El impacto de la sequía ya comenzó a sentirse en la economía, incluso con más dureza y mayor anticipación de lo previsto. Los recientes números oficiales difundidos ayer reflejan en enero un fuerte golpe para la recaudación y también para el nivel de importaciones, que difícilmente se revierta en los meses siguientes. Los datos revelan que el problema que enfrenta la Argentina en este 2023 va mucho más allá de las dificultades para sostener el nivel de reservas y el compromiso de acumulación en el acuerdo con el FMI.
De esta forma, enero significó el regreso de los déficit gemelos, ya que tanto la situación fiscal como la balanza comercial finalizaron con significativos rojos.
La caída de exportaciones implicó que en enero la balanza comercial terminó con un déficit de USD 484 millones, cuando el año pasado el superávit había llegado a casi USD 300 millones.
“Las exportaciones alcanzaron el menor nivel de los últimos dos años, hay que remontarse a febrero de 2021 para encontrar un valor inferior. No mostraban una caída tan grande en términos anuales desde junio de 2016, excluyendo el 2020, en plena pandemia”, señaló un informe elaborado por la consultora Abeceb.
De acuerdo a los valores reflejado por el INDEC, las cantidades exportadas cayeron nada menos que 13,3% en términos interanuales, aunque esta disminución fue parcialmente amortiguada por los precios, que mostraron una suba de 1,6%. Las exportaciones de productos primarios cayeron un sustancial 42,5% interanual, mientras que dentro de este grupo la venta de cereales se contrajeron 51,6%.
Las menores exportaciones también repercutieron en los ingresos, con una fuerte caída de las retenciones. La situación fue reconocida por la propia secretaría de Hacienda. Los ingresos del sector público “se vieron afectados por la severa sequía que impacta de sobremanera en el rendimiento de principales productos exportables, ocasionando una gran merma en la recaudación asociada a los tributos del comercio exterior del Estado Nacional”, indicó.
El resultado final arrojó un aumento de la recaudación del 92%, por debajo de la inflación, mientras que el gasto aumentó un notable 111%.
El déficit primario superó los $200.000 millones y el rojo financiero, que incluye el pago de intereses de la deuda, ascendió a $537.000 millones. Ese agujero fiscal puede ser financiado de dos maneras: más deuda emitida por el Tesoro o directamente emisión monetaria. Este deterioro de las cuentas públicas complica todavía más los planes del ministerio de Economía para reducir el déficit fiscal.
A la par de la fuerte disminución de los ingresos por retenciones también siguieron en aumento los subsidios económicos, que crecieron 133%, mientras que los energéticos aumentaron 119%. Esto deja en claro que los aumentos de tarifas aún se encuentran a menos de la mitad de camino para reducir el peso en las arcas públicas.
La merma en las exportaciones del complejo cerealero no solo le pega a la capacidad del Banco Central de acumular reservas. Además impacta de manera negativa en la balanza comercial y el resultado fiscal
Además de la reaparición de los déficit gemelos, se descuenta que la sequía impactará igualmente en la actividad económica. El “efecto multiplicador” que tiene el campo en 2023 funcionará a la inversa. Habrá una disminución de la cosecha, una reducción de la venta de combustibles, menos cambio de neumáticos y una menor cantidad de fletes.
Todavía no está totalmente dimensionado el menor ingreso de divisas generado derivado de las menores exportaciones del complejo cerealero a lo largo de 2023. Los cálculos preliminares coinciden en que entrarán alrededor de USD 10.000 millones menos en comparación con el año anterior.
Durante febrero, el Banco Central ya lleva un saldo vendedor cercano a los USD 900 millones, lo que implica un duro arranque del año. La acumulación de reservas provendría casi exclusivamente de préstamos internacionales, al disminuir sustancialmente la capacidad de generación de divisas proveniente de la actividad comercial.
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