El consumo masivo –alimentos, bebidas, productos de higiene y limpieza– muestra ya señales de retracción y los especialistas estiman que cerrará el año con números negativos. La situación es aún más compleja para los autoservicios y pequeños comercios de cercanía, con una brecha de precios que se agranda respecto de las grandes cadenas y sin chances de acceder a los programas oficiales de precios que lleva adelante el Gobierno.
Hace una semana, cuando se conoció el 7,7% de inflación de marzo, el secretario de Comercio Matías Tombolini publicó relevamientos propios donde destacaba que la brecha de precios entre los grandes supermercados (incluidos en los acuerdos de precios) y los comercios de cercanía y autoservicios (los supermercados chinos, autoservicios y almacenes) era de 36,44% a finales del mes pasado.
En 2022, la brecha de precios era de 28,5% y este año ronda el 22%, según Scentia
Estudios privados, en tanto, muestran que la brecha se redujo algunos puntos porcentuales con respecto a 2022. La consultora Scentia, por ejemplo, releva periódicamente una misma canasta de 2.100 productos en ambos canales (grandes cadenas y comercios de cercanía). En 2022, la brecha de precios era de 28,5% y este año ronda el 22%, según detalló Osvaldo del Río, director de la consultora.
El programa oficial Precios Justos tiene dos patas: por un lado una canasta de 2.000 productos a precios congelados hasta junio de este año (aunque hay modificaciones y entran nuevos productos con nuevos precios) y un compromiso de las empresas participantes de aumentos de 3,2% mensuales hasta el 30 de junio para el resto de los productos.
“Con el programa de Precios Justos establecimos un sistema de acuerdos, en donde invitamos a los formadores de precios a que sean parte de la solución y no parte del problema. Sin embargo, estamos viendo que el comportamiento de estos formadores de precios en términos del cumplimiento en los hipermercados es correcto, pero incumplen en los comercios de cercanía, allí adonde transita más del 60% del consumo de nuestros compatriotas”, dijo Tombolini. Y detalló que dentro de los programas los precios se movieron un 5,1%, pero en los comercios de cercanía aumentaron 11,8 por ciento.
De Río explicó que los programas de precios no son la única variables que genera dispersiones en los precios. La cantidad de productos con precios congelados depende del tamaño de cada supermercados; son unos 600 en los más chicos. “De la canasta que medimos, esos productos que están en Precios Justos no llegan al 10% de los 2.000, porque no coinciden en todos los canales. Ahora la brecha está en 22% porque también hay menos promociones en los supermercados. Están poniendo más dinero en el programa de Precios Justos y no les queda resto para activar promociones. Cuando comparás entre cadenas influyen si compraste o no con promociones”, agregó.
Los pequeños comerciantes recibieron como un baldazo de agua fría las cifras de Tombolini sobre la diferencia de aumentos entre tipo de locales
Además, del Río recordó que es más fácil controlar precios en grandes cadenas, que informan a diario sus aumentos a través del sistema Sistema Electrónico de Precios (SEPA) a la Secretaría de Comercios. Yque puede llevar varios años volver a la situación inicial, cuando la brecha de precios entre distintos formatos y canales rondaba históricamente entre el 8% y el 10%. “Creemos que este año, el consumo va a cerrar negativo. Las cadenas siguen creciendo pero los autoservicios caen más fuerte”, anticipó.
Los pequeños comerciantes recibieron como un baldazo de agua fría las cifras de Tombolini sobre la diferencia de aumentos entre tipo de locales. Así lo relató Fernando Savore, titular de la Federación de Almaceneros de la provincia de Buenos Aires, que recibió los comentarios en el grupo de WhatsApp que integra junto a propietarios de autoservicios y almacenes de todo el país.
“La suba de la mercadería es desmedida. Hace cuatro años, los aumentos eran quincenales o mensuales, de 3% a 5%. Ahora cada vez que vamos al mayorista a reponer mercadería encontramos subas de 10% o 12%, es demasiado agresivo y el salario del laburante se está destruyendo, literalmente”, dijo a Infobae.
“Los mayoristas siguen aumentando. ¿Por qué no nos sentamos todos en una mesa? Somos 26.000 comercios en la provincia de Buenos Aires y más de 60.000 en todo el país. Están todos muy enojados. Es agarrársela con el más chico. Nosotros le compramos a los mayoristas el 80% de la mercadería y si hacemos un evaluación de costos, la culpa no es nuestra. Hay comercios que empezaron a cerrar porque tienen 40 metros cuadrado, no tienen lugar para depósito, los aumentos que están viniendo son mucho más fuertes que el margen que les ponemos y no pueden reponer mercadería”, describió Savore.
“Nosotros le compramos a los mayoristas el 80% de la mercadería y si hacemos un evaluación de costos, la culpa no es nuestra” (Savore)
“Los que aumentan los precios son los mayoristas y distribuidores, o sea los que nos abastecen a los supermercados, que son los que se aprovechan de nosotros. Se aprovechan ante la inflación tremenda en la que vivimos. No da para más, los bolsillos vacíos y las cuentas nos sobrepasan. El Gobierno debería citarlos y obligarlos a que nos vendan a Precios Justos”, señaló Yolanda Durán, presidenta de Cedeapsa (la Cámara empresarial de desarrollo argentino y países del sudeste asiático), que agrupa a los supermercados de origen chino.
Desde la consultora Compass LA Business Analytics, el especialista Facundo Aragón remarcó que, con la aceleración de la inflación, las brechas entre puntos de venta y zonas se incrementan. “Si el comercio compró la mercadería hoy, hace un mes, si tiene o no stock, todo influye. Las brechas de precios van entre 30%, 40% y 50% entre locales y por zonas puede llegar hasta el 100% de diferencia”, explicó.
“La brecha se explica por cómo cada punto de venta va comprando. A qué precio compró, a qué precio va a reponer y qué stock tiene. A partir de ahí tenés la dispersión. Los acuerdos de precios impactan solo en supermercados y no en el resto de los canales”, analizó Aragón.
Esta brecha entre los aumentos de productos de consumo masivo que se venden en supermercados y los que se consiguen en comercios de cercanía o pequeños autoservicios tiene impacto sobre los sectores más vulnerables.
Según un análisis de Ecolatina, los deciles más pobres de la sociedad no sólo gastan un mayor porcentaje de sus ingresos en productos de consumo masivo, sino que tienden a utilizar menos las grandes superficies. La última Encuesta de Gasto de los Hogares del Indec señaló que los hogares del 10% de menores ingresos destinan sólo el 15% de sus gastos en alimentos y bebidas al canal moderno (grandes cadenas de supermercados), mientras que ese porcentaje crece a 45% en los hogares del 10% de mayores ingresos.
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