El Ministerio de Economía considera que la aceleración inflacionaria que tuvo lugar en febrero estuvo marcado de manera decidida por una combinación de efectos cruzados: la sequía, que impactó en el precio de carne y lácteos, una brecha cambiaria que penetra de manera cada vez más generalizada en el sistema de precios, una inercia cada vez más difícil que perforar, un grupo de bienes que salieron del sistema de controles y que aumentaron por encima de lo previsto y hasta de la ola de calor que, aseguran, tuvo un efecto en algunos productos frescos en particular.
El equipo económico se sumergió luego del dato de inflación de febrero que dio a conocer el Indec a hacer un control de daños y a analizar qué números, qué variables y qué elementos que quedaron fuera de su radar explicaron el salto tan marcado de la inflación en febrero, que marcó un 6,6%, pero especialmente el índice núcleo (7,7%), que marca de manera más cristalina, al descartar bienes y servicios regulados o estacionales, cuál es el comportamiento del ritmo de precios.
En los despachos oficiales remarcaron, en ese sentido, que el elemento que explica de forma más determinante el 6,6% de inflación de febrero fue el aumento promedio de 21,5% de carnes y derivados, que representa un 10% del total del rubro Alimentos y Bebidas. De hecho, aseguraron que si se quitara de la ecuación ese aumento puntual el IPC hubiese estado por debajo del 6 por ciento.
La disparada de precios de la carne fue adjudicado por el equipo económico a un efecto directo de la sequía. “En su momento hubo una sobreoferta de carne y ahora está en falta”, resumió una alta fuente del Ministerio de Economía. “Tuvimos una caída en la oferta que tuvo un impacto en los precios”, consideró. A este mismo factor atribuyen, también, un comportamiento similar en los lácteos. Un funcionario también remarcó, como una explicación adicional, que la ola de calor de las últimas semanas impactó en la producción de productos frescos, con su efecto en precios correspondiente.
Hay otro elemento que tuvo incidencia, aunque en menor medida: un grupo de bienes que dejaron de formar parte del esquema de controles de Precios Justos en la nueva etapa que comenzó el mes pasado “salieron” con aumentos más altos de lo esperado por la Secretaría de Comercio. Llegaron a detectar, en ese conjunto, remarcaciones que rondaron el 9 por ciento.
A diferencia del canal tradicional, el circuito de grandes superficies comerciales tiene un esquema de inspección de cumplimiento más efectivo. Para los almacenes y comercios de barrio el flujo de información y la penetración de los controles es más vidrioso y eso genera una brecha.
Otra brecha que, de forma más decisiva, tuvo un impacto en el sistema de precios, es la cambiaria. En el equipo económico aseguran que la emisión monetaria que vino acompañada del esquema de dólar soja tuvo un “primer impacto en los dólares paralelos y eso se filtró a los precios”. Como segunda instancia, esa suba de la brecha también penetró en las expectativas y en la formación de precios.
Por lo pronto, en el Ministerio de Economía consideraron que la inercia inflacionaria es cada vez más difícil de perforar. “Tenemos que trabajar para poder quebrarla”, aseguraron. Además, por el momento eligen no recalcular la meta de inflación anual, de 60%, pero reconocen que sus posibilidades de cumplimiento efectivo están en duda tras los dos primeros datos de inflación mensual.
Por eso, creen, el hecho de mantener ese 60% responde menos a señalar un objetivo viable a lo largo de 2023 que a tener un número que actúe como aspiración. Así, su peso como “meta” propiamente dicha pasa a ser menos vinculante. “Apuntamos a un 3% mensual”, insistieron, aunque mencionaron no tener una hoja de ruta predeterminada para llegar a ese número.
“Queremos salir campeones, pero si clasificamos a la Copa Libertadores estamos bien”, graficaron desde el quinto piso del Palacio de Hacienda. Y continuaron, siempre en clave futbolística: “Si en un partido te fue mal hay que asumirlo, pero el sistema de juego es bueno y el siguiente lo tenés que ganar”. En el vestuario el pizarrón no muestra, por el momento, que haya preparada una jugada nueva para sorprender al rival.
La tiza marca que las señales fiscales y monetarias que tiene en carpeta el equipo económico son consideradas suficientes. En ese sentido, aseguran que el sostenimiento de la meta de reducción del déficit con el FMI en un contexto de sequía -que implicará menores ingresos al fisco por retenciones- ya actúa como un mensaje inicial y que no se requieren gestualidades más contundentes. Y este jueves el Banco Central decidirá si aplica su primera suba de tasa de interés en medio año.
Tras el 6,6% que marcó el IPC de febrero, el viceministro y secretario de Programación Económica Gabriel Rubinstein consideró que “el dato es sin duda muy malo”. “Las condiciones climáticas están impactando en la producción y precios de los alimentos, seguimos trabajando en políticas fiscales y monetarias que sean consistentes con tasas de inflación mucho más bajas, junto a políticas de ingresos (acuerdos con empresas y otras) que coadyuven a frenar los aspectos inerciales de las altas tasas de inflación”, cerró.
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