(Desde Washington, Estados Unidos) Joseph Biden reconoció en el cónclave a solas con Alberto Fernández que la ofensiva de China sobre América Latina se robustecía por la burocracia institucional que trababa la concesión de créditos blandos de los organismos multilaterales a los estados de la región con dificultades económicas y financieras.
El presidente compartió la perspectiva del líder demócrata y a continuación solicitó el respaldo de la Casa Blanca para acceder sin demoras a nuevos fondos del Banco Interamericano (BID) y del Banco Mundial (BM) destinados a engrosar las reservas del Banco Central que no se consolidan por el impacto de la grave sequía.
“Ya di la orden para mejorar la burocracia de los organismos; nuestra intención es colaborar con la Argentina”, dijo Biden al jefe de Estado, según reveló a Infobae un importantísimo vocero del Gobierno a prueba de desmentidas.
Sergio Massa se hizo cargo de la tarea de acelerar la concesión de los nuevos créditos, mientras el trabajo interno en el BID y el Banco Mundial se esté ejecutado. Esta compleja misión cayó bajó la órbita del secretario de Estado, Antony Blinken. Estados Unidos tiene el control de los directorios del BID y el BM, y Blinken intentará cumplir la instrucción de Biden cuanto antes.
El jefe del Palacio de Hacienda ya se encontró con el titular del BID, Ilan Goldfajn, pero el proceso de nuevas líneas de crédito necesita de la reforma propuesta por la Casa Blanca o de una orden directa de Biden. Massa asume que necesita esas partidas para reforzar las reservas del Banco Central, y si no hay un cambio rápido y estructural del BID, apelará a la promesa de Biden para apuntalar su plan de estabilidad económica.
Pese al recalibrado de la meta de reservas negociada entre el ministro de Economía y el staff del Fondo Monetario Internacional (FMI), aquí en Washington se reconoce que la sequía implosionó el camino de cumplimiento de metas y que será necesario el insistente apoyo de Estados Unidos para evitar que la Argentina solicite un waiver (perdón) al board del Fondo.
Durante un almuerzo que compartieron hace unos días en Balcarce 50, Alberto Fernández y Massa dialogaron respecto al acuerdo suscripto con el FMI, y ambos coincidieron en afirmar que pueden librar esa batalla en el Board con cierta ventaja a favor.
Ese presunto handicap en la compleja negociación se construiría con dos hechos diferentes:
1. El acuerdo de marzo de 2022 con el FMI incluye, en el párrafo 11 del Memorando de Políticas Económicas y Financieras, la posibilidad de recalibraciones. Textualmente afirma: “Nuestro escenario base está sujeto a importantes incertidumbres, lo que implica que es posible que las políticas tengan que recalibrarse según corresponda. (…) Los shocks relacionados con el clima podrían afectar nuestras exportaciones, con repercusiones negativas en la entrada de divisas y los ingresos fiscales.”.
2. A solas con Alberto Fernández y luego en una reunión entre los gabinetes de Argentina y Estados Unidos, Biden aseguró que ayudaría al gobierno ante un eventual incumplimiento de las metas con el FMI causado por motivos exógenos a la administración del Frente de Todos.
Massa avanzará en esta hoja de ruta cuando se encuentre con Goldfajn en DC, adonde viajará este miércoles para participar de las reuniones de primavera del FMI. La cita entre Massa y Goldfajn está pactada para el viernes próximo, y en ese marco el ministro de Economía y el titular del BID terminarán de confirmar los nombres de los candidatos argentinos que ocuparán la vicepresidencia de Sectores y la Gerencia de Infraestructura, que administra el 40 por ciento de la cartera del BID.
A su turno, el Banco Mundial todavía juega con las reglas de David Malpass, un halcón republicano que designó Donald Trump en abril de 2019. Pero Malpass -que negó las consecuencias del calentamiento global- será sustituido por Ajay Banga, un empresario exitoso nombrado por Biden que considera indispensable adecuar las reglas financieras globales a las metas prescritas por el Acuerdo de París sobre Cambio Climático.
En este contexto será muy difícil lograr que el BM conceda créditos extraordinarios a la Argentina frente a una crisis económica o política que ponga en jaque al acuerdo con el FMI. Banga asume el primero de julio, y no hará cambios de importancia institucional en 2023, pese a la presión de la administración demócrata a través del secretario Blinken. Desde esta perspectiva, como podría suceder con el BID, los fondos de los organismos multilaterales llegarían sólo bajo una instrucción directa de Biden.
Al respecto, Alberto Fernández señaló en la intimidad de Olivos: “Si Trump lo ayudó a (Mauricio) Macri para que intente lograr su reelección, Biden debe ayudar a enmendar ese error político con un respaldo directo en los organismos de crédito, si Argentina está en dificultades económicas”.
Mientras Massa avanza en la obtención de fondos extras eventualmente concedidos por el BID y el BM, Cafiero se fijó como prioridad lograr que la Argentina reingrese en el Sistema Generalizado de Preferencias Arancelarias (SGP). Este programa beneficiaba a las economías regionales, ya que podían ingresar sus productos a los Estados Unidos exentos de impuestos y derechos aduaneros. Pero Argentina se cayó del SGP a fines de 2020, y jamás pudo regresar.
El Sistema Generalizado de Preferencias integra una ley que debe sancionar el Capitolio. Hace unos meses, Cafiero se entrevistó con Nancy Pelosi, por entonces titular de la Cámara de Representes, y había avanzado en una negociación que ponía a la Argentina -de nuevo- cerca de los beneficios del SGP.
Sin embargo, la derrota del partido Demócrata en las últimas elecciones transformó en papel picado la negociación del canciller con Pelosi. Ella perdió la presidencia de la Cámara de Representantes y ahora Cafiero debe reiniciar las conversaciones con Kevin McCarthy, un republicano que ocupa el centro del tablero y no fue votado para ese cargo por sus colegas que responden a Trump.
El titular del Palacio de San Martín aún no tiene previsto un nuevo viaje a DC -acompañó a Alberto Fernández durante su bilateral ampliada con Biden-, y utiliza las visitas de funcionarios de los Estados Unidos a la Argentina para avanzar en su intención de regresar al SGP.
Desde esta perspectiva, Cafiero se encontró con un grupo de senadores -republicanos y demócratas- para insistir con la reincorporación de la Argentina en el Sistema de Preferencias. Los senadores, que llegaron a la Cancillería acompañados por el embajador Stanley, se comprometieron a estudiar el caso.
Biden aseguró a Alberto Fernández que tiene “intención de construir una relación estratégica con la Argentina”, basada en acuerdos geopolíticos vinculados a la producción de alimentos y proteínas, la energía y la seguridad energética global, y la comercialización de minerales raros. La ejecución de esta hoja de ruta pertenece a Blinken, que está enviando a Buenos Aires a Wendy Sherman, subsecretaria del Departamento de Estado.
Sherman tendrá encuentros -la semana próxima- con Alberto Fernández y Cafiero, y su agenda tiene como finalidad evitar que la voluntad política de Biden quede atrapada en un punto muerto por ausencia de coordinación diplomática entre la Casa Rosada y la Casa Blanca. El Presidente y su canciller insistirán a Sherman sobre la necesidad de la Argentina de ingresar al Sistema Generalizado de Preferencias.
La ofensiva Cafiero y Massa sobre el Capitolio y ciertos organismos multilaterales de crédito (BID y BM) significan la búsqueda de un resorte institucional que resuelva una eventual crisis de recursos financieros con impacto directo en las metas comprometidas con el FMI.
En Washington rescatan la voluntad política de Biden, y las conversaciones bilaterales protagonizadas por el canciller y el ministro de Economía, pero consideran que es un carrera contra reloj que al final dirimirá el board del Fondo Monetario Internacional.
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