“Es la inflación, estúpido”. Ese podría ser el punto de partida para detectar el origen de la condición bimonetaria de la economía argentina. No hay que pensar en factores culturales ni en simpatías por las potencias económicas que vuelvan seductor al dólar. Más bien, las causas obedecen a la inflación alta y recurrente que el país, bajo diferentes gobiernos y esquemas monetarios, ha gestado en las últimas décadas. Un informe de Fundar, un centro de estudios y diseño de políticas públicas, sobre la “Argentina bimonetaria” aborda la cuestión con el debate sobre la dolarización sobre la mesa en la campaña electoral.
“La economía argentina es bimonetaria y los orígenes de este fenómeno se sitúan en la elevada inflación y en los eventos disruptivos como devaluaciones, defaults de la deuda pública y congelamiento de depósitos. Las alternativas para enfrentar al bimonetarismo son dolarizar o recuperar la moneda nacional”, plantea el informe, titulado “Cómo salvar al peso y no morir en el intento”.
Según afirma Fundar, “inflación y bimonetarismo son fenómenos que se retroalimentan: la inflación impulsa el bimonetarismo, a la vez que el bimonetarismo genera presiones adicionales sobre los precios y dificulta el éxito de las políticas antiinflacionarias”.
El informe contradice el tristemente célebre presagio del ex ministro de Economía Lorenzo Sigaut de comienzos de los ‘80, aquello de que “el que apueste al dólar pierde”. Tal como muestra el gráfico que acompaña su informe, en los últimos 50 años perdieron aquellos que apostaron al peso. El punto de origen de esa desconfianza a la moneda nacional no es otro que la constante pérdida del valor de la moneda.
Por eso, “el bimonetarismo no es un fenómeno idiosincrático” ni exclusivamente argentino, sino que tiene causas económicas. La inflación, que dificulta los contratos en pesos y trae, por ejemplo, la compraventa de inmuebles en dólares, y la larga historia de “eventos disruptivos” que invitan a ahorrar en moneda extranjera, son las causas de que existan USD 260.000 millones de los argentinos que están fuera del sistema financiero.
Bajo ese diagnóstico, los economistas de Fundar Guido Zack, Emiliano Libman y Juan Martín Ianni, autores del informe, explican que para salir de la economía bimonetaria “hacen falta incentivos” para ahorrar en pesos, que la moneda nacional recupere su función de reserva de valor y empezar a desandar ese camino de décadas.
“Más que una moneda fuerte, es preferible una moneda estable, con un tasa de interés que sea positiva frente a la inflación y frente al rendimiento de activos similares en moneda extranjera. Los países que salieron de la economía bimonetaria fueron exitosos en lograr el ahorro en la moneda propia”, explicó Zack en declaraciones a FM Milenium.
“La economía argentina es bimonetaria y los orígenes de este fenómeno se sitúan en la elevada inflación y en los eventos disruptivos como devaluaciones, defaults de la deuda pública y congelamiento de depósitos”, señala el estudio de Fundar
Como políticas públicas concretas, Fundar plantea establecer regulaciones prudenciales en favor del atesoramiento de pesos, que el sector público ofrezca instrumentos en pesos para que los bancos presten al sector privado, fomentar la desindexación de contratos y “mantener prudencia” frente a la circulación del dólar, con políticas de supervisión que eviten el ahorro en moneda extranjera por fuera del sistema.
A la vez, descarta otros caminos que la tumultuosa historia financiera argentina ya conoció. El informe rechaza la pesificación compulsiva de los depósitos en dólares, porque reafirma los incentivos a ahorrar en moneda extranjera; la destrucción de las estadísticas públicas y el incumplimiento de los compromisos de la deuda en pesos. También recomienda restringir el acceso al mercado de cambios “solo en casos extremos, dado que generan grandes distorsiones e incentivos contraproducentes”.
¿Dolarizar? ¿A cuánto?
Fundar presenta un listado de países que decidieron adoptar el dólar como moneda oficial, con gran cantidad de pequeños estados insulares: Samoa, Islas Vírgenes, Ecuador, El Salvador, Guam, Timor Oriental, Islas Marshall, Micronesia, Palaos, Islas Marianas del Norte, Puerto Rico, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes Americanas, Territorio Británico del Océano Índico, Bonaire, San Eustaquio y Saba. A esa lista podría sumarse la Argentina si prospera el plan dolarizador del candidato libertario Javier Milei, que por estos días aparece en todos los debates.
El estudio destaca que la dolarización “implica sacrificar instrumentos fundamentales de política económica y un severo ajuste”. Los dos problemas fundamentales a resolver son “canjear todos los pesos de la economía por dólares y alinear los flujos de ingresos y egresos del sector público”. Para el primer paso, “hace falta definir el tipo de cambio al que se haría la dolarización.
Los impulsores de la dolarización, a la hora del debate, omiten explicar cuál es ese número. “Un cálculo sencillo, la división de la base monetaria por las reservas de libre disponibilidad, dejaría un tipo de cambio muy elevado, de $2.280, que no está acorde a la economía argentina. Explicó esto solamente como un ejercicio de irrealidad, para mostrar la inviabilidad de la idea. Es un plan que aún cuando fuese posible, no es deseable”, señaló Zack.
Pero ese cálculo del estudio de Fundar también incluye los 12 billones de pesos en pasivos remunerados del Banco Central, ya que allí está la contrapartida de los depósitos de los argentinos. Si se suman las Leliq “el tipo de cambio de conversión ascendería a aproximadamente 7070 pesos por dólar”.
La dolarización puede contribuir a reducir la inflación pero no quita del mapa todos los obstáculos. “Ecuador dolarizó hace más de 20 años y no solucionó ninguno de los problemas de su economía, continuó teniendo déficit fiscal, y endeudamiento”, explicó Zack. Como la economía ecuatoriana está dolarizada, no puede emitir para monetizar el déficit, tal como hace la Argentina. El rojo fiscal se cubre con endeudamiento en dólares con el que no pudo evitar la crisis. En 2020, a la par de la Argentina, Ecuador también tuvo que reestructurar su deuda con acreedores privados para salir del default.
Además, destaca Fundar, el plan dolarizador plantea que su solo anuncio traerá una “lluvia de inversiones” que evitará el déficit, otra quimera que la Argentina también conoce. Tanto en el caso ecuatoriano como en El Salvador o Panamá, “la dolarización ha exacerbado o al menos no ha contribuido a reducir la volatilidad económica. No elimina la posibilidad de incurrir en situaciones de déficit fiscal y endeudamiento insostenibles, por lo que tampoco implica una mejora en las condiciones de financiamiento del sector público y privado”.
Por último, el informe señala que dolarizar también exige hacer algunos deberes: “Para una dolarización exitosa son necesarias algunas condiciones adicionales. Hace falta reducir el déficit fiscal y comercial a niveles financiables, acumular reservas internacionales, alinear precios relativos (tipo de cambio y tarifas) y hacer política de ingresos para frenar la inercia, ya que de mantenerse puede provocar una inflación residual en dólares que mine la competitividad”.
Ya que esas condiciones no son diferentes a las requeridas para un programa de estabilización con moneda propia, Fundar se pregunta: “¿por qué estabilizar renunciando a la moneda nacional cuando podría hacerse fortaleciéndola?”
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