Las noticias cada vez más frecuentes y alarmantes sobre el cambio climático y sus efectos impulsan el reemplazo de fuentes fósiles de energía (petróleo, carbón, gas; este último visto como combustible de transición) por “minerales críticos” para la electrificación y, en particular, para la electromovilidad, mediante baterías, principalmente –por ahora- de ion de litio.
Esa “transición energética” se da en un contexto de competencia estratégica entre China y EEUU e incluso entre países de Occidente, como evidenció este jueves el gobierno canadiense al ofrecer a la automotriz alemana VW subsidios por USD 9.700 millones para que instale su planta de baterías en Canadá y no en EEUU, que a su vez cuenta con la “ley de reducción de la inflación” (IRA, por su sigla en inglés), un paquete de USD 370.000 millones en subsidios de distinto tipo, incluido uno de hasta USD 7.500 por vehículo eléctrico a base de baterías hechas con minerales críticos producidos en EEUU o en países con los que EEUU tiene Acuerdos de Libre Comercio.
– ¿Qué puede aportar la Argentina a la transición energética?, le preguntó Infobae a la secretaría de Minería, Fernanda Ávila.
– Argentina está en un proceso de pleno desarrollo del sector minero metalífero y de litio. Somos uno de los principales productores mundiales de litio y tenemos importantes reservas de cobre, oro, plata y hierro. El litio experimenta una creciente demanda para fabricación de baterías y almacenamiento de energía a gran escala. Eso nos posiciona como un actor clave en la transición hacia energías limpias. Hoy el país cuenta con 19 proyectos operativos de los cuales 12 producen oro, 2 litio y el resto plata, carbón y zinc. Esto permitió que en 2022 las exportaciones mineras argentinas alcanzaran USD 3.857 millones. Las dos plantas de litio en operación (una en el Salar de Olaroz, de la empresa Sales de Jujuy, en Jujuy, y otra en el Salar del Hombre Muerto, de la empresa Livent, en Catamarca) nos posicionan como el cuarto productor mundial luego de Australia, Chile y China; el tercero en reservas (recursos con viabilidad económica de explotación), detrás de Chile y Australia) y el segundo en recursos (concentración de material de interés económico), detrás de Bolivia. El potencial productivo y la demanda creciente generaron un alza de las ventas al exterior. En 2022, las exportaciones de litio fueron de USD 696 millones, un 234% más que en 2022 y 18% de las exportaciones mineras totales.
– Eso se debió mucho al aumento de los precios del litio.
– Sí, se dio principalmente por el crecimiento exponencial de los precios, pero las cantidades también aumentaron, un 6%, pues los proyectos operativos están a su vez ampliándose. A mediano plazo se espera que otros 6 proyectos de litio, hoy en construcción, entren en producción en Jujuy, Salta y Catamarca: Cauchari-Olaroz, de la empresa Exar, que comenzaría este año; Mariana, de la firma, Ganfeng Lithium; Centenario-Ratones de la empresa francesa Eramet, a la que hace unos días el Ministro Sergio Massa concedió un certificado de acceso a los beneficios del Decreto 234; Sal de Oro de la surcoreana POSCO; Sal de Vida de la australiana Allkem Lda; y Tres Quebradas de la empresa china, Zijin Mining Group. Junto a los proyectos ya en operación y expansión, permitirán aumentar la capacidad productiva a más de 200.000 toneladas, sextuplicando nuestra producción actual. También tenemos un proyecto de cobre con permiso de construcción, Josemaría, en el departamento de Iglesia, San Juan, y otros 4 proyectos cupríferos: El Pachón, MARA, Los Azules y Taca Taca, en etapas avanzadas, en Catamarca, Salta y San Juan.
– ¿Donde estará la minería argentina de acá a cinco, diez años?
– En los próximos 5 a 10 años se espera que la Argentina siga consolidando su posición como uno de los principales productores mundiales de litio y otros minerales, resultado de lo que estamos haciendo día a día con el ministro Massa: políticas públicas robustas y trabajo en conjunto con todos los sectores. Según proyecciones de la Agencia Internacional de Energía, para 2040 la demanda global de minerales y de metales para tecnologías de energía limpia se duplicaría. Argentina podría convertirse en un actor clave para reducir la brecha entre producción actual y la demanda futura de minerales críticos en la transición energética, como cobre y litio.
– Aparte de litio y cobre, ¿hay algún otro “mineral crítico” en el que el país tenga posibilidades reales de producción?
– En cuanto a cobalto, níquel, grafito y tierras raras hay recursos identificados en varias provincias que se están evaluando. Para afirmar con certeza el nivel de reservas se necesita profundizar la exploración. Se estima que más del 80% de nuestro territorio se encuentra aún inexplorado. Trabajar para seguir identificando y desarrollando nuestro potencial es un gran desafío. El desarrollo minero tiene una doble importancia. Genera las divisas que la Argentina necesita, tanto por las inversiones extranjeras directas de los proyectos en exploración y construcción como por las exportaciones de los proyectos en producción, lo que nos va a ayudar a fortalecer reservas y tener una macroeconomía más estable y diversificada. Este desarrollo es intensivo en demanda de empleo, con salarios por encima de la media nacional. Y son puestos de trabajo localizados mayormente en regiones alejadas de los grandes centros urbanos y productivos, lo cual fomenta un desarrollo más federal en un país que históricamente ha tenido una elevada concentración de actividad en torno a la zona centro. Hoy en el país hay más de 37.000 personas que trabajan en forma directa en la minería, y alrededor de 80.000 si contamos también a los proveedores mineros. Es la mayor marca histórica de esta actividad en nuestro país.
Proyecciones
Varias de las proyecciones mencionadas por Ávila están contenidas en “Argentina 2030, Misión 8″, un documento de 323 páginas elaborado por Economía e investigadores de la fundación Fundar, que exhibe el siguiente mapa de proyectos actualmente en operación.
Según el trabajo, hacia 2030 la Argentina podría producir 793.000 toneladas de cobre (hoy no produce nada) y unas 275.000 toneladas de carbonato de litio.
“Para dimensionar el impacto de poner en marcha 4 de los proyectos más avanzados de cobre hacia 2030, la inversión agregada alcanzaría los USD 15.202 millones y la producción las 793.000 toneladas, lo que podría posicionar al país entre los 10 primeros productores globales. Dicha producción, valorizada a un promedio de USD 9.000 la tonelada representaría exportaciones adicionales para el país de USD 7.137 millones al año (sin incluir subproductos de las operaciones, como oro, plata y molibdeno)”, dice el documento.
En cuanto al litio, agrega, “de completarse en los próximos años los planes de construcción en marcha, las ampliaciones de las operaciones y avanzando en proyectos en factibilidad, la inversión total puede superar los 4.300 millones de dólares. Ello da una capacidad potencial superior a las 275.000 toneladas de carbonato de litio al año que podrían ubicar al país entre los tres primeros productores globales al estimar el ingreso de nueva oferta de Australia y Chile”, aunque este último país, según algunos, acaba de pegarse un tiro a los pies con el anuncio, por parte del presidente Gabriel Boric, de que el Estado, a través de una Empresa Nacional del Litio, controlará la producción
Hacia el 2030 y más allá
Hacia 2030, el litio presenta el mayor potencial exportador de la minería argentina, aunque a más largo plazo la maduración de los proyectos de cobre y la demanda más amplia de ese mineral lo pondría al tope. “De acuerdo al escenario elaborado por el equipo del Plan Argentina Productiva 2030 y la Secretaría de Minería en el marco de la Misión 1 (sobre desarrollo exportador), las exportaciones podrían casi sextuplicarse alcanzando los USD 19.174 millones en un escenario probable donde al menos 4 proyectos de cobre logren construirse”, dice el documento oficial.
Más allá la mayor atención que de momento genera el litio, el informe resalta gráficamente la mayor demanda de cobre tanto para la producción de autos eléctricos, la generación eólica onshore y offshore y la generación solar, en la que su volumen solo es superado por el de silicio. Aparte, el cobre está también entre los minerales más demandados para generación nuclear (a la par del níquel y detrás del cromo) y en base a combustibles fósiles.
De hecho, el cobre podría ser uno de los cuellos de botella de la transición energética mundial. En una presentación reciente ante la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM), el geólogo británico Richard Herrington, profesor de la Royal School fof Mines y de la Camborne School of Mines de la Universidad de Exeter e investigador del Museo de Historia Natural de Londres exhibió la proyección de una creciente brecha entre producción y demanda mundial del metal, que ya hacia 2030 podría llegar a los 30 millones de toneladas y solo podría acotarse con el descubrimiento de nuevos recursos, un mayor reciclaje y una desaceleración de la demanda, algo que hoy no está a la vista.
Herrington mostró también que los “minerales críticos” de la transición energética están más geográficamente concentrados que el petróleo y el gas, los hidrocarburos clave de la era fósil. Así, por caso, Chile y Perú aportan el 40% de la producción mundial de cobre, y con China el Top 3 roza el 50%; Indonesia, Filipinas y Rusia se acercan al 60% de la producción mundial de níquel, el Congo y Sudáfrica explican, respectivamente, unos dos tercios de la producción de Cobalto y Platino, Australia más de la mitad de la producción actual de litio y China más de 60% de la producción de grafito y tierras raras (en este último caso, otras fuentes estiran la proporción hasta el 90%).
La concentración y escasez relativa en la provisión de esos minerales es la cancha donde se juega la rivalidad geoestratégica entre EEUU y China y enmarca, por caso, la reciente visita a la Argentina de la subsecretaria de Estado norteamericana, Wendy Sherman, y la jefa del Comando Sur del Pentágono, la generala Laura Richardson, que estuvo en el país dos veces en menos de un año.
Sherman se reunió con el canciller Santiago Cafiero y también con las secretarias de Energía, Flavia Royón, y la de Minería, Ávila, quien tras el encuentro destacó que la Argentina es el principal proveedor de litio de EEUU.
La provisión de litio (como carbonato o hidróxido) es una carta para acceder a los beneficios de la ley IRA. Esto es, recibir trato de “aliado comercial” de EEUU y no quedar en desventaja respecto de Australia y Chile. El gobierno argentino busca no definirse en términos de la rivalidad entre EEUU y China y remarca que en el país al litio lo producen empresas privadas, que responden a situaciones de mercado, no a alineamientos geopolíticos.
Economía y estrategia
De todos modos, hace un mes el subsecretario de Energía de EEUU, Peter Turk, visitó la Argentina y se entrevistó con su par, Flavia Royón, con quien coincidió en “la importancia estratégica del desarrollo de la cadena de valor del litio en la Argentina” y en explorar “modalidades para que la Argentina y EEUU colaboren en cadenas de suministro de minerales críticos, sostenibles y responsables”.
Luego de una serie de gestiones de Massa en EEUU, Turk es el contacto a través del cual la Argentina busca acceder a los beneficios del IRA, a la par que empresas norteamericanas como Livent y Albemarle (principal productor mundial de litio) y también la australiana Allkem, que preside el argentino Martín Pérez de Solay, hacen su propio lobby en Washington para que el litio argentino no quede en desventaja en el mercado norteamericano.
Antes de su actual posición en el Departamento de Energía, Turk -nacido en Ecuador- trabajó en la administración de Barack Obama, en el área de “Seguridad Nacional”, y durante la gestión de Donald Trump fue subdirector ejecutivo por EEUU de la Agencia Internacional de Energía, el organismo creado en los 70s, a instancias de Henry Kissinger, para responder a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Hoy, el conflicto estratégico es en torno de los “minerales críticos” y la transición energética.
La incursión china en los temas energéticos en América Latina no se limita a los minerales críticos. Margaret Myers, experta en la región del Diálogo Interamericano, un think tank de Washington, señaló que en la última década las compañías eléctricas chinas -financiadas por el Banco de Desarrollo y el ExImbank chinos- invirtieron unos USD 10.000 millones en negocios de generación y distribución eléctrica en América Latina y apuntó al más reciente caso: el interés de China Power Grid, desde 2022 parte de la gigante estatal State Grid, por quedarse con los activos de la italiana Enel en Perú, en una operación cercana a los USD 3.000 millones.
En cuanto a los otros “minerales críticos” de la transición, en su participación en la última reunión de la Prospectors & Developers Association of Canada (PDAC), principal tenida anual de la minería global, el gobierno argentino presentó una cartera de 119 proyectos mineros, incluyendo potenciales recursos de “tierras raras”, grafito, manganeso, níquel, cromio y y zinc, en rangos bajos y estimativos, porque –como precisó Ávila- más del 80% de territorio con potencial minero está inexplorado.
No tan raras, pero difíciles de extraer
Los “elementos de tierras raras” son el grupo de minerales críticos en los que China tiene un peso casi monopólico. No son, pese a su nombre, tan raros o escasos, pero eran casilleros vacíos en la inicial “Tabla Periódica de los Elementos” del químico ruso Dmitri Mendeleiev, que apostaba a su existencia en un cierto rango de valencias y pesos atómicos. Y se fueron descubriendo. Se trata del escandio, el itrio y 15 “lantánidos”, de los cuales 4 (neodimio, praseodimio, disprosio y terbio) son los más requeridos en la actual transición. Estos elementos (de uso en baterías, imanes, catalizadores, pantallas, lámparas de alta eficiencia, generación fotovoltaica, etc), se presentan usualmente en forma de óxidos o silicatos, similares a la tierra, pero son muy difíciles de extraer y purificar, lo que requiere el uso de métodos muy agresivos con el ambiente.
En su libro “Atlas de la Inteligencia Artificial”, Kate Crawford, investigadora de Microsoft, cuenta que el dominio del mercado de China sobre estos elementos “le debe mucho menos a la geología que a la disposición de asumir el daño ambiental de la extracción. A pesar de que los minerales de tierras raras como el neodimio y el cerio son relativamente comunes, para hacerlos utilizables es necesario pasar por el peligroso proceso de disolverlos en grandes volúmenes de ácido sulfúrico y nítrico. Esos baños ácidos producen reservas de desechos venenosos que llenan el lago muerto de Baotou” (en Mongolia, el principal yacimiento mundial de tierras raras).
Según el prospecto argentino en la PDAC, en el país habría “tierras raras” en Salta, Jujuy, San Luis, Santiago del Estero, San Juan, Córdoba y Buenos Aires, en lugares como Distrito Rangel, Isis-Osiris, Ra, Rodeo de los Molles, Jasimampa y Valle Fértil.
Escenario móvil
Más allá de minerales de difícil evaluación, a corto y mediano plazo la principal apuesta sigue siendo al litio, y un poco más allá, al cobre. La ventana de oportunidad del primero duraría unos 20 años. Luego pesarían mucho el reciclaje y el progreso tecnológico, que ya muestra opciones, como las baterías de ion de sodio, en las que trabajan el fabricante de vehículos eléctricos chinos JAC y las también chinas CATL, mayor fabricante mundial de baterías, e HiNa Battery, y la británica Faradion.
El sodio es más abundante y más seguro (no es inflamable) que el litio, aunque ofrece menor densidad energética. Ergo, menos kilómetros por carga. O baterías más pesadas. “Hoy por hoy, las baterías de ion de sodio son más caras que las de ion de litio, por los bajos volúmenes y el subdesarrollo de las cadenas de suministro, pero hay potencial de ahorrar material y aumentar la densidad energética”, señaló un cable de BNEF, el brazo de investigación de Bloomberg. El ingeniero Eduardo Gigante, director nacional de Desarrollo Territorial en Litio y Baterías en la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la Nación, a cargo de Mercedes Marcó del Pont, cree que las baterías de sodio serían un complemento más que un reemplazo de la química de cátodos de litio.
Pero el sodio no es la única alternativa posible. El geólogo y comunicador minero Martín Carotti notó en una reciente visita a Nueva Zelanda que las baterías de grafeno ya tienen uso comercial, “Me parece que los que no pongan en producción YA sus recursos de litio, se lo van a tener que comer… y agradezcan a los políticos que siguen dando vueltas con su ambición de prenderse en el negocio o hacer demagogia nacionalista”, escribió en su cuenta en LinkedIn.
El gobierno argentino impulsa un proyecto de fabricación de baterías de ion de litio que, según las empresas del sector, no tiene posibilidades reales de prosperar, por cuestiones de escala, variedad y volumen de otros minerales a importar y velocidad de aprendizaje tecnológico. Actualmente, se conocen 6 tipos de baterías de ion de litio: la mayoría de ellas con ánodos de grafito, pero hay mucha mayor variedad en la composición química de los cátodos, en busca de la mejor relación posible entre potencia, densidad, costo, seguridad, vida útil y desempeño. Recientemente, Roberto Salvarezza, presidente de Y-Tec, cabeza del proyecto oficial para producir baterías, viajó a China, donde firmó un convenio de cooperación con Zijin Mining, la empresa del proyecto Tres Quebradas de producción de carbonato de litio en Catamarca, que consideró el “primer paso para acercarnos y estudiar las posibilidades que hay en materia de cooperación entre YPF Litio y Zijin Mining”.
Geopolítica global
En definitiva, los minerales y la tecnología de la transición energética son una parte sustancial de la competencia estratégica entre EEUU y China, que involucra además aspectos monetarios, comerciales y geopolíticos sobre la que han reflexionado autores como Fred Bergsten, del Petersen Institute for International Economics, con sede en Washington, Chris Miller, autor de Chip War, libro del año 2022 de Financial Times, por su relato de la guerra por la supremacía en la industria de semiconductores, y localmente “Choque de Gigantes” (EEUU vs China y la Reglobalización), del economista y periodista Julio Sevares, profesor en la UBA y la Universidad de La Plata y miembro del grupo de Trabajo sobre China del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI).
Sevares cuenta allí cómo, apenas asumido el actual gobierno de Joseph Biden, la representante comercial de EEUU, Katherine Tai, difundió un documento explicando que Washington mantendría básicamente la política hacia China iniciada por Donald Trump, cumpliendo la Foreign Investment Risk Review Modernization Act de 2018, que ayuda al Comité de Inversión Extranjera a proteger la Seguridad Nacional de EEUU.
Según un índice del Hamilton Center on Industrial Strategy, en el mercado global High Tech la participación de EEUU entre 1995 y 2018 bajó del 25 al 24%, mientras que la de China saltó del 3 al 23%, básicamente a expensas de la Unión Europea. A su vez, prosigue Sevares, el sector y las tecnológicas chinas chocaron con su propio gobierno, que puso límites a su independencia y en su momento frenó en seco a un empresario paradigmático del sector, como Jack Ma, el fundador de Alibaba.
El creciente control del régimen chino llevó a Daron Acemoglu, profesor del MIT y coautor del libro “Por qué fracasan los países”, a afirmar a fines de 2022 que la economía china se está “pudriendo desde la cabeza” y pagará un alto precio por inclinar a sus empresas más a quedar bien con el gobierno que a prosperar en base a su creatividad.
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