Entre los apoyos, críticas y dudas que surgieron en torno a la decisión del ministro de Economía, Sergio Massa, de forzar a los organismos públicos a vender sus tenencias de bonos en dólares en el mercado para contar con liquidez suficiente para financiar la cuentas del Tesoro, un interrogante ganó atención sobre el fin de la jornada: de dónde saldrán los pesos para comprar los bonos en dólares que los entes estatales deberán subastar en el mercado. Y, sobre todo, cuál podría ser su efecto en la variable que determinará, en definitiva, la suerte electoral de este Gobierno, es decir, la inflación.
Entre los principales argumentos a los que recurrió el equipo de Massa para defender la medida se ubicó, al tope de la lista, un supuesto beneficio anti inflacionario ya que, según comunicaron, la medida “permite absorber excedentes de pesos que de otra manera presionan sobre la inflación”.
Esa premisa, advirtieron distintos analistas del mercado, está sujeta a un enorme condicional. Eso sería cierto sólo en el caso de que fuera el Banco Central el que venda los bonos en dólares para recibir pesos. Lo que intuyen que ocurrirá, sin embargo, es que el BCRA terminará emitiendo pesos para comprar a los bancos los títulos en moneda local que tienen en cartera pero que intentarán vender para hacerse de pesos destinados a la compra de los bonos en dólares -mucho más atractivo- que los organismos oficiales estarán obligados a subastar. Los entes oficiales vendedores de los instrumentos en dólares recibirán los pesos y estarán obligados, a su vez, a invertirlos en nuevos títulos del Tesoro en pesos, con lo cual, al final de la rueda, terminan convertidos en financiamiento para el déficit fiscal, indirectamente por parte del BCRA.
Un diagrama realizado por el economista Bruno Panighel, jefe de Research de la operadora AWM, expone esa teoría. “Una posible consecuencia de las medidas, en caso de que se genere una demanda genuina de Bonares por parte de los privados, podría ser un gran caudal de pesos a gastar originados en financiamiento monetario indirecto del Banco Central”, sostuvo el economista. Esto porque el BCRA podría verse forzado a intervenir en el mercado secundario de títulos en públicos en pesos para sostener su precio, ante la eventual presión vendedora por parte de los inversores que buscarán hacerse de los bonos dolarizados precisamente con el dinero resultante de esas ventas.
“Es importante ver qué desarman los bancos, que no se querían ir de las Leliqs. Tienen ganas de reducir exposición al Tesoro, tienen pocas alternativas pero pocas y estaban buscando una salida. Ahora, esa salida se la dan con bonos en dólares. Es como un pasamanos pero la discusión es de dónde salen los pesos”, aportó Gabriel Caamaño, director de la consultora Ledesma. “Si los pesos salen del Central emitiendo para comprar en el mercado secundario los bonos en pesos que no quieren los bancos, eso es monetariamente expansivo”, amplió. En otros términos, tendrá impacto inflacionario.
La magnitud de ese impacto es complejo de evaluar ya que todo dependerá del volumen y timing de las operaciones. Un informe privado que circula entre los inversores señaló que, en términos prácticos, podrían ponerse a la venta unos USD 15.000 millones nominales de bonos AL (Bonares) para esta nueva oferta, mayormente en poder del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses y sin contar los que estén en poder del BCRA, con un valor de mercado de USD 3.750 millones, Eso implicaría un horizonte de financiamiento en pesos para el Tesoro de 1,5 billones de pesos. Fuentes oficiales consultadas por Infobae ubicaron ese número más cerca de los 2 billones. La cifra, maná del cielo para financiar las cuentas públicas, podría terminar teniendo el efecto contrario al que pregonaron desde el Gobierno.
“A menos que sea el Banco Central el que venda bonos en dólares para recibir pesos, no hay ningún fenómeno de contracción monetaria, Por el contrario, si el Central emite para intervenir en el mercado secundario, eso es expansivo”, coincidió Federico Furiase, economista de la consultora Anker.
Seguir leyendo: