Si hubiera que elegir el mejor piloto argentino de automovilismo de todos los tiempos, seguramente el nombre del “Quíntuple” Juan Manuel Fangio sería el que todos señalarían sin demasiadas dudas. Pero eso no significa que no haya habido otros que incluso brillaron en la mismísima Fórmula 1 con luz propia, como José Froilán González o Carlos Alberto Reutemann, pero que quedaron un poco opacados por el brillo del balcarceño.
En el mismo sentido, si hubiera que elegir el mejor corto publicitario de autos filmado en Argentina en toda la historia, probablemente no habría demasiadas dudas y todos optarían por el famoso spot rodado en 1974, en el que la nueva Ford F-100 fue lanzada desde un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina en las pistas de aterrizaje de la “I Brigada Aérea El Palomar”.
Sin embargo, también hubo otros comerciales que dejaron una marca inolvidable en la memoria de los argentinos, especialmente en la década del 80, porque sin llegar al extremo de caer de un avión, tenían escenas de acción verdaderamente espectaculares.
Se podría recordar rápidamente aquel de un Ford Taunus haciendo de “torero”, o la persecución entre un Taunus sedán y una coupé por el puerto de Buenos Aires, en la que el segundo auto terminaba saltando y atravesando un container de un camión que se cruzaba en su camino. Y también los que hizo Renault Argentina, especialmente con las distintas versiones del Renault 18 en esa misma década y la siguiente.
En esos años, la filial de la marca francesa tenía un nutrido programa de competición en el automovilismo local, participando en el Campeonato Argentino de Rally, en el de TC 2000 y contando desde 1980 con el mejor semillero de pilotos, la Fórmula Renault, que había dejado de ser Fórmula 4 precisamente porque Renault había decidido apoyar la formación de jóvenes talentos equipando a todos los monopostos con sus motores, además de otorgar una interesante escala de premios para contribuir a ese desarrollo.
Entre los pilotos de pista del “rombo” estaban Juan María Traverso, Miguel Ángel Guerra, Silvio Oltra, Gustavo Del Ohanessia, Miguel Ángel Etchegaray, Luís Belloso, José Luís Di Palma, y varios más. Entre los de rally, Jorge Recalde, Ernesto Soto y Gabriel Raies eran los más famosos de un grupo de notables pilotos que corrían con Renault 18 o Renault 12. Y Renault decidió que buena parte de ellos fueran también protagonistas de los cortos publicitarios, en los que se ponía mucho empeño para que sean verdaderamente impactantes.
En 1988, para el lanzamiento del Renault 18 TXE, se produjo uno de los comerciales más recordados, “Cacería del Zorro”, en la que un auto de color rojo era perseguido por los cazadores, a lo largo de los caminos de la zona de Chapadmalal, en las cercanías de Mar del Plata. Los pilotos de Renault fueron los encargados de conducir los autos, mostrando su destreza, con saltos, trompos y derrapes a bordo de los TXE.
José Luís Di Palma es el hijo mayor del recordado Rubén Luís Di Palma. Probablemente sea el piloto argentino que más comerciales protagonizó. Comenzó en esos años 80, primero acompañando a su famoso padre y después participando cuando todavía era muy joven. Hoy sigue siendo contratado para conducir autos en los rodajes.
“Lo que tenía de curiosa la filmación en esos años, era que se hacía con rollos de película”, le cuenta hoy a Infobae. “Esa película venía enrollada en un carretel largo, de 122 metros que después había que revelar, igual que las fotos. Entonces grabar era un proceso muy largo, muy complejo y muy caro. Vos podías grabar a 25, 50, 75 o 100 cuadros por segundo. Como las publicidades eran para televisión pero también para cine, se grababa con una calidad superior, entonces cada escena se llevaba un rollo.”
La rutina para los pilotos era completamente distinta a la habitual. Si bien en el momento de la acción, la velocidad y el vértigo estaban presentes, las jornadas de grabación eran muy largas, con pausas bastante frecuentes y prolongadas.
“Los días de rodaje empezaban muy temprano. Había que preparar los autos, pero también los equipos de filmación, la iluminación, los generadores de electricidad y los eventuales vehículos en los que se colocaran cámaras. Tengan presente que no eran cámaras chicas como las digitales de hoy, sino cámaras de cine. Siempre hubo muy buenos servicios de catering para acompañar el día de grabación. Más o menos son unas 200 personas las que intervienen en las locaciones donde se filma”, dice Di Palma.
“El trabajo es muy interesante, porque te muestran lo que se va a grabar en una especie de libro de Comic que se llama Storyboard, donde la agencia y el cliente (en este caso era Renault), deciden las secuencias del comercial. Vos tenés que adaptarte, pero también buscar que lo que ellos se imaginaron, sea posible hacer con un auto. Por ejemplo, hacer derrapar un auto de tracción delantera es complicado, tenés que usar el freno de mano, hacer la maniobra en tres partes para que la graben en distintos planos y puedan después editarla como una sola”, explica.
Además de piloto en los autos de la grabación, Di Palma es también piloto en los “cámara-car” que siguen una secuencia en movimiento, o también asesor del director o el creativo de la agencia.
“No siempre se puede hacer la maniobra que imaginan o han visto en algún video del exterior. Pero siempre hay que intentarlo. La predisposición es fundamental, porque lo que ellos esperan es que vos los ayudes con una idea. Con el tiempo aprendés algunos trucos sencillos que te pueden salvar. Yo, por ejemplo, siempre me llevo sogas, cadenas, eslingas, y taquitos de madera o pequeños trozos de caños, que uso para poner el auto en condición crítica para hacer ciertas maniobras. Entonces trabás el espiral de la suspensión para que el auto quede más rígido y no role tanto como los de calle. Entonces así podes sacar eso que el director te pidió”.
Aunque para los pilotos, manejar un auto de calle es más sencillo que uno de carreras, hay otro obstáculo que deben sortear con oficio y mucho cuidado. El auto no se debe romper.
“Le ponen especial dedicación a que los autos estén todo el tiempo impecables, muy limpios. Hay lugares donde rodamos, en los que hay mucha tierra y el trabajo de limpieza es constante. Cada vez que sale el auto a grabar, está pulcro como si fuera recién sacado de la fábrica. Pero además, no tenemos posibilidades de probar las maniobras, ni de tener el auto unos días antes para poder conocer profundamente las reacciones. Así que el trabajo requiere ser muy serio y responsable”, agrega este piloto arrecifeño con apellido ilustre.
Diez años después, José Luís participó junto a uno de sus hermanos, el carismático Marcos Di Palma, de otra grabación que quedó en el recuerdo de mucha gente. Era el comercial del Renault Clio a que llamaron “Pacto con el Diablo”, cuyas escenas de acción se rodaron en el camino de las Altas Cumbres, en Córdoba. En ese corto publicitario, un conductor viaja en su Clio rojo por los sinuosos caminos de montaña, y entrando a una curva aparece un camión superando a otro, es decir, ocupando la mano del protagonista del film.
La escena se detiene justo antes que el Clio choque de frente con el camión, y en ese instante entra en escena el diablo en el asiento trasero, ofreciéndole su vida a cambio de su alma. Luego de una discusión, el conductor dice “¡El que no sabe nada de autos sos vos!”, y acto seguido esquiva el camión y pasa entre éste y el precipicio, haciendo desaparecer a su ocasional acompañante.
“Ese comercial se demoró porque faltaba un trípode para poner una cámara en el helicóptero. Lo mandaron a pedir a Estados Unidos y dos días después estaba en La Cumbre y seguimos grabando. El dinero que gastaban era increíble. Cuando terminamos de rodar en la montaña y había que hacer las tomas del diablo en estudio, como la cámara era muy grande y no entraba en el Clio, decidieron cortar el auto al medio. Ahí pudieron grabar”, relata Di Palma.
Más allá de los comerciales de Renault, “Jose” trabajó con otras marcas. Su primer trabajo fue con Ford, para un comercial de Ford Fiesta que se grabó en el estacionamiento del Shopping Unicenter, en la Zona Norte del Gran Buenos Aires.
“El shopping todavía no se había inaugurado, así que teníamos la playa subterránea para nosotros solos. Era un día de lluvia, no me olvido más. Me pidieron que haga trompos entre las columnas del estacionamiento y al final, el director, que era ‘Pucho’ Mentasti, agarró la cámara y me dijo ‘ahora vos encarame directo a mí y cuando estés encima, hacé la maniobra que quieras’. El pensaba que yo tenía el total control del auto, pero la verdad es que entre el piso mojado y que estaba recién pintado, el auto deslizaba muy fácil. Hoy, mirándolo a la distancia, creo que no lo pisé de casualidad”, se rie José Luis.
El mayor de los hijos del “Loco” Di Palma, tiene más de 50 rodajes, no solo para publicidad de automotrices, también grabó escenas de autos en comerciales de otras marcas y en películas.
“Solo una vez cometí un exceso grabando un corto del Clio Sport en Caviahue, en Neuquén. Maltraté el embrague y quedó muy corto. Me asusté porque no había otro auto. Si se rompía había que suspender la grabación con el costo que eso tiene. A la noche, llamé a un mecánico amigo y le pregunté qué podía hacer. Me dijo cómo tratarlo y así fui, cuidándolo el día y medio que quedaba de grabación. Ellos nunca se enteraron y pudimos terminar sin problemas”, recuerda.
“Es divertido y es anónimo, porque en el corto sale el actor o el protagonista en el auto. Nosotros somos los extras que nunca se ven. A veces si soy yo el que se ve, pero nadie sabe porque me disfrazan para parecer el personaje del comercial. De hecho, tenemos prohibido sacar fotos. Antes de empezar te hacen firmar un papel que lo dice expresamente, aunque en las tomas esté lleno de gente con los celulares sacando fotos, nosotros no podemos hacerlo”, finaliza Di Palma.
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