A medida que pasan las semanas, y a pesar del último informe de la Bolsa de Rosario, las pérdidas de la cosecha gruesa y el impacto en toda la economía son cada vez mayores. El mercado viene ajustando a la baja las estimaciones de actividad desde que comenzó esta contingencia climática que provocó desastres en todos los cultivos y hoy hasta los economistas más optimistas plantean un piso de caída del 2,5% a 3% para este 2023.
Al impacto directo en el sector agropecuario, se le sumarán los efectos indirectos en muchos otros rubros que dependen del agro y también las consecuencias que la falta de divisas provocada por este fenómeno causará en la industria manufacturera, altamente dependiente de las importaciones. El sector de petróleo y gas sumado a la minería compensarán en parte la merma que tendrán otros sectores, al igual que algunos servicios, pero el impacto de la sequía será tan importante que eso no llegará, ni cerca, a lograr torcer el escenario que todos los analistas están avizorando.
Además, ya el arrastre estadístico que dejó el fin del año pasado fue negativo en 1,4% y el 2023 arrancó con una ratificación del estancamiento. Los datos de enero que dio a conocer ayer el Indec muestran que la actividad económica creció apenas 0,3% respecto de diciembre, si bien en la medición interanual aún reflejó un alza de 2,9 por ciento.
Según pudo sondear Infobae, los pronósticos más optimistas prevén una caída de 2 puntos del producto este año, mientras que los más pesimistas hablan hasta de 4,5% de contracción económica. En todos los casos, bajo la suposición de que el Gobierno intentará sostener el tipo de cambio sin grandes saltos, por lo menos hasta las elecciones.
“Estamos terminando de evaluar el impacto de la sequía, el directo y el indirecto; por el agro y por la abrupta caída en la generación de divisas que va a generar el sector. Estamos viendo un escenario de piso de caída de 2%, pero el sesgo es más hacia la baja que hacia la suba. Ya arrancás el año con un arrastre que te dejó diciembre y sobre eso se monta la sequía”, afirmó Santiago Manoukian, de Ecolatina. El impacto directo, sólo por la menor cosecha de soja y maíz, es de 2 puntos del producto, y “los servicios son los que pueden ayudar a compensar esa caída. Pero la recesión es un hecho y el gobierno va a intentar administrarla para que tenga la menor repercución posible”, agregó el economista.
En Ecolatina prevén contracción en todos los componentes de la demanda agregada: exportaciones (por el desplome de las ventas externas del agro), consumo público (por un Gobierno que no tendrá margen para alentar la actividad y los ingresos mediante un aumento real del gasto público) e inversión (porque cerca del 30% es importada o se ve alimentada por componentes del exterior). El consumo privado es, para esta consultora, el que se presenta con una mayor fortaleza relativa.
En Equilibra creen que la economía caerá 3,5% este año. Lorenzo Sigaut Gravina explicó que hay un “sector A” que es productor de divisas que está muy impactado por la sequía y que explicará dos puntos de esa caída. Se trata del segmento agropecuario, de alimentos y el cuero. Hay otros primarios que compensarán en parte esa caída porque tienen potencial de crecimiento, como el petróleo y la minería, pero no lograrán hacerlo del todo. En total, explicarán 1,4 puntos de caída. El resto lo explica el “sector B”, demandante de divisas.
“Como la sequía no solo pegó directamente en el agro, sino que generó una pérdida de divisas de exportaciones muy fuerte y eso obliga a achicar las importaciones, este sector cae significativamente. Por eso, tenemos caída de 5% con baja de volúmenes de importaciones de más del 10%, pero este sector explicará 2,1% del 3,5% de merma que proyectamos para el año”, dijo el economista. En cuanto al sector de los no transables, no requiere de divisas para crecer, pero sí necesita una demanda interna pujante. En Equilibra creen que no habrá un crecimiento este año, pero sí podrá sostenerse como el año pasado.
Las consultoras más pesimistas avizoran un impacto en el PBI superior al 4% para este año. Econviews, por ejemplo, tenía 0% hace algunos meses y hoy su número es -4,5%, pero podría ser incluso peor. Así lo advirtió el economista Andrés Borenstein, quien sostuvo que el año ya arrancó mal, con un arrastre estadístico negativo de 1,5%, y que con la sequía “los números del segundo trimestre son realmente muy feos”.
“Para que el producto sólo caiga 4,5% estamos suponiendo que algo levanta en el tercero y cuarto trimestre. El campo va a caer entre 25% y 30% y eso te da una caída fuerte; luego se le suma el resto, todo lo accesorio. Vas a tener mucho menos camiones, lo que implica eso desde el impacto en parrillas ruteras, el consumo de nafta, los peajes, la actividad portuaria, las moledoras de soja trabajando a baja capacidad”, enumeró.
“Estamos terminando de evaluar el impacto de la sequía, el directo y el indirecto; por el agro y por la abrupta caída en la generación de divisas que va a generar el sector” (Manoukian)
“Además, en los lugares donde la sequía pegó fuerte se quedaron sin ingresos o con mucho menos, por lo que algo en el consumo va a pegar. Si a eso se le suma la inceridumbre electoral y el manejo de los dólaers hasta fin de año, veo una situación realmente difícil”, agregó Borenstein.
También Eco Go prevé una contracción similar. Sus números muestran una caída de la actividad del 4,3%, debido al fuerte impacto de la sequía y los “efectos que se retroalimentan. La caida del agro impacta al transporte y al comercio, mientras que a su vez impacta a la oferta de dólares”, explicó el analista de la firma, Juan Delich, quien agregó que “eso implicaría que el gobierno, quien parece no querer devaluar, debería entonces limitar el acceso a las divisas”.
En el caso de Macroview, consultora que dirige Rodolfo Santángelo, la estimación es que la economía podrá caer 3% pero sólo si en el segundo semestre del año el PBI se estabiliza tras la fuerte baja del período abril-junio. En ese trimestre, el producto caería entre 5% y 6%, precisó Facundo Martínez, director de esta consultora. Y la segunda parte del año aparece, según él, “como mínimo desafiante, en la que el gobierno podrá apenas hacer un control de daños en la actividad”. “La posibilidad de implementar políticas activas choca fuerte con las restricciones cambiarias (la fluidez de la importación) y la erosión de la inflación sobre salarios y jubilaciones”, planteó, al tiempo que remarcó que “el margen para empeorar la estimación base (-3%) es amplio”.
“El campo va a caer entre 25% y 30% y eso te da una caída fuerte; luego se le suma el resto, todo lo accesorio” (Borenstein)
Por último, Analytica, consultora que dirige Ricardo Delgado, es, dentro de las malas noticias, de las más optimistas. Estiman una caída del producto del 2,4% y este escenario base supone una combinación de mayores controles sobre el comercio exterior, aceleración de la tasa de inflación y caída del salario real. Según este análisis, de este modo se perderían USD 4.957 millones de reservas netas (lo que dejaría a fin de año un stock de USD 510 millones disponibles), y un ajuste en las importaciones de USD 13.216 millones (-15,3%).
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