Desde que el ex ministro de Economía, Martín Guzmán, firmó en marzo del año pasado el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario, la Argentina puso a prueba una y otra vez la credibilidad del organismo. A tal punto que en el mercado ya consideran irrelevantes las metas y condicionalidades del programa -que fue considerado laxo desde el principio- siempre y cuando el país evite caer en incumplimientos en los pagos de la deuda. La última revisión de metas, sin embargo, en las que se modificaron los objetivos de acumulación de reservas como consecuencia de la histórica sequía, parece haber desbloqueado un nuevo nivel en términos de pérdida de reputación para el staff del FMI.
Si bien desde hace semanas que desde distintas entidades financieras venían advirtiendo que la inédita flexibilidad del organismo con la Argentina esmerilaba la capacidad del propio acuerdo de anclar las expectativas y dotar de un marco algo más previsible a la economía, el último informe publicado el lunes por el Fondo tras la aprobación y modificación de metas generó desconcierto entre operadores, economistas y analistas financieros por lo que consideraron la “inconsistencia” de las estimaciones básicas sobre las que debería estructurarse el programa económico en curso.
Una breve y simple tabla de las proyecciones originales comparadas con las nuevas estimaciones revisadas hacia fines del mes pasado para ajustar los objetivos y las políticas al impacto de la sequía resume la sorpresa y desorientación que causó entre los entendidos las cuentas realizadas por los expertos del FMI.
La principal crítica se concentra en la subestimación del impacto de la sequía, que tanto la Bolsa de Comercio de Rosario como la de su homónima de Buenos Aires estimaron en USD 10.000 millones de pérdidas por menores exportaciones a principios de año, cifra que duplicaron meses más tarde a medida que la ola de calor se extendió hasta bien entrado marzo. Para el Fondo Monetario, sin embargo, esa variación es de unos USD 6.000 millones.
Lo más curioso, señalaron los observadores más atentos, es que aun cuando lo minimice, el staff técnico reconoce el golpe de la sequía. Sin embargo, eso no le resulta suficiente para modificar la tasa de crecimiento prevista para este año. Para el FMI, la Argentina crecerá este año 2% anual, mientra que el consenso de bancos, economistas y consultoras privadas locales y del exterior señala una caída de la actividad entre 2,7% y 4,5% y hasta el propio Banco Mundial, organismo vinculado que suele replicar las proyecciones del Fondo, corrigió a la baja la pauta de PBI. Según publicó el martes, el Banco Mundial anticipó que la economía argentina no crecerá este año -0% de crecimiento- a diferencia de lo que difundió oficialmente su primo hermano mayor el día anterior.
Un párrafo aparte merece la proyección de inflación, el FMI sostuvo en 60% hacia fin de año aunque admitió que, en promedio, se ubicará en 79,6% interanual. “En general, aunque aprobar la cuarta revisión del programa es importante, dado el débil matriz de condicionalidad que sustenta el programa, es poco probable que el simple cumplimiento de los objetivos del programa conduzcan a mejoras macroeconómicas significativas a corto plazo. La credibilidad de la política sigue siendo débil, se espera que la inflación se mantenga en el triple dígitos, hay niveles crecientes de represión financiera y una desaceleración significativa en la actividad real ya está en marcha”, opinó en un informe reciente el banco de inversión de Wall Street Goldman Sachs.“
“El staff report del FMI es un dibujo. Las proyecciones 2023 de PBI, inflación, impacto de la sequía y cuenta corriente son totalmente irreales”, sostuvo el economista Amílcar Collante. También llegaron críticas desde la consultora del ex presidnete del Banco Central, Luis Caputo, y del banco de inversión Goldman Sachs.
Mucho más críticos fueron los economistas de la consultora Anker, fundada por el ex presidente del Banco Central, Luis Caputo, quien en sus años al frente de la entidad supo lidiar con los técnicos del FMI. “Nos sorprendió la marcada inconsistencia en las proyecciones macroeconómicas. Si bien éstas no tienen relevancia a la hora de evaluar el cumplimiento, sí constituyen la base sobre la cual se estructura el acuerdo y se diseñan las metas”, arranca un análisis de la revisión de metas compartido ayer a sus clientes. La consultora señaló que más allá de las divergencias en varios supuestos frente a las estimaciones privadas, el organismo “había mantenido en general una consistencia razonable en las estimaciones macroeconómicas, lo que dejó de lado en la última revisión”, sostuvo el lapidario reporte. En ese sentido, marcó entre otros puntos las inconsistencias en la previsión de impacto de la sequía en relación al volumen esperado de exportaciones, crecimiento económico y el nivel de inflación.
“La proyección de inflación se mantiene en 60% anual en la punta. Si se considera una inflación en torno a 7% para marzo, la proyección del Fondo implicaría una variación de precios de 3,2% mensual a partir de abril. Esa proyección luce muy lejos de la realidad, dada la inflación reprimida en alimentos, tarifas y tipo de cambio”, postuló Anker.
Mucho más contundente aún fue el economista Amílcar Collante. “El staff report del FMI es un dibujo. Las proyecciones 2023 de PBI, inflación, impacto de la sequía y cuenta corriente son totalmente irreales” afirmó y se preguntó: “¿PBI +2%? Sólo por ell impacto de la sequía caería 3%. Y para que la inflación sea de 79,6%anual (promedio) debería ser de 3,7% mensual de marzo a diciembre”.
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