Lo que hace un par de meses era solo una sospecha, ahora ya se transformó en certeza. La economía argentina se encamina inexorablemente a una recesión, que incluso podría ser la más severa desde 2009. Cada semana que pasa se van corrigiendo los cálculos a la baja, ante la confirmación de un escenario muy negativo por donde se lo mire. La sequía histórica que sufre el campo argentino domina todas las proyecciones. El fenómeno fue considerado como un “cisne negro” por Portfolio Personal Inversiones (PPI) en un informe a sus clientes. Esto significa que se trata de algo que no estaba en los cálculos hace algunos meses. Si bien era conocido que la falta de agua ocasionaría problemas, ni el más pesimista esperaba este escenario, a esta altura considerado dramático.
PPI remarca que el país se quedará sin superávit comercial este año, mientras que las importaciones sufrirán una poda de al menos USD 11.000 millones. “La sequía impactará directamente en 2,1% sobre el PBI. Pero a eso se debe agregar que recrudecerá el cepo a las importaciones, con un impacto difícil de cuantificar”. Los últimos cálculos indican que el PBI podría sufrir una caída de 3%, aunque el peligro es que se siga revisando a la baja.
Los últimos cinco meses del 2022 fueron recesivos, con caídas mes a mes, y el arranque de 2023 no mostraría una reversión de esta tendencia. Pero lo más preocupante viene más adelante, a partir de una sequía que ya le pegaría 2% al nivel de PBI este año
La economía creció 5,2% en 2022. Pero aquella expansión tuvo la particularidad que casi todo se concentró en el primer semestre, continuando con el rebote post pandemia del 2021. En cambio, los últimos cinco meses mostraron caídas consecutivas, en el nivel de actividad. Todo indica que esta tendencia se acentuará en estos primeros meses del año. Y para adelante no hay señales de mejoría, todo lo contrario.
Además de los efectos que empiezan a ser palpables de la sequía en la actividad, existen otros elementos que jugarán en contra en 2023, con el consiguiente impacto en las elecciones presidenciales. Estos son algunos de los más relevantes:
-La inflación no afloja e impacta en los salarios: El arranque del 2023 no podría haber sido peor, con aumentos por arriba del 6% en el índice y subas de 9,8% en alimentos solo en febrero. Es inexorable que esto impacte negativamente sobre los ingresos, que siguen perdiendo poder adquisitivo. Este efecto se sintió menos en 2022, porque la caída de salarios fue compensada por el aumento del empleo, especialmente en el sector informal. Pero este año la caída de la actividad económica jugará en contra de la creación de puestos de trabajo, a lo que se sumará la caída de los ingresos en términos reales.
-La tasa de interés se ajustaría al alza: el Banco Central debe tomar una decisión en la reunión de directorio de hoy, pero hay altas chances que tendrá que aumentarlas ante el nuevo impulso de la inflación. Esto implica un mayor costo para las empresas y un encarecimiento del crédito, que también impactará en el público a la hora de financiarse con la tarjeta de crédito o con préstamos personales.
-Incertidumbre electoral: la cercanía de las elecciones no favorece a la actividad económica. Esto sucede porque se postergan decisiones de inversión o de compra a la espera del resultado de las elecciones. Es un fenómeno clásico en la Argentina, que además se caracteriza por un aumento de la dolarización y consiguiente presión sobre el mercado cambiario en los meses previos a los comicios. Estas tendencias se ven incluso exacerbadas por las PASO, que se realizan a principios de agosto.
-Contexto internacional convulsionado: a la fuerte suba de las tasas de interés en los mercados desarrollados se suman ahora las crisis bancarias, primero en Estados Unicos con Silicon Valley Bank y luego con Credit Suisse en Europa. Todo esto genera mayor salida de fondos de mercados emergentes, provocando una fuerte suba del riesgo país y dificultando a las empresas las posibilidades de financiamiento.
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