La deuda en pesos es el gran “cuco” de cara a las PASO, pero podría dejar de serlo si las negociaciones que llevan adelante los principales banqueros de la Argentina y el Gobierno llegan a buen puerto. La idea es conseguir un refinanciamiento contundente de los bonos en pesos, que vencen en los próximos meses, con la idea de estirar los plazos en forma escalonada hasta el 2025.
Solo en el segundo trimestre del año vencen 6 billones (millones de millones) de pesos y hasta las elecciones la cifra se estira a 10 billones. Son demasiados ceros; al tipo de cambio oficial equivalen a unos USD 50.000 millones. Las conversaciones con la secretaría de Finanzas para ir a un canje voluntario están avanzadas, aunque todavía no se definieron los instrumentos que serán entregados a bancos y fondos comunes de inversión que participen.
El tema excede al actual gobierno y también involucra a la oposición. De hecho, fue una de las principales cuestiones planteadas en el almuerzo que mantuvo la precandidata presidencial de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, con la mesa chica de Adeba, la cámara que nuclea a los bancos de capital nacional. Allí estuvieron su titular, Javier Bolzico, junto a Jorge Brito (Macro), Eduardo Escasany (Galicia) y Andrés Meta (BIND), entre otros.
Lo que no le conviene a nadie
Acompañada por el economista y diputado Luciano Laspina, en la reunión quedó claro que no le conviene a nadie jugar con la idea de un nuevo incumplimiento de la deuda. Uno de los banqueros presentes se ocupó de aclarar de qué se está hablando en materia de deuda: “Refinanciar los bonos en pesos para que venzan en enero de 2024 no le sirve a nadie. Esto no puede ser un problema ni para el Gobierno actual ni para el que asuma el 10 de diciembre”.
La semana anterior un documento opositor había advertido sobre la nueva bomba de tiempo que el kirchnerismo le estaba dejando al próximo gobierno, en referencia a los millonarios vencimientos en pesos que enfrenta el Tesoro en los próximos meses.
“Refinanciar los bonos en pesos para que venzan en enero de 2024 no le sirve a nadie. Esto no debe ser un problema ni para el Gobierno actual ni para el que asuma el 10 de diciembre”, dijo uno de los banqueros que se reunieron con Patricia Bullrich
Estirar los plazos es una estrategia en la que todos ganan, con lo cual es lógico que los intereses estén alineados. En el caso del gobierno actual, porque un canje le permitiría llegar con mayor tranquilidad a las elecciones presidenciales.
La posición de la oposición
La oposición también se beneficiaría porque tendría un escenario más desahogado si le toca gobernar. Y los bancos son los principales interesados en evitar un nuevo reperfilamiento o directamente un default, ya que en el porcentaje de sus activos hay cada vez más bonos.
Por supuesto que para todo marche sobre rieles es fundamental que los depósitos en pesos se mantengan estables. Pero para eso resulta clave evitar situaciones “estresantes” en los meses previos a las elecciones.
Tampoco alcanza con el compromiso del Gobierno de evitar un “reperfilamiento” cueste lo que cueste. Eso implicaría emitir pesos sin limite para pagar los vencimientos de los bonos en pesos que el mercado no esté dispuesto a refinanciar. Repetir una situación parecida a la de junio del año pasado resultaría dramático en la previa electoral, ya que el exceso de pesos presionaría sobre los dòlares financieros y la inflación.
De “candidata a nada” a “proscripta”
Pero mientras avanzan ciertos consensos para encarrilar la situación financiera, la política tiene agenda propia y entra en momentos de grandes definiciones. La conformación de una comisión dentro del Frente de Todos para convencer a Cristina Kirchner que se presente como candidata presidencial resultó la noticia más relevante de la semana. Aunque se trata de una iniciativa que roza el absurdo, es interesante la lectura que surgió de una buena parte del “círculo rojo”: semejante decisión nunca se hubiera tomado sin un guiño de la propia vicepresidenta.
Hace apenas un par de meses fue la propia Cristina la que dijo públicamente que no sería “candidata a nada” en las próximas elecciones presidenciales. Más tarde ahora de una “proscripción”, que no es tal. Y en las últimas horas volvió a tomar impulso la posibilidad de que finalmente sea ella la candidata.
A Cristina le podría pasar lo mismo que a Menem en 2003: fue el candidato más votado en primera vuelta, pero evitó el ballotage, porque hubiera soportado una derrota histórica
Existen dos motivos principales que la impulsan: el primero es que en casi todas las encuestas resulta la candidata más votada y el segundo es que no surge dentro del oficialismo ningún candidato con reales chances de ganar la elección.
A Cristina, sin embargo, le podría pasar lo mismo que a Carlos Menem en la elección de 2003: fue el candidato más votado en primera vuelta, pero ni siquiera se presentó en el ballotage porque hubiera soportado una histórica derrota contra quien luego se transformaría en Presidente, Néstor Kirchner.
La posibilidad de una candidatura de Cristina mantiene en guardia a los mercados. El motivo central que impulsó la recuperación de los bonos y la fuerte suba de las acciones, con subas de hasta 200% en seis meses, es la expectativa de un cambio del ciclo político.
La sola posibilidad de que el kirchnerismo más duro tenga chances electorales es algo que no pasa desapercibido para nadie. Las PASO de 2019 tuvieron un durísimo impacto entre los inversores, que apostaban a una primaria pareja. Aquella victoria de Alberto Fernández por 14 puntos fue un “cisne negro” que provocó pérdidas millonarias en dólares. No habrá muchos ahora dispuestos a tropezar con la misma piedra.
Sergio Massa es el otro que aparece con posibilidades y que cuenta con un caudal propio de votantes. Pero en la reunión de la mesa política del Frente de Todos insistió con lo que viene sosteniendo tanto en público como en privado: “Ser ministro de Economía y candidato a presidente es incompatible, al menos en la Argentina”.
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