“Importar un fierro para producir, renovar la flota, generar trabajo y divisas parece una utopía; un laberinto vertical, escalando puestos y pidiendo favores de algo que debiese ser automático y simple. Las empresas pesqueras exportan a razón de 100 a 1 respecto a lo que importan para sus buques: elementos que no se fabrican ni se harán en el país: motores, línea de eje, árboles propulsores, cajas reductoras, acoplamientos, paso variable, radares, sondas, instrumentos mecánicos y electrónicos …”. Catártico, el texto, publicado en un portal pesquero, advertía: “con varios buques parados, peligra la seguridad para navegar por falta de repuestos importados”.
Así las cosas, el ambiente previo a la reunión de este viernes de varias cámaras del sector con el subsecretario de Pesca, Carlos Liberman y el director nacional de Control y Fiscalización Pesquera, Julián Suárez, lucía caldeado, pero se distendió a medida que se acercaba la hora y por la mañana -antes del encuentro- todas las SIRA pendientes (pedidos de empresas pesqueras para importar repuestos e insumos críticos) fueron aprobadas.
Nos oponemos a la idea de un corredor de servicios para la flota que opera fuera de la Milla 200 por la sencilla razón de que es competencia desleal (Sócrate)
La reunión, sin embargo, se extendió durante más de dos horas y resuelto por ahora el tema de los permisos de importación ganó fuerza otro en el que coinciden todas las cámaras y gremios vinculados a la pesca: la presencia de cientos de pesqueros extranjeros, mayormente chinos, pescando en la llamada “Milla 201″, al borde de la Zona Económica Exclusiva de la flota de bandera nacional.
Inaceptable
Es inaceptable, expusieron las cámaras y respaldaron los sindicatos, que algún puerto, sea municipal, provincial o nacional, brinde apoyo logístico a quienes depredan los recursos ictícolas del Mar Argentino. Liberman y Suárez aseguraron que bajo el actual gobierno no avanzará ningún proyecto como el que amaga el gobierno de Tierra del Fuego para construir, con capitales chinos, un puerto multipropósito que brindaría servicios a los entre 400 y 500 barcos de ese país que, como sucede cada año, tras pescar frente a Ecuador, Perú, Chile y cruzar el Estrecho de Magallanes, se posicionaron ahora cual ciudad móvil y flotante, para pescar orondamente en la “Milla 201″ (y a veces adentro) del Mar Argentino y limitando la captura en la Zona Económica Exclusiva, porque los peces no saben de fronteras.
La zafra del calamar empezó el 10 de enero para la flota local, pero antes para los buques chinos. “Nos oponemos a la idea de un corredor de servicios para la flota que opera fuera de la Milla 200 por la sencilla razón de que es competencia desleal”, dijo Darío Sócrate, director ejecutivo de la Cámara de Armadores Poteros Argentinos (CAPA).
“Hay una demanda en los puertos del sur (Comodoro Rivadavia, Caleta Olivia, Puerto Deseado, Punta Quilla) por generar más trabajo: el tema es cómo y quién lo genera; si es actividad que atenta biológicamente contra el recurso, con trabajo esclavo, subsidio de los países de origen y encima nos compite en países a los que exportamos, nos oponemos. En calamar empezaron antes y si es chiquito lo matan igual; no cumplen las normas de preservación, y de impuestos ni hablar”, explicó Sócrate a Infobae.
Si bien Liberman y Suárez aseguraron que no habrá apoyo logístico argentino a la flota extranjera, el sector pesquero tiene presente que el martes pasado, en la VII Cumbre de la Celac, el presidente chino Xi Jinping, que participó de modo remoto, siguió su ofensiva geopolítica y dijo que Beijing considera a la Celac como un socio para consolidar la cooperación Sur-Sur.
Destrabar las SIRA es solo un primer paso. Después hay que conseguir que los proveedores acepten pagos a 90 días, esperar que llegue la mercadería (Coluccio)
Todo comenzó con una reunión del 21 de diciembre pasado, encabezada por el propio ministro de Economía, Sergio Massa, secundado por el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Juan José Bahillo, y Liberman, el subsecretario del área. Las cámaras expusieron los problemas que se iban acumulando por falta de repuestos e insumos críticos a un sector netamente exportador. Si es por falta de dólares, alegaron, es como dispararse a los pies. Massa ordenó atacar el problema: las cámaras y empresas pesqueras fueron pasando las listas de SIRA pendientes y Liberman fue destrabando pedidos.
De todos modos, dijo Daniel Coluccio, de la Cámara de la Industria Pesquera Argentina (Caipa), “Destrabar las SIRA es solo un primer paso. Después hay que conseguir que los proveedores acepten pagos a 90 días”. No se trata tanto de desconfianza en las empresas locales, sino en que el Banco Central efectivamente autorice el giro de dólares. Y si eso funciona, cuando llega la mercadería esperar 15 días en depósitos de Aduana la ‘nacionalización’. Y si son repuestos, transportarlos, instalarlos con autorización previa e inspección posterior de Prefectura, proceso que para trabajos grandes (máquinas, sistemas eléctricos y de seguridad) puede llevar otros 20 a 30 días, explicó Coluccio. Y la zafra del langostino, principal recurso de exportación de la pesca argentina, comienza en la segunda quincena de abril.
En cuanto a las importaciones, una de las propuestas que las Cámaras presentaron al gobierno es dejar de lado los listados, con su carga de discrecionalidad, y habilitar un mecanismo como, por caso, la autorización automática de importaciones por hasta 5% de lo que la empresa solicitante exportó el año anterior.
Tipo de cambio diferencial
Pero la principal queja económica del sector es la diferencia entre el tipo de cambio oficial al que exportan, menos un 7% promedio de retenciones, y aquel al que a menudo se ven obligadas a importar para poder funcionar. Así como hubo “dólar soja” y pedidos de “dólar malbec” y “dólar fruta”, el sector pide un “dólar pesca” o “dólar langostino”. Además, paga a “dólar turista” (el más caro de todos) no solo los servicios de monitoreo satelital sino también el de internet satelital, que las tripulaciones exigen para salir a hacer “mareas” de entre 15 y 20 días mar adentro.
“Con el Arsat, no sé qué estamos haciendo con satélites ingleses y neocelandeses y pagando encima a dólar turista servicios de comunicación como WhatsApp, sin hablar del sistema de comunicación tierra-mar”, dijo a Infobae Sebastián Agliano, de la Asociación de Embarcaciones de Pesca Costera, una cámara marplatense que agrupa flotas y barcos relativamente pequeños. Pero lo más importante, recalcó Agliano, es la necesidad de un dólar diferencial para exportar, pues entre 80 y 90% de la captura va a mercados externos. Y otro gran tema, dijo Agliano, es el gasoil. “Estamos pagándolo más caro que en una estación de servicio y un barco de los más chicos gasta alrededor de 3.000 litros por día”.
En 2022 el sector pesquero exportó por USD 1.804 millones, 8,4% menos que en 2021, en gran medida por la fuerte caída de los despachos de langostino, que mermaron 23,5% (entero) y 17,8% (cola), pérdidas que no logró compensar el aumento de las ventas externas de calamar y de merluza negra.
Los tres principales destinos, precisa un estudio del economista Fabián Pettigrew para la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (Capeca) fueron España, China y EEUU, que absorbieron 44,7% del total exportado.
En los últimos 16 años el TCRM perdió 47% de valor con relación a los mercados de destino de las exportaciones argentinas (Pettigrew)
El problema fundamental, remarca el trabajo, sigue siendo el dólar, porque el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM, que elabora el Banco Central) neto de retenciones está por debajo de los valores de los ‘90, en plena convertibilidad. En los últimos 16 años, dice el trabajo, el TCRM perdió 47% de valor con relación a los mercados de destino de las exportaciones argentinas. Eso, dice el trabajo, “no es otra cosa que la pérdida de competitividad”.
A su vez prosigue, los costos aumentan en línea con el dólar libre, a tasas muy superiores al tipo oficial, y junto a la caída de un precio clave, como el del langostino en el mercado internacional, “generan un cóctel que tiene como resultado la inviabilidad económica para muchas empresas”.
El informe recuerda que en julio último, cuando antes de asumir el nuevo equipo económico el sector fue convocado para liquidar el máximo posible de divisas, aportó USD 230 millones en el bimestre agosto-septiembre. Por eso Capeca expuso una “agenda para paliar la crisis” que amén de pedir un dólar pesca y rever la exigencia de financiar las importaciones de insumos y repuestos por hasta 180 días le pide al gobierno “analizar con el gobierno de China la flexibilización del ingreso de productos argentinos, en virtud de las trabas sanitarias impuestas en ese mercado”.
Sí. Porque además de depredar el Mar Argentino y competir deslealmente en terceros mercados, China también pone peros a los productos pesqueros del país.
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