!["Ya en 2021 había habido](https://www.infobae.com/resizer/v2/FU4M6WTRNSRPK4LONW4UUMX54U.jpg?auth=77c250b6454d2c9194115e60fd48b059ab05dceb101fc5316579c618140691d2&smart=true&width=350&height=233&quality=85)
La fuerte suba de los precios de la energía y los alimentos entre el primer y el segundo trimestre de 2022, a raíz de la invasión rusa a Ucrania, son señalados en la mayoría de los análisis sobre el aumento de la inflación en la generalidad de los países a lo largo del año pasado.
Ya en la segunda mitad, sin embargo, tanto los precios de la energía como de los alimentos cedieron respecto de sus picos, y sobre el final del 2022 la mayoría de los gobiernos empezaron a mostrar resultados favorables en su lucha contra la inflación.
Sin embargo, dice un reciente estudio, ya en 2021 había habido un clarísimo aviso de inflación por venir que fue ignorado tanto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como por la Reserva Federal (banco central) de EEUU, más conocida como la Fed y, claro está, también por el gobierno argentino.
El estudio (Shipping costs & Inflation, algo así como “Costos de embarque e inflación”, publicado por la editorial académica Elsevier), fue reseñado en la página en internet del FMI por uno de sus autores, Jonathan Ostry, profesor de la Universidad de Georgetown, quien no se priva de recordar la miopía de la Fed y del propio Fondo.
Dormidos en Washington y Nueva York
Hasta la segunda mitad de 2021, dice Ostry, el presidente de la Fed, Jerome Powell, insistía con la “transitoriedad” de la inflación en EEUU, algo que se disiparía sin necesidad de tomar medida monetaria alguna, e incluso cita que el titular de la Fed de Nueva York, John Williams, sugería que las tasas de interés se mantendrían en torno del 2% hasta 2023, algo que -forzados por las circunstancias- Powell, Williams y sus colegas desmintieron con cuatro sucesivos aumentos de nada menos que 0,75 puntos porcentuales cada uno, que recién hacia fines de 2022 empezaron –aparentemente- a surtir efecto.
Ostry echa sal sobre las heridas y recuerda que también Gita Gopinath, entonces economista jefa y ahora subdirectora del Fondo, cargo al que fue promovida por Kristalina Georgieva, hablaba de “transitoriedad” y decía que no había de qué preocuparse porque las “expectativas de inflación” estaban “bien ancladas”.
![Gopinath, subdirectora del FMI, y](https://www.infobae.com/resizer/v2/6B34WGWSRZAUHFGA7DCSSUJNMU.jpeg?auth=6cdb45b63685d617669a09d3cbd10f66c3f42eeb7d0cd5f7d4a174da15a88dca&smart=true&width=350&height=197&quality=85)
En 2022 todos debieron comerse sus palabras porque ignoraron el extraordinario salto, de nada menos que 600%, que en 2021 habían tenido las tarifas navieras respecto de sus niveles de prepandemia, algo que se explica por el nivel al que habían caído en la peor etapa pandémica, la disrupción de las cadenas de valor y el impacto de las fallidas medidas de Covid cero que impuso China. También se ignoró, dice Ostry, el rebote de demanda a partir del ahorro forzoso de los meses de cuarentena y cuestiones usualmente fuera del radar de los economistas, como factores geopolíticos y de salud pública.
El hecho es que, así como el año pasado se habló hasta el hartazgo del “aumento de la energía y las materias primas”, se siguió ignorando el efecto del previo aumento de los fletes que, según los cálculos de Ostry y sus coautores, Yan Carrière-Swallow, Pragyan Deb, Davide Furceri y Daniel Jiménez, agregó dos enteros puntos porcentuales a la inflación mundial, algo que ningún Banco Central debería ignorar.
Aunque el estudio no lo menciona, porque se centra en el panorama internacional, también el gobierno de Alberto Fernández ignoró el alerta de los fletes, ceguera que en el caso argentino es todavía menos justificable, debido a la incidencia que en su comercio exterior tiene el intercambio con la lejana China.
![Los gráficos dimensionan la importancia](https://www.infobae.com/resizer/v2/7LU4R3XGINFKNIU2BS5FJRPQPA.jpg?auth=7436778caa0faf31fd3b04ed54763a12e7299b0b24a9c6ea61a0384af1742c9a&smart=true&width=350&height=467&quality=85)
Los gráficos de arriba dimensionan la importancia que el aumento de los fletes tenía para la Argentina. El de arriba muestra el aumento del flete promedio en dólares por tonelada importada por el país. El de abajo es más preciso aún, pues muestra el aumento del flete por zonas económicas y evidencia que el mismo había sido mucho más notable en el caso de las rutas que conectan a la Argentina con China que -como ya se señaló antes- sigue siendo el principal abastecedor externo del país.
El más reciente informe del Indec sobre el “Intercambio Comercial” del país recapitula que en diciembre de 2022 el valor unitario del flete internacional fue 4,9% superior al de diciembre 2021 y 75,5% más alto al de diciembre de 2020. Pero mientras el flete promedio de todas las rutas era de USD 148,1 por tonelada, para los intercambios por China el valor era de USD 500, después de haber rozado los USD 750 por tonelada a fines de 2021 y reincidir en torno de esos valores hasta bien entrado el año pasado.
De ahí que, para el comercio con China la Argentina debió soportar un costo de 9,2 dólares de flete por tonelada importada, más del doble de lo que incide en la tonelada importada desde países del Mercosur, más del 67% superior a la incidencia del costo naviero en las compras a la Unión Europea y más del 37% más por encima que en las compras a los países de la exNAFTA, ahora llamada Usmca, por EEUU, México y Canadá.
No es poca cosa, si además se tiene en cuenta que el año pasado China fue el principal proveedor de la Argentina, con más de USD 17.500 millones ó 21,5% de las importaciones del país.
![](https://www.infobae.com/resizer/v2/TXF672RGSZCUNPNR4TDY2I5YBE.jpg?auth=da4b77c404afbf65fdd7cd65e3061347873ad8e023c6f2ed4a393136fd635110&smart=true&width=350&height=233&quality=85)
La cuestión se refleja también en un cuadro de la última edición de la publicación “En contacto, China”, del Instituto de Estrategia Internacional de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), que compara la variación de cantidades y valores de las importaciones desde China en los últimos dos años, en base a los datos de octubre de 2019 (prepandemia), 2021 y 2022.
Así, por ejemplo, puede apreciarse que mientras en ese mes del año pasado la Argentina compró 21% menos de celulares, 28% menos de fertilizantes y 42% menos de glifosato, el valor en dólares pagado por esas cantidades disminuidas de producto fue respectivamente 32%, 106% y 91% más alto que el de igual mes de prepandemia.
Allí se mezclan, por supuesto, cuestiones de precio y de flete que llevan, por caso, a que un aumento del 117% en la cantidad de máquinas para llenar envases compradas a China haya resultado en un aumento del 8.091% en la cuenta a pagar, un crecimiento del 2.526% en el número de grupos electrógenos redundó en pagar 6.208% más dólares y otro de 855% en la cantidad de “máquinas cargadoras” encareció en 1.248% la factura, siempre en la divisa de EEUU.
Por eso, los expertos en el análisis del comercio exterior destacan: “se pague en dólares o en yuanes a partir de los recientes acuerdos entre el BCRA y el Banco Popular Chino, tal vez sería hora de prestar a la incidencia de esas cuestiones sobre la persistente y por ahora indomable inflación argentina”.
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