Con la nueva versión del dólar campo que anuncia hoy, Sergio Massa tiene como principal objetivo fortalecer las reservas netas, que cayeron a niveles inferiores a los USD 2.000 millones en el primer trimestre. Pero no será gratis. Con un frente cambiario sumamente frágil, según describió el propio FMI en su último reporte, la implementación de este nuevo tipo de cambio para el sector agropecuario le puede pegar tanto a la inflación como a los dólares financieros.
Tal como adelantó Infobae, este nuevo esquema cambiario regirá solo por 45 días para el sector sojero, que podrá liquidar divisas a un tipo de cambio cercano a los $ 300. En el caso de las economías regionales, la “ventana” estará abierta por tres meses ante la necesidad de darle mayor flexibilidad a productos que maduran y se exportan en distintas épocas del año.
La meta de acumulación de reservas netas acordada con el FMI es exigente, aun luego de la flexibilización aceptada por el propio organismo. En el segundo trimestre, el Banco Central deberá acumular casi USD 4.900 millones.
Pero en una economía sumamente débil, cualquier decisión de este tipo provoca el efecto de “manta corta”, es decir desnuda otros problemas. En el caso puntual del dólar campo, el principal peligro pasa por el impacto inflacionario. Por eso, las empresas que consigan exportar con el tipo de cambio diferencial tendrán que participar de Precios Justos, comprometiéndose a acotar los aumentos y a garantizar el abastecimiento.
“Por ejemplo, si la exportación de cebada entra a un tipo de cambio diferencial, vamos a sentarnos con las cerveceras para que no trasladen ese precio internacional al mercado interno”, explican desde el equipo económico.
No es el único mecanismo de transmisión de este tipo de cambio diferencial a precios. Como los productores recibirán más pesos por liquidar a $300, el peligro es que una parte de esos fondos termine presionando sobre los dólares financieros. Para evitar este fenómeno, que ya ocurrió con la primera versión del dólar soja, el BCRA ya había restringido el acceso al MEP o al “contado con liquidación” si al mismo tiempo accedieron a un tipo de cambio diferencial.
El dólar campo genera otros efectos, en particular sobre el patrimonio del Banco Central. La institución podría sufrir nuevos quebrantos, al comprar a $300 y luego vender esas divisas al tipo de cambio oficial, apenas por encima de los $ 215. Además, la diferencia implica una fuerte emisión monetaria, que también podría traducirse en más inflación futura.
Para evitar este problema, que ya estuvo presente en las dos versiones del dólar soja, Massa estudia la posibilidad de encarecer el dólar para determinadas importaciones. Aunque el tema aún no está cerrado, una posibilidad es hacerlo con la contratación de fletes contratados en el exterior. Pero el anuncio no se realizará hoy, sino que pasaría para la semana que viene.
El FMI, por otra parte, consideró que el dólar oficial tendría un atraso “de hasta 25%”, por lo que su valor debería ubicarse en alrededor de $ 270. Además, instó al Gobierno a tomar medidas para reducir la brecha cambiaria, que actualmente se ubica en el 90%.
Por otra parte, el Gobierno se comprometió a acelerar el ritmo de devaluación para que de manera “consistente” supere la inflación mensual y evitar que se profundice el atraso cambiario. Esto, sin embargo, no sucedió en marzo, ya que los precios subieron más de 7%, mientras que el tipo de cambio oficial apenas superó el 5%.
Seguir leyendo: