En octubre de 2019 la Argentina alcanzó un pico empleados registrados en casas particulares. A partir de entonces se conformó una tendencia bajista que llevó a la destrucción de 30.700 empleos formales en solo tres año.
Según las estadísticas publicadas por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, en el décimo mes del 2019 había 501.319 personas registradas como trabajadores/as de servicio doméstico.
En octubre de 2020, ya con la pandemia a plenos, la cifra había disminuido a 478.173 trabajadores. Un año más tarde bajó a 474.108 y en 2022 alcanzó los 470.619. Eso significa que, de una punta a otra, la cantidad de empleados formales de casas particulares se achicó un 6,12% (30.700 personas menos).
Eso no significa necesariamente que haya 30.700 trabajadores menos en ese sector. Es posible que al menos una parte haya pasado a la informalidad. De acuerdo a otros estudios del Gobierno, se trata de un rubro particularmente informal, con cerca de un 70% de los trabajadores en negro.
Por qué se pierden empleos
El economista José Vargas, director de la consultora Evaluecon, recordó que en los últimos años el Gobierno hizo mucho, a través de una serie de programa y de incentivos, para blanquear a todo el servicio doméstico, que de por sí históricamente ha sido bastante informal.
“Con eso logró formalizar a muchas personas, pero desde hace varios meses que se nota la situación inversa: están saliendo del sector en blanco formal, al sector informal”, remarcó el economista.
Para Vargas, en parte, esto tiene que ver con los acuerdos que se vienen dando el sector gremial, que ha ido logrando beneficios importantes para los trabajadores, tales como bonos de fin de año, adicionales e incrementos a través de negociaciones.
“En este contexto, a muchos empleadores se les hace cada vez más difícil mantener a los empleados del servicio doméstico en la formalidad. Intentan una negociación con el empleado en la que básicamente le proponen mantener su puesto de trabajo, pero en la informalidad. De esa manera evitan tener que pagar los adicionales y otras cargas que se les hacen cuesta arriba”, apuntó el experto.
“Los trabajadores, en cambio, seguramente buscan quedarse en la formalidad, porque además de los beneficios que logran a través del sindicato, siguen recibiendo los planes sociales y acceden a otros beneficios del gobierno”, completó Vargas.
Lucha contra la informalidad
Como planteó el economista, desde el lado del empleador el principal factor que desalienta a la formalización de los trabajadores de casas particulares es el pago de aportes complementarios, así como los ajustes salariales establecidos por ley.
Por parte del empleado, en cambio, hay múltiples beneficios que lo incentivan a trabajar en blanco. Sirve de ejemplo el hecho de que los trabajadores de casas particulares registrados no pierden la Asignación Universal por Hijo (AUH) y cuentan con “Tarifa Social Federal” para el transporte público a través de la tarjeta SUBE. Además, les corresponden vacaciones pagas todos los años, licencias, obra social, ART y por supuesto, aportes y contribuciones patronales.
En agosto pasado, en medio de la sangría de desformalización de trabajadores de casas particulares, la ahora ex ministra de Trabajo bonaerense, Mara Ruiz Malec, sostuvo que es “absolutamente injustificable” no registrar a las empleadas de casas particulares.
La declaración de la actual directora de Recursos de la Seguridad Social en AFIP, fue hecha durante un operativo realizado en un barrio cerrado del partido de Pilar, al que se le aplicó una multa de 3 millones de pesos por obstruir las tareas de inspección para verificar el registro laboral.
“Estamos hablando de un sector que paga más de $30.000 de expensas y el máximo que debe abonar al registrar a una trabajadora es de $3.000”, protestó.
Ajustes salariales
A finales del año pasado la Comisión Nacional de Trabajo de Casas Particulares estableció un aumento escalonado del 24% para los trabajadores del servicio doméstico de todo el país. Ya se aplicó un ajuste del 8% en diciembre y otro del 7% en enero, pero aún restan otras dos etapas.
La primera de ellas implicará un aumento del 5% y entrará en vigencia en febrero. El 4% restante pasará a formar parte del sueldo a partir de marzo.
Con el incremento que regirá desde el próximo martes (1° de febrero), un empleado de tareas generales pasará de cobrar $ 567 la hora (con retiro) a $ 592. En tanto, su salario mensual ascenderá de $ 69.626 a $ 72.653 como mínimo, siempre que cumpla por supuesto con el mínimo de 40 horas semanales.
Para marzo, cuando entre en vigencia el 4% de aumento restante, el pago por hora para los empleados de tareas generales partirá de $ 611,5 y el salario mensual llegará a los $ 75.075
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