la Argentina, indicaron que en América latina los países que dolarizaron “acompañaron la reforma monetaria con otras reformas estructurales, cuyo objetivo era reforzar la solidez del sistema bancario, imponer la disciplina fiscal y promover la integración comercial y financiera con el resto del mundo”.
Ocampo y Cachanosky promueven la adopción del dólar como moneda de curso legal, con la cual se pagarían los impuestos, a la vez que proponen que los particulares tengan al libertas para realizar contratos en cualquier moneda, física o digital. Para ello, “la dolarización requiere convertir toda la oferta monetaria de pesos a dólares”, no solo el dinero circulante, sino también los depósitos en los bancos. Varias de estas reformas requerirían cambios en el Código Civil y en otras leyes, para lo cual harían falta fuertes apoyos parlamentarios.
“Si se dolariza, en un año se termina la inflación. Pero puede tener sus costos asociados. En economía, lo que no ajusta por precio, ajusta por cantidades” (Carrino)
Esto significaría “canjear todos los pesos en circulación por las reservas netas en el Banco Central a un tipo de cambio fijado, de conversión, y el segundo re denominar la moneda de todos los depósitos bancarios”. Este tipo de cambio resultaría de la división entre la base monetaria y las reservas de libre disponibilidad. Cuántos dólares recibirán los depositantes minoristas que hoy tienen dinero en el banco es otro de los interrogantes sin saldar. Esa última cuenta, según un informe del centro de estudios Fundar, arroja un tipo de cambio superior a los 2.000 pesos.
Un análisis de la consultora 1816, si Milei concretara su idea el tipo de cambio en cuestión llegaría a $800, considerando como base las paridades actuales de los bonos del Tesoro, para no tener la necesidad de conseguir financiamiento externo. Este reporte indicó que la dolarización solo sería factible “solo con el mercado internacional confiando mucho en el plan del nuevo Gobierno, con un shock inflacionario que permita licuar los stocks de pesos y/o con una reestructuración de las Leliq“ para reducir los pasivos del BCRA.
“Si asumimos que no habrá préstamos extraordinarios, entonces no es posible una dolarización ‘ordenada’. Existe la chance concreta de que Argentina dolarice, pero será con una licuación masiva previa y/o con un default de pesos. ¿Contraargumento? Tampoco existen otras salidas ‘ordenadas’ y rápidas para el problema de los stocks en moneda local. La alternativa es ser gradual, con desenlace incierto”, afirmó 1816.
“¿Qué prefiere la gente? ¿Ganar en pesos o en dólares? Ganar en una moneda que pierde 1,5 por ciento de su valor por año y no 60 por ciento” (Della Paolera)
Otros expertos aseguran que hoy los argentinos no tienen moneda, por lo que la adopción de una moneda como el dólar resulta superadora. “No hay ninguna economía que pueda progresar sin moneda y sin mercado de capitales. ¿Qué prefiere la gente? ¿Ganar en pesos o en dólares? Ganar en una moneda que pierde 1,5 por ciento de su valor por año y no 60 por ciento. No creo que los trabajadores estén en contra de ganar en una moneda en la que no te roben como te roba sistemáticamente la clase política. Además, hay circulante en cajas de seguridad y el colchón. El 90 por ciento de eso está en dólares. Es un tema casi sociológico”, indicó Gerardo Della Paolera, economista y ex rector de la UTDT.
Al igual que otros economistas, Della Paolera pone el deterioro del peso y el sistema monetario actual como argumentos en favor del plan. “Las condiciones iniciales que tiene que tener en cuenta el ministro que llegue al gobierno son: uno, el país no tiene moneda. Dos: el país no tiene mercado doméstico de capitales. Tres: no existe la inversión. Cuatro: la presión impositiva es desopilante. Quinto: la pobreza es galopante. Esa es la cancha marcada”, señaló. No obstante, remarcó los riesgos de que la implementación del plan por parte de ese futuro ministro de Economía no salga bien: “Si se equivoca, el hilo es sumamente delgado para que no explote”.
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