En los próximos diez años el rol del dólar de EEUU como principal moneda de reserva mundial sufrirá un retroceso relativo y el actual sistema monetario mundial será reemplazado por uno de tipo “bipolar”, pronosticó Nouriel Roubini, el famoso economista bautizado “Doctor Catástrofe” por haber previsto, entre otros eventos, la caída de la convertibilidad argentina en 2001/2002 y la gran crisis financiera a partir de los créditos hipotecarios en 2008. Además, fue desde el inicio un severo crítico de las criptomonedas, otro fenómeno que se desinfló fuertemente en 2022, aunque en las últimas semanas las especies más importantes, Bitcoin y Ethereum, recuperaron una parte de sus pérdidas.
En un artículo en el Financial Times el economista aseguró que el “exorbitante privilegio” (término acuñado a fines de los 60s por el entonces ministro de Finanzas y luego Premier francés, Valey Giscard D’Estaing) del dólar como moneda mundial tarde o temprano se resentirá a causa, entre otras cosas, de la intensificada rivalidad geopolítica entre EEUU y China.
Roubini va a contramano de Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro de EEUU, quien cree que no hay reemplazo factible para el dólar, pues “Europa es un museo, Japón un geriátrico y China una cárcel”
Roubini reconoce que el dólar ha sido en los últimos casi 80 años la principal “unidad de cuenta”, “medio de pago” y “reserva de valor” (las 3 funciones de una moneda) mundial, que su peso relativo no declinó mucho en ninguno de esos 3 roles y hasta resistió el cambio de un sistema de tipos de cambio fijos a otro de tipos flexibles a principios de los 70s. Pero ahora, prosigue, debido a la decisión de Washington de usar el dólar como arma económica y a la creciente rivalidad geopolítica de Occidente con “poderes revisionistas” como China, Rusia, Irán y Corea del Norte, es posible que la “desdolarización”, que fue a paso glacial en las últimas décadas, se acelere.
Ese proceso sería incentivado además por la emergencia de las monedas digitales de los bancos centrales. Es cierto, reconoce Roubini, que algunos economistas señalan que eso es puro bla-bla y cita al respecto a Lawrence Summers, exsecretario del Tesoro de EEUU, firme creyente de que el dólar mantendrá centralidad monetaria mundial a falta de reemplazo, pues “Europa es un museo, Japón un geriátrico y China una cárcel”.
Déficits y superávits
Otros argumentos son las economías de escala y de red que le permiten al dólar preservar un monopolio relativo como moneda de reserva, rol que el renminbi (nombre oficial del yuan, la moneda china) no puede suplir a menos que Beijing desista del control de capitales y haga más flexible su moneda. Además, admite Roubini, un país que pretenda que su moneda sea aceptada como reserva mundial debe a su vez aceptar –como lo ha hecho EEUU- el incurrir sistemáticamente en déficits externos, de modo de proveer liquidez al resto del mundo. El crecimiento chino de los últimos 40 años se basó en cambio en acumular superávits externos. Hasta ahora, reconoce el Doctor Catástrofe, todos los intentos de crear una moneda de reserva alternativa, incluso los “Derechos Especiales de Giro”, del FMI, no lograron desplazar al dólar de su rol estelar.
Por cierto, si se compara la proporción que el dólar y el renminbi detentan en distintas métricas de economía monetaria internacional, como la que muestra el gráfico de arriba, de un paper de Gita Gopinath, actual subdirectora del FMI, las afirmaciones de Roubini lucen exageradas. En todos los casos, el dominio del dólar es abrumador y el peso del renminbi casi inexistente.
EEUU tiene su propia versión de control de capitales: sanciones financieras contra países rivales y restricciones a la inversión y el comercio de ciertos bienes y sectores, basadas en cuestiones de seguridad nacional
Todos esos argumentos, insiste Roubini, eran válidos, pero lo serán menos en un mundo cada vez más dividido en esferas geopolíticas de influencia, básicamente alrededor de EEUU y China. Por eso, afirma, es probable que en los próximos años emerja un sistema monetario bipolar –no multipolar- en reemplazo del unipolar basado en el dólar.
Completa flexibilidad y movilidad internacional de capitales, dos viejos requisitos, no son tan necesarios, dice Roubini, recordando que ya en la era del patrón-oro el dólar era dominante, pese a la entonces existencia de cambios fijos y controles de capital. Además, remacha, EEUU tiene su propia versión de control de capitales: sanciones financieras contra países rivales y restricciones a la inversión y el comercio de ciertos bienes y sectores, basadas en cuestiones de seguridad nacional.
Petroyuanes
El analista también cita pasos hacia la bipolaridad monetaria, como el hecho de que en diciembre China y Arabia Saudita realizaron su primera transacción en renminbis y que Beijing ofrecería algo similar a los petro-estados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), fuertemente superavitarios en el último bienio, por el aumento de la energía, para que guarden parte de sus reservas en renminbis. Es probable, agrega, que el CCG acepte, pues sus miembros comercian mucho más con China que con EEUU.
El análisis publicado en el FT también relativiza el llamado “dilema Triffin” (por el economista Robert Triffin) de que un país cuyo crecimiento se basa en acumular superávits no puede emitir moneda de reserva, pues haría su posición insostenible. China, afirma, se movería hacia un esquema de crecimiento menos dependiente de los superávits externos, y es anacrónico considerar que EEUU, cuya economía se redujo de cerca de 40 al 20% del PBI global desde la segunda guerra mundial, aún dé cuenta, vía el dólar, de dos tercios de las transacciones internacionales.
Emergentes y vulnerables
Por último, Roubini apunta que las economías emergentes son hoy muy vulnerables a los cambios de política monetaria en EEUU, basada en factores domésticos y que tecnologías como las monedas digitales de los bancos centrales, sistemas de pago como WeChat Pay y Alipay, canjes de monedas como China está haciendo con algunos países (aunque no lo menciona, uno de esos, reciente, es con la Argentina) y que sistemas de transacciones internacionales alternativos al SWIFT (controlado por Occidente) acelerarán el advenimiento de un sistema financiero y monetario bipolar.
Por todo eso, reafirma, es probable que la relativa declinación del dólar como principal moneda de reserva ocurra en los próximos diez años, acelerada por la intensificada competencia geopolítica entre Washington y Beijing.
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