El dólar “blue” perdió la inercia alcista en el último mes. A $375 para la venta en el reducido mercado paralelo, el billete de EEUU anotó una pérdida de seis pesos o un 1,6% en febrero, para interrumpir una serie de tres meses consecutivos de ascensos por encima de la inflación.
De esa forma, el ahorrista en dólar libre perdió en febrero contra cualquier otra opción de inversión minorista. Si hubiese puesto su dinero en plazo fijo, hubiese recibido una tasa del 6,2% en un plazo fijo convencional. Si hubiese elegido un plazo fijo en UVA, ajustado por inflación, hubiese recibido un rendimiento similar: el índice inflacionario de febrero no se conoce pero los consultores lo estiman por encima del 6 por ciento.
Quién compró 1.000 dólares en el mercado paralelo el 31 de enero, debió desembolsar 381.000 pesos. De acuerdo a la cotización de cierre de febrero, hoy su capital vale 375.000 pesos.
En lo que va de 2023 el dólar libre sostiene una ganancia de 8,3% o 29 pesos. Y con un dólar mayorista a $197,16, la brecha cambiaria queda en el 90,2%, tras haber alcanzado un pico de 108% en enero.
En este aspecto, cabe destacar que el tipo de cambio oficial anotó un aumento de 20 pesos o un 11,3% en el primer bimestre de 2023, por encima de la ganancia de los dólares paralelos y acoplado al nivel de inflación, al punto tal que la devaluación del peso regulada por el Banco Central empieza a ser el mejor predictor del ritmo de ascenso de los precios de bienes y servicios.
En el último semestre, la inflación acumuló -con una estimación de 6% para febrero- un 39,7%, frente a un ascenso del tipo de cambio oficial de 42,3% (desde $138,60 a $197,16), y un avance del dólar libre de 28,9% (desde $291 a $375).
“Con un crawling-peg (devaluación gradual) un escalón por encima ya más cerca del 6%, éste podría actuar como antesala de una reanudación de la suba de tasas por parte del BCRA en caso de extenderse la aceleración reciente de la inflación, ya que no queda espacio para acumular mayor pérdida de competitividad dentro de un escenario de drenaje de divisas y desafiantes metas de reservas con el FMI”, dijo el economista Gustavo Ber.
La devaluación del peso regulada por el Banco Central empieza a ser el mejor predictor del ritmo de la inflación
Los expertos de Ecolatina observaron en los últimos meses “un alineamiento de las variables nominales (inflación, tasa de interés y ritmo de depreciación); continuas intervenciones del BCRA en el mercado de deuda en pesos que contribuyeron a favorables canjes del Tesoro; y el cumplimiento de la meta de reducción de la asistencia monetaria directa por parte del BCRA”.
“Ahora bien, las bases sobre las cuales se sostiene esta mayor parsimonia siguen siendo vulnerables. En este sentido, y frente a los riesgos que se avizoran para este año, el éxito inicial del ‘plan Massa’ constituyó una condición necesaria pero no suficiente para evitar una corrección desordenada y transitar un 2023 de elecciones sin crisis, dejando varias incógnitas por resolver”, apuntaron desde Ecolatina.
En ese sentido, un informe de Adcap Grupo Financiero detalló que “diciembre fue el cuarto mes con caída del PBI y si no hay crecimiento genuino, hasta diciembre habrá caída de actividad este año. Hay que sumar el impacto de la sequía y las heladas en el PBI -estudios proyectan pérdidas por soja, maíz y trigo de más de 2% del producto bruto- y que las exportaciones van a estar ‘pisadas’. El resultado sería un 2023 con menor actividad, menores importaciones y más cepos”.
“Con el objetivo de dilatar una devaluación fuerte y bajar la inflación, Massa está dispuesto a enfriar la economía vía menos importaciones”, coincidió Juan Manuel Valenti, analista de Activos Financieros de Wise Capital.
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