(Desde Washington) Argentina inicia hoy su participación en las sesiones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM) con el objetivo principal de buscar créditos multilaterales para consolidar el plan de estabilidad económica, en medio de un intrincado escenario global que incluye la ofensiva geopolítica de China y la guerra de Rusia contra Ucrania.
La deuda contraída por Mauricio Macri en tiempos de Donald Trump y Christine Lagarde se transformó en un leading case para el board del FMI y una maldición profesional para su staff. Los directores más poderosos del Fondo -Estados Unidos, Alemania y Japón, por ejemplo- están hartos aceptar cambios en las metas comprometidas, y los burócratas que avalaron el Stand-By concedido a Macri fueron eyectados del organismo multilateral de crédito.
Alberto Fernández y Sergio Massa ahora tienen la responsabilidad política de evitar una nueva crisis institucional con el FMI, y aquí en Washington el objetivo del Palacio de Hacienda y su equipo técnico es articular una hoja de ruta que permita robustecer las reservas del Banco Central para apalancar la economía y cumplir la nueva meta negociada con el staff del Fondo.
El presidente y su ministro de Economía tienen la ventaja del respaldo institucional de Joseph Biden, que ha decidido apoyar a la Argentina en un eventual enfrentamiento con el board del FMI. Ese respaldo político sucedió en el encuentro a solas de Alberto Fernández y Biden, y durante la reunión conjunta que hicieron los gabinetes de Argentina y de Estados Unidos en la Casa Blanca.
Sin embargo, en la Secretaría del Tesoro conducida por Janet Yellen y en determinadas sillas del directorio del Fondo se toma con distancia la voluntad política exhibida por Biden durante los noventa minutos que compartió con Alberto Fernández en el Salón Oval y el Cabinet Room.
Los representantes de Estados Unidos (bajo las órdenes directas de Yellen), Alemania y Japón no tienen intenciones de aceptar a libro cerrado la decisión de Biden. Entienden sus razones políticas regionales y globales, pero ya saben las resultados institucionales y personales que causó la concesión del crédito de 53.000 millones de dólares avalado por Trump en favor de la administración de Macri.
El Presidente de Estados Unidos había confiado en Lula da Silva como actor regional y como posible tope geopolítico a la ofensiva de China en América Latina. Pero Da Silva exhibió una agenda internacional que contrasta con los intereses de la Casa Blanca: firmará la Ruta de la Seda en Beijing junto a Xi Jinping, permitió que dos naves de guerra de Irán se apostaran en un puerto de Río de Janeiro y el próximo 17 de abril recibirá a Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia.
En este contexto, Biden atenuó el revés diplomático invitando a Alberto Fernández a la Casa Blanca. Y durante su encuentro a solas, ambos presidentes cerraron un trato tácito y win-win: Argentina congelaba los proyectos geopolíticos acordados con China, mientras que Estados Unidos se comprometía a apoyar al país ante una posible confrontación con los directores más reluctantes del FMI.
El resultado win-win del cónclave en el Salón Oval implica que Xi perdería influencia en Balcarce 50 y Alberto Fernández obtendría un seguro político ante la resistencia del board del Fondo, cansado ya de aceptar cambios en las metas comprometidas en el Programa de Facilidades Extendidas que cerró Guzmán y ahora está bajo el control del ministro Massa.
En poco tiempo -estiman en DC-, Biden deberá cumplir con su palabra. La grave sequía complicó la fortaleza de las reservas del Banco Central y acotó los niveles de ingresos previstos para el primer semestre de 2023. Massa logró que se recalibren las reservas previstas para este año, pero el número negociado con el FMI empieza a quedar sobredimensionando ante la crisis económica que soporta la Argentina.
Asimismo, el acuerdo con el Fondo establece un déficit fiscal anual de 1.9 por ciento, una cifra que también fue puesta en jaque por las consecuencias macroeconómicas causadas por la sequía. Es que no sólo cayeron las retenciones, sino que además fue afectado el nivel de actividad comercial con su consecuente caída en la recaudación tributaria.
Alberto Fernández no tiene intenciones de podar el gasto en educación, ciencia y tecnología, obra pública, salud, seguridad social y vivienda para compensar la baja en los ingresos y cumplir con el déficit fiscal del 1.9 por ciento negociado con el FMI. “Eso es ajuste y lo pienso hacer”, comentó en Balcarce 50.
Es decir: si el gobierno no reduce el gasto previsto, no hay manera de llegar al 1.9 de déficit en 2023. Y en este escenario, a Balcarce 50 no le quedará otro camino que advertir al FMI que habrá que recalibrar -también- la meta del déficit fiscal cerrado en 2022.
La posición de Argentina puede exhibir una cuota de debilidad ante el board del FMI, pero detenta ciertas fortalezas causadas por el complejo panorama internacional. El país sufre sequía por el cambio climático, incremento de precios en la energía por la guerra en Ucrania y respaldo explícito de la Casa Blanca para atenuar la avanzada de China en América Latina.
Desde esta perspectiva, Argentina no debería quedar a merced de la postura tecnocrática de la Secretaría del Tesoro, y los directores de Japón y Alemania. La ecuación geopolítica es fácil de explicar: los principales jugadores del tablero internacional estarán dispuestos a recalibrar las metas del programa acordado con el Fondo antes que profundizar la crisis económica del país y abrir un flanco regional que pueda ser capitalizado por Beijing a través de sus créditos blandos que concede sin controles institucionales.
No obstante esta ecuación geopolítica a favor, en las sesiones de primavera del Fondo habrá infinitas preguntas al ministro Massa y su equipo técnico respecto al proceso electoral. En Washington aun no se entiende como el presidente no habla con la vicepresidente, y una facción partidaria -el kirchnerismo- bloquea la posibilidad de reelección de Alberto Fernández.
Estos interrogantes pueden abrir una diagonal desde el staff del FMI a los consultores económicos de Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, que estarán en DC participando tambien de las sesiones del organismo multilateral que administra Kristalina Georgieva. El staff del Fondo asume que Juntos por el Cambio puede recuperar la Casa Rosada y no se descartaba aquí contactos informales para conocer hacía adonde irían a partir del 10 de diciembre.
Mientras tanto, Massa iniciará una gira internacional que comienza en Santo Domingo y concluye en Washington. El ministro de Economía aterrizará en República Dominicana el miércoles 15, y allí mantendrá una reunión clave con Wendy Sherman, subsecretaria de Estado de los Estados Unidos, y Ricardo Zúñiga, subsecretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental.
Sherman fue designada como coordinadora de la agenda de trabajo que cerraron Biden y Alberto Fernández en la Casa Blanca, y Zúñiga es un funcionario del Departamento de Estado que conoce la región y mantiene una amistad con Massa desde comienzos del siglo XXI. En Santo Domingo, el ministro de Economía insistirá con la necesidad de fondos frescos derivados desde el BID y el Banco Mundial -adonde Estados Unidos controla sus directorios- para fortalecer las reservas y enfrentar la crisis económica.
Cuando llegue a DC, Massa cumplirá una hoja de ruta que incluye reuniones con la OCDE, el Banco Mundial, el BID, el Fondo Saudi para el Desarrollo, la US Chamber of Commerce y el Consejo de Seguridad Nacional, además de su participación en los distintos paneles organizados por el FMI y el BM.
En esas 72 horas de agenda densa en la capital de Estados Unidos, el ministro intenta avanzar en acuerdos con organismos multilaterales y fondos soberanos con la finalidad de incrementar reservas y fortalecer el plan de estabilidad económico.
El viernes 14 de abril, a las 17.30, Massa tendrá su encuentro más importante con el Fondo. Ese día, el ministro se reunirá con Gita Gopinath, subdirectora gerente del FMI. Gopinath es el cerebro del Fondo Monetario Internacional y tiene una relación de ups and donws con Massa.
La subdirectora gerente sabe cómo están los niveles de cumplimiento de las metas acordadas en el Crédito de Facilidades Extendidas, y fue muy crítica con el ministro -durante el G20 de la India- cuando analizaron el rescate anticipado de bonos a principios de 2023. En ese encuentro, el ministro y la subdirectora chocaron de frente con Georgieva como testigo.
El viernes 14, Massa y Gopinath se reunirán de nuevo en la Sede 1 del Fondo Monetario Internacional. No será un cónclave protocolar.
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