Por primera vez, las principales aceiteras de la Argentina están planificando paradas técnicas de sus plantas y adelantar las vacaciones de sus empleados. Lo que es una práctica habitual en la industria en épocas de crisis, llegó a un sector acostumbrado a vivir en abundancia y a pagar salarios dolarizados. La sequía ya está empezando a provocar estragos. Y esto recién empieza.
Gustavo Idígoras, presidente de Ciara-CEC, la cámara que agrupa a las aceiteras y exportadoras de cereales, lo planteó con crudeza ante el ministro de Economía Sergio Massa, ante el arranque del dólar agro. El sector, le dijo, está trabajando con una capacidad ociosa inédita, del 70%, más allá del alivio temporal que se produzca hasta fines de mayo por la aplicación del dólar diferencial.
La cosecha de soja perderá el equivalente a 21.000 millones de dólares respecto a los valores del año pasado. Para colmo la menor producción argentina ni siquiera impactará en la suba de precios internacionales, porque en Brasil el escenario es el inverso: las abundantes lluvias impulsaron un aumento del 20% de la producción.
La menor actividad se derramará a otros sectores de manera dramática. Es el caso del transporte de carga. Los 3,5 millones de viajes registrados al año pasado caerían a solo 1,2 millones en esta campaña, una disminución del 65 por ciento. Esto a su vez tendrá un impacto muy negativo sobre otros sectores, desde la venta de neumáticos hasta el expendio de combustible. Por eso no sorprende que las proyecciones ya marquen una caída del nivel de actividad del orden del 3,5 al 4 por ciento.
Los efectos de la histórica sequía ya se sienten en la economía, pero el impacto será mucho más profundo aún. Por lo pronto, las cereales están trabajando con un 70% de capacidad ociosa y planean adelantar vacaciones. El transporte de carga tendría una merma del 65% en la demanda del sector
El alivio que aportará el dólar agro a las exiguas reservas del Banco Central será temporal. Después de mayo se viene -literalmente- un desierto en materia de divisas, que será muy complejo atravesar. Massa lo sabe y por eso se dedicó en Washington a buscar alguna alternativa que le permita contar con recursos para llegar con un poco de aire al menos a las PASO. Pero, por ahora, nada.
Mazazo inflacionario
El 7,7% de marzo puso a la problemática inflacionaria de la Argentina en una nueva dimensión. Ya ni siquiera hubo situaciones excepcionales como la guerra en Ucrania, un salto cambiario o un temblor político. Se trata simplemente de la nueva velocidad crucero de los precios, con alimentos subiendo a un ritmo superior al 9% mensual.
De acuerdo a las estimaciones de analistas y consultoras, en abril llegará un mínimo “alivio” que no es tal. Debido a que no hay suba de tarifas y que la carne viene más estable, la inflación esperada para este mes sería de 6,8% y la expectativa del acumulado para el año se ubica entre el 110 y 120 por ciento.
La canasta básica ya está cerca de los 190.000 pesos, con lo cual el salto de la pobreza en este primer semestre será significativo. Algunas estimaciones ya estiman que se ubicaría por encima del 42 por ciento.
Inflación y planes sociales
Esta inflación de tres dígitos además licúa aceleradamente los ingresos de quienes menos tienen. Tras el último aumento del monto de los planes sociales anunciado la semana pasada para los planes sociales, una familia con 3 hijos estaría cobrando $34.000 en el plan Alimentar. Pero según el informe publicado ayer por el gobierno porteño, una familia tipo precisa $ 107.000 para no ser indigente.
La inflación dará un mínimo respiro en abril, pero seguirá cerca del 7%, con alto riesgo de sufrir un nuevo pico en mayo. Por ahora no se ve una espiralización y la buena noticia es que los dólares financieros se mantienen prácticamente en niveles de $ 400. Que la brecha no suba es una noticia relevante para evitar que no se aceleren más los precios
La economía solo tenderá a empeorar en los meses que restan hasta las elecciones. Las PASO cobran una relevancia sustancial, sobre todo por la interna de Juntos por el Cambio. Por eso, resulta sumamente importante seguir el recorrido que tendrá la actividad en los cuatro meses que restan hasta las primarias.
Todos los caminos conducen a un fuerte empeoramiento de todas las variables. La inflación se mantendrá muy alta y es casi imposible que baje del 6% mensual, con más presión por el lado de los alimentos. El poder adquisitivo se seguirá deteriorando y la pobreza solo puede seguir subiendo. Además, la caída del consumo se hará sentir con más fuerza porque la mayoría de los ingresos será licuada por la alta inflación. Solo se salvarán algunos sectores (cada vez menos) que tienen sindicatos fuertes y están en condiciones de no perderle pisada a la inflación.
Último bastión
Ante un escenario que no era el imaginado por Massa, sobre todo en relación a la evolución de la inflación, el último bastión que le queda al gobierno es evitar una crisis cambiaria. Por ahora lo está logrando. Los dólares financieros se mantienen por debajo de $400 e incluso casi no han aumentado en los últimos 45 días a pesar de la aceleración de los precios. Mantener la brecha por debajo del 100% es fundamental para evitar un pico todavía más alto de inflación en los próximos meses.
La nueva renegociación de metas con el FMI era algo cantado, debido a que ya es un hecho que se incumplió con las metas de reservas y también con el compromiso de déficit fiscal. El rojo de las cuentas públicas en 2023 superaría cómodamente el 3%, es decir estaría por encima del año.
El humor social está cambiando de manera relevante a partir del deterioro mayor desde el punto de vista económica y social. Los votos desencantados del kirchnerismo, en un escenario de fuerte perdida de poder adquisitivo, no se los queda Juntos por el Cambio sino mayormente Javier Milei. Por eso, los politólogos marcan el fin de la polarización. Se va a una elección de tercios
El Fondo volverá a tener una mirada complaciente. La propia Kristalina Georgieva reconoció los esfuerzos del Gobierno por cumplir, pero advirtió al mismo tiempo que la sequía generó un golpe inesperado en la actividad. El organismo quiere ayudar al Gobierno a terminar de la manera más ordenada posible el mandato y en todo caso se sentará a negociar con la próxima administración un programa de largo plazo, con metas de déficit mucho más estrictas y reformas estructurales.
Uno más
Argentina ocupó un lugar acotado durante los encuentros privados que organizaron los grandes bancos de inversión en Washington, en el marco de la reunión de Primavera del FMI y el Banco Mundial. JP Morgan, Bank of America, Citi, XP Securities y Jeffries, entre otros, organizaron encuentros multitudinarios con inversores. El capítulo argentino fue uno más, compartiendo cartel con temas como la reestructuración de deuda de Sri Lanka, las perspectivas de Turquía o la situación económica de Ucrania en medio de la guerra.
Los disertantes en estas reuniones fueron, entre otros, economistas como Miguel Kiguel y Marcos Buscaglia, politólogos como Alejandro Catterberg y Juan Germano, como también referentes económicos de Juntos por el Cambio como Hernán Lacunza y Guido Sandleris.
Los inversores fluctúan entre el entusiasmo por un posible “trade” electoral y las dudas respecto a los grandes desequilibrios que presenta la economía argentina. Una de las preguntas repetidas tuvo que ver con el futuro de la deuda y si el próximo Gobierno tiene chance de evitar una nueva reestructuración.
Pero a esta altura, y faltando tan poco para el calendario electoral, lo más jugoso para los mercados pasa por la incertidumbre política que enfrenta la Argentina. La endeble situación económica estaría provocando fuertes movimientos en los electores, según se desprende de las últimas encuestas en poder de los grandes bancos y el “círculo rojo”.
¿Chicana o pronóstico?
De esto se hizo eco el propio Mauricio Macri, cuando en su presentación ante más de mil empresarios convocados por el Cycip vaticinó un balottage entre el candidato de Juntos por el Cambio y Javier Milei. Esto ya dejó de ser una chicana o un relato de ciencia ficción para convertirse en una posibilidad cierta. El deterioro del Gobierno está generando una fuerte pérdida de votos al Frente de Todos, que según los últimos sondeos no pasaría del 25%, alejándose del piso histórico del kirchnerismo del 30 por ciento.
Pero mientras muchos se ilusionan por esta debacle del populismo, al mismo tiempo surge que el gran ganador por estos votos que se fugan del oficialismo no son los candidatos de Juntos por el Cambio sino Milei, que hoy es quien concentra el “voto bronca”.
Quienes siguen de cerca los sondeos, pero sobre todo el humor social, reconocen que el escenario está abierto y puede pasar casi cualquier cosa. Lo notable de estos días es que la polarización del electorado habría llegado a su fin y que el voto está claramente dividido en tercios, un emergente de la profunda crisis económica y social que atraviesa la Argentina. El kirchnerismo podría quedarse fuera del ballotage y el libertario estaría en condiciones de pelear la presidencia.
Seguir leyendo: