Noviembre reflejó el tercer mes consecutivo de caída mensual de la actividad, según informó esta semana el Indec, y algunas consultoras creen que ese efecto dejará un ritmo de arrastre para la economía de este año más lento, lo que ya impactó en las estimaciones de crecimiento del PBI para 2023. El Gobierno aguarda una mejora de 4% y arriesga que podría ser mayor si se alinearan algunas condiciones.
El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) que elabora el Indec mostró un retroceso de 0,7% en comparación con el mes anterior. Fue el tercer mes consecutivo con un dato negativo medido bajo ese parámetro. Algunos números anticipados oficiales y privados de la producción fabril también adelantan un freno en diciembre, tal como informó Infobae.
Ese 0,7% de caída en noviembre se sumó al 0,2% de contracción en septiembre y 0,5% en octubre. Entre los analistas las razones que lo explican van desde las dificultades para el abastecimiento de insumos, que limita la actividad industrial y cierta erosión en el poder de compra del salario. Más allá de la última foto del año, el mercado espera que el PBI del año pasado haya terminado con una expansión superior al 5 por ciento.
Pero sucede que ese enfriamiento de los últimos meses impactará en la actividad de este año y de hecho ya lo hizo en las proyecciones de las consultoras y centros de estudios. Eso tiene lugar porque el efecto de “arrastre estadístico”, que se explica como el ritmo inercial con el que arranca el 2023 con los niveles de actividad de la recta final del año pasado, será más bajo que el que 2021 heredó al 2022.
Para Ecolatina el crecimiento del PBI de este año estaría en torno al 1,4 por ciento. “Entendemos que de no mediar shocks (exógenos o endógenos) una recesión podría evitarse, pero no la tendencia hacia la moderación del crecimiento”, explicó un informe de esa consultora.
“El 2021 había dejado arrastre de 3,2 puntos, ahora el arrastre para 2023 es muy poco, menor al 0,5 por ciento. Ya comenzás con una dificultad mayor y sin ninguna ayudita”, dijo a Infobae el economista de esa consultora Santiago Manoukian. “La caída de la producción agrícola por la sequía impacta en todos sus encadenamientos. El sendero de divisas va a ser menor, lo que hace que las restricciones a las importaciones tengan que continuar en 2023. Más el sesgo contractivo en política fiscal y monetaria. Va a ser un crecimiento magro, además con una inflación elevada todavía”.
“Adicionalmente se suman algunos riesgos globales, ya que se prevé una desaceleración del crecimiento mundial que podría limitar el margen de crecimiento de las exportaciones locales, en conjunto con precios de la energía y los fletes que se mantienen elevados”, postuló Ecolatina.
Para la consultora LCG, por su parte, “la economía parece haber entrado en un estancamiento, siendo noviembre el tercer mes de contracción. Habrá que observar un período más largo para afirmar una tendencia, pero la pérdida del producto empieza a ser cada vez más notoria, acumulando 1,4% respecto a agosto. Respecto al máximo alcanzado a fines de 2017, la actividad resulta un 1,3% inferior”, explicó un informe.
“De cara a 2023, esperamos que la actividad se vea resentida por la actual sequía que afecta la campaña 2022/23 por la que se espera una pérdida en torno a los USD 10 millones, de acuerdo a la Bolsa de Cereales de Buenos Aires”, mencionaron.
“Consecuentemente, con una menor oferta de divisas, esperamos que se pronuncien los esquemas de control de importaciones, lo cual tendrá su correlato en la disponibilidad de insumos para el normal funcionamiento de la industria”, estimó LCG.
Su director, Guido Lorenzo, dijo a Infobae que “era lógico que se iba a contraer la actividad porque estaba llegando a un límite, no va a declinar fuerte porque no hay incentivo a quedarse con los pesos, las crisis inflacionarias en general coinciden con un PBI operando en su potencial”.
De todas formas, aseguró que “no tenés inversión ni capacidad para importar, todo eso son factores que te bloquean la oferta. Por el problema de la sequía, ajustamos de 0,5% de crecimiento a 1 punto negativo para este año”, anticipó Lorenzo.
En tanto, María Castiglioni Cotter, economista de C&T Asesores Económicos, apuntó que “por ahora no cambiamos el número de 2023, si diciembre es peor de lo que pensábamos podríamos modificarlo, pero somos cautos para este año”, dijo a este medio.
“Teníamos proyectado para noviembre una caída noviembre aunque fue mayor. Para 2023 tenemos un 1,1% de crecimiento, que es muy bajo. Hay riesgos a la baja, entre ellos restricciones de importaciones, que son fuertes y de forma directa la sequía, que impacta en la actividad”, aseguró Castiglioni Cotter.
“En términos de importaciones veremos cómo maneja el Gobierno el acuerdo con Brasil para financiar a través de los bancos las importaciones de empresas argentinas que traigan productos desde Brasil”, concluyó.
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, que recopila las opiniones de consultoras, fondos de inversión y bancos en el mercado local, mostró en su última edición que los participantes de la encuesta, en promedio, aguardan un 0,5% de expansión del PBI, es decir 0,3 puntos menos que un mes antes.
El Ministerio de Economía tiene como base una expectativa de expansión del Producto Bruto de 4% que, aseguran, podría ser mayor si lograran una mejora en los números de inversión y aceleración de consumo por la baja de la inflación que presupuestaron, unos 35 puntos porcentuales menos que en 2022.
Por último, en un índice anticipado, la consultora Orlando J. Ferreres estimó que “el nivel general de actividad registró una merma de 0,5% interanual en diciembre, acumulando para el total de 2022 una expansión de 4,8%”, indicó en un informe de este jueves. La medición desestacionalizada no registró cambios respecto a noviembre, proyectó.
“Entre los sectores se destaca nuevamente Minas y Canteras (6,0% interanual) como el sector más pujante de la actividad. En segundo lugar vemos el avance de la construcción (4,4% interanual) pero mostrando una marcada desaceleración en el último trimestre del año. Considerando el resto de los sectores y la medición desestacionalizada, los registros de diciembre refuerzan la noción de una actividad entre el estancamiento y el declive”, analizó.
Seguir leyendo: