Si las importaciones virtualmente se frenaron en los últimos cuatro meses -en enero apenas crecieron 2,5% interanual-, las expectativas para lo que resta del año no son para nada auspiciosas, más allá de que es un año electoral y el Gobierno hará lo imposible para evitar paradas de plantas importantes y afectación del empleo.
Las negociaciones que el equipo económico han llevado adelante con el staff del Fondo Monetario Internacional, (con un equipo en Washington y el ministro Sergio Massa en la Cumbre del G20 en la India) para modificar las metas de reservas del año, dan la pauta de que la situación de las divisas es sumamente delicada y que la variable de ajuste, una vez más, serían las importaciones.
De todos modos, durante el fin de semana fuentes del organismo y de Economía dejaron trascender que entre lunes y martes se anunciará una sustancial reducción en la meta de acumulación de reservas, tanto a nivel trimestral como anual, y que los argumentos expuestos serán la guerra en Ucrania y la actual sequía.
Más allá de esta flexibilización, una tercera edición del “dólar soja” podría sumar ayuda, aunque la falta de lluvias está afectando tanto la producción de soja y maíz -ya lo hizo con el trigo- que, más allá de los incentivos, habrá mucho menos cosecha para liquidar este año. Y en un escenario pre-electoral, con un dólar oficial con atraso, brecha alta y multiplicidad de tipos de cambio, los productores que tengan espaldas evitarán vender hasta no saber qué hará el próximo Gobierno.
La tercera edición del “dólar soja” podría ayudar, pero la sequía está afectando fuerte la producción de soja y maíz -ya lo hizo con el trigo-
“Más restricciones a las importaciones hay y las va a haber porque estamos muy complicados con la meta de acumulación de reservas del primer trimestre. Va a haber que pedir un waiver al FMI, pero hay que procurar achicar la distancia lo más posible para que no se complique mucho ese frente con el organismo”, había afirmado una fuente oficial antes del reciente anuncio sobre el cambio de metas.
Lo que ahora resta saber -duda que se despejará en breve- es cuál será finalmente el objetivo de reservas que el Gobierno debe cumplir para fines de marzo y si ello les da un amplio margen de maniobra en un año electoral. “El FMI no nos va a empujar al precipicio a meses de las elecciones. Aunque a esta altura no le guste casi nada ni tiene mucha opción”, reconoció la fuente consultada. Por ahora, no obstante, en el Banco Central y en el Palacio de Hacienda mantienen la cautela con el manejo de la disponibilidad de dólares propios.
En la UIA reconocen que diciembre y enero fueron meses complicados en materia de acceso a las divisas y que por eso mantuvieron varios encuentros con el equipo económico en las últimas semanas. El presidente de la entidad, Daniel Funes de Rioja, se reunió con Sergio Massa; y luego el secretario de Comercio, Matías Tombolini, visitó la sede fabril de Avenida de Mayo para reunirse con el comité ejecutivo de la entidad y dialogar sobre este tema.
Tras estos encuentros, finalmente se oficializó la participación del director ejecutivo de la UIA, Diego Coatz, de la mesa de seguimiento que funciona en la órbita de la Secretaría con el fin de identificar los problemas y aportar previsibilidad a la industria.
“La situación es inquietante, especialmente cuando sabemos que van a faltar dólares. Pero estamos remarcándole al Gobierno permanentemente que, si la industria se para, ¿quién la hace arrancar de nuevo?”, dijo una alta fuente de la entidad, quien agregó que “la solución no pasa por inventar esquemas, sino en buscar más acuerdos como el que se está negociando con Brasil y Uruguay de hacer los pagos en moneda local y luego un clearing cada determinada cantidad de días. China e India también han propuesto mecanismos paliativos”.
La situación es inquietante, especialmente cuando sabemos que van a faltar dólares. Pero estamos remarcándole al Gobierno permanentemente que si la industria se para, ¿quién la hace arrancar de nuevo? (UIA)
En la central fabril aseguran que cuando les llegan casos de empresas en situación crítica se los elevan a Comercio y finalmente les terminan aprobando las importaciones (SIRA), pero requieren de un trabajo permanente. Actualmente, sólo en el sector de alimentos y bebidas hay unas 1.000 SIRA pendientes por unos USD 75 millones. De todos modos, no corren la misma suerte las empresas que no tienen a quién recurrir para agilizar el trámite, en particular cuando se trata de las pequeñas o medianas compañías.
La preocupación de los industriales radica en que, por un lado, las negociaciones con esos países por el pago en moneda local no van al ritmo deseado; y por otro, que se ve a las claras que el Gobierno no tiene forma alguna de cumplir con la meta del FMI y las importaciones siempre son la variable de ajuste. La novedad del cambio de metas fue bien recibida por los empresarios, quienes ahora esperan los números concretos para tener un panorama hacia adelante de cómo serán administradas las SIRA. Nadie imagina, de todos modos, una mayor liberación de dólares que lo que sucedió hasta ahora. A lo sumo, podrían sostenerse como en la actualidad.
Los números, hasta ahora, son alarmantes. A fin de marzo el BCRA debía tener acumulados unos USD 7.825 millones de libre disponibilidad y hoy apenas cuenta con más de U$S 3.000 millones. Peor aún, hasta marzo, “sólo resta perder, a menos que se adelante un dólar soja 3 y se liquide algo con eso”, afirmó otra fuente oficial. Por eso la urgencia de cambiar la meta.
A fin de marzo el BCRA debe tener acumulados unos USD 7.825 millones de libre disponibilidad y hoy apenas cuenta con más de USD 3.000 millones
Un informe de la consultora Ecolatina sostiene que el Gobierno seguirá viéndose forzado, por lo escasos márgenes de acción, a instrumentar una política económica contractiva, (tasas de interés reales positivas, recortes del gasto fiscal primario), en un contexto de “evidentes límites de la realidad para desvíos expansivos en el marco de las metas acordadas con el FMI”.
Y agrega, “además, se mantendrá el esquema de administración de las escasas divisas, donde continuarán los controles a las importaciones (o incluso aumentarían), poniéndole un límite a la expansión potencial de la producción y del consumo, vía complicaciones en el abastecimiento de insumos y bienes finales”.
De ahí que concluye Ecolatina que “el 2023 será un año complejo para las aspiraciones electorales del oficialismo, con 0% de crecimiento de la economía y una tasa de inflación en torno al 100%, sin mejoras respecto a lo evidenciado el año anterior”
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