El equipo económico volverá a mudarse esta semana a Washington, donde ya comenzó la reunión de Primavera del FMI y el Banco Mundial. Además de los problemas para acumular reservas, aparece en escena otro problema serio que enfrenta el Gobierno: la extrema dificultad para cumplir con la meta de déficit fiscal.
Sergio Massa deberá preparar el terreno respecto a estos posibles desvíos cuando se reúna primero con Gita Gopinath, la subdirectora gerente del FMI, y luego con la número uno del organismo, Kristalina Georgieva.
En el reporte correspondiente a la cuarta revisión de las metas, el staff del Fondo flexibilizó la meta de reservas por la sequía, pero mantuvo la del déficit fiscal en 1,9% del PBI. La decisión presenta contradicciones, ya que el menor ingreso de dólares por la disminución de la cosecha le pegará tanto a la capacidad de acumulación de dólares del Central como a los ingresos fiscales.
Un informe de Ramiro Castiñeira estableció las dificultades para cumplir con las exigencias fiscales del Fondo.
“En los primeros dos meses del año el déficit primario sumó $ 432.000 millones, magnitud que equivale al 98% de la meta acordada con el FMI para el primer trimestre del año”, que asciende a $ 441.000 millones.
“En 2022 el déficit primario fue de 2,4% del PBI y el déficit financiero de 4,1% del PBI. El acuerdo con el FMI contempla bajar el déficit primario a 1,9% para este año algo improbable ante la sequía y el contexto electoral”, agrega Castiñeira. Por otra parte, sostiene que el actual nivel de gasto público es más alto que el observado en plena cuarentena del 2020.
La sociedad de Bolsa TPCG Valores fue más allá al indicar que el desvío respecto a la meta fijada inicialmente con el FMI podría llegar a 1,5 puntos porcentuales. Entre las razones que podrían llevar al déficit primario a nada menos que 3,4% del PBI se encuentran el deterioro que ya sufrieron las cuentas fiscales en el primer trimestre, la caída de los ingresos por la sequía, el aumento el gasto electoral previo a las elecciones y la nueva moratoria previsional.
El desborde de las metas fiscales, más los intereses generados por los pasivos del BCRA, también está acelerando la emisión monetaria. No es casual que la última estimación del Relevamiento de Expectativas de Mercado divulgado por el BCRA arroje una inflación de 110% para este año, al menos 15 puntos más que la registrada en 2022.
El FMI subestimó el efecto de la sequía sobre las reservas, el déficit fiscal y la actividad económica, ya que se basó en la información de enero. La consecuencia es que el Gobierno incumplirá con la meta de acumulación de dólares y el rojo de las cuentas públicas comprometidas para marzo. Pero el acuerdo no se va a romper
El informe técnico del FMI, sin embargo, subestima sustancialmente los efectos de la sequía, tanto en términos del impacto en reservas y en el frente fiscal, como también en la actividad económica. La explicación es que el staff se basó en la situación de enero, ya crítica, pero que se deterioró sustancialmente entre febrero y marzo ante la ausencia casi total de precipitaciones.
El escenario más probable es que en los próximos días tanto el equipo económico como el FMI empiecen a plantear escenarios alternativas y finalmente deban admitir un mayor rojo de las cuentas públicas.
Ni siquiera el aumento de tarifas que el Gobierno se compromete a aplicar, sobre todo en mayo, parece alcanzar para revertir el deterioro cada vez menos disimulable de las cuentas públicas.
En los próximos días se publicará el resultado fiscal de marzo, quizás tanto o más importante que la evolución de la inflación del mes pasado. Lo más probable es que el dato revele no solo un deterioro en las cuentas públicas, sino un nuevo incumplimiento con el FMI. En ese escenario, debería plantearse la posibilidad de uno o más waivers, justificado por el impacto generado por la sequía, mucho mayor al estimado en el arranque del año.
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