El dato de inflación del mes pasado conocido ayer, de 6,6%, confirmó el descalabro del precario equilibrio que se había alcanzado hacia fines del año pasado en la política monetaria. Si ya el IPC de enero volvió a poner sobre la mesa de debate del Banco Central la necesidad de volver a ajustar la tasa de interés, el registro de febrero combinado con la expectativa y datos preliminares respecto a la evolución de los precios en marzo, confirma que mañana la entidad monetaria volverá a subir la tasa de interés, después de seis meses de mantenerla sin cambios.
Ése es, además, el compromiso con el Fondo Monetario, que reiteró en su comunicado del lunes el consenso alcanzado con las autoridades argentinas sobre la necesidad no sólo de mantener tasas reales positivas sino, también, políticas de competitividad cambiaria. Ese entendimiento se traducirá, como primera reacción, en un nuevo incremento de la tasa de referencia, con su consecuente impacto sobre los depósitos a plazo fijo. La magnitud de la suba está todavía en plena discusión entre los funcionarios del equipo económico y, por supuesto, el directorio del BCRA, pero no se descarta que se trate de algo más que un “retoque”. Actualmente, la tasa de política monetaria, la que rige para el pago de intereses de las Leliqs y de plazos fijos a 30 días, se ubica desde septiembre del año pasado en 75% anual (107,5% efectiva anual), lo que equivale a 6,25% mensual.
Ese nivel quedó ya por debajo del ritmo de suba de precios del mes pasado y todo indica que también de marzo. De ahí que lo que estaba meramente en análisis en los últimos días, ahora fuentes oficiales lo dan como un hecho. “Con el dato de inflación, no hay chances de evitarlo”, aseguró un funcionario a Infobae, quien no descartó que se trate de una suba marcada y no de un retoque de apenas 2 puntos porcentuales.
A la par de sostener las tasas reales positivas, la gestión económica vuelve a enfrentar el dilema sobre el ritmo de devaluación. Durante un breve e inédito período desde que asumió el gobierno de Alberto Fernández, la suba del dólar oficial le ganó a la inflación durante el último bimestre del año pasado. Eso hizo que el Banco Central redujera el ritmo durante enero y, a pesar del IPC de ese mes, también en febrero. Así, el dólar oficial volvió a correr por detrás del resto de los precios de la economía, a pesar de la promesa del equipo económico de no atrasar más el precio del billete.
“A fin del año pasado, el dólar le ganó a la inflación pero sólo porque la inflación bajó a 5% por el efecto de la carne que ahora se revirtió. Pero cuando la inflación volvió a subir, no se aceleró el ritmo de devaluación para compensar, de hecho desde enero lo sube a un ritmo de 5,5% mensual. Ahí lo único que puede hacer el Banco Central es evitar que se le escape mucho”, sostuvo Martín Polo, economista a cargo del departamento de Estrategia del Grupo Cohen. En otros términos, para evitar una profundización del atraso cambiario y cumplir mínimamente con la política que exige el FMI, el BCRA deberá acelerar el paso. Otra vez, fuentes oficiales advirtieron que también ese plano “está todo” bajo análisis.
Desde la consultora financiera Delphos interpretaron que el anuncio del FMI implica que “se mantendrán las tasas de interés reales positivas y la competitividad cambiaria. Esto implicaría acelerar el ritmo devaluatorio desde 5,4% mensual en los últimos días a la inflación de febrero, superior al 6% mensual. En esta línea, la inflación de marzo podría plantear desafíos importantes al nivel actual de tasas de interés”.
Una dificultad adicional plantea otra exigencia del Fondo: ante la posibilidad de intervención oficial mucho más acotada en el mercado del dólar financiero, la política de tasas adquiere mayor relevancia a la hora de evitar la ampliación de la brecha cambiaria que, al igual que una devaluación del dólar oficial, impulsa la suba de la inflación, actualmente en niveles superiores al 100% interanual, tal como informó ayer el INDEC.
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