Argentina viene cerrar el 2022 con la inflación anual más alta desde 1991 (94,8%) y si bien en octubre y noviembre se observó una ligera tendencia a la desaceleración, en diciembre el IPC rebotó nuevamente hasta el 5,1% mensual. Además, las consultoras privadas anticipan que la inflación de enero será cercana al 6%.
En ese contexto, el Ministerio de Economía, comandado por Sergio Massa, busca impulsar un plan económico que revierta definitivamente la tendencia y lleve al IPC a registrar una variación mensual dentro del rango de entre 3% y 3,99 por ciento. ¿Es esto posible? Para la consultora PxQ hay posibilidades de que el Gobierno cumpla su objetivo, pero para ello se debe dar una serie de condiciones muy puntuales.
El contexto económico
Antes de entrar de lleno en el análisis de qué debe pasar para que la inflación desacelere al 3% mensual, es prudente recordar un poco cuál es el contexto económico al cual se enfrenta el Gobierno.
En primer lugar, desde la consultora aclararon que “no hubo un anuncio formal” de parte del Gobierno acerca de su plan de estabilización de precios, pero aclararon que hay varios componentes básicos que “delatan” un plan de estabilización.
Por un lado, señalaron que la política macroeconómica se basa en una reducción del déficit primario, eliminación del financiamiento monetario al Tesoro, suba de la tasa de interés, acumulación de reservas internacionales y alineamientos de devaluación y paritarias (esto último está por verse).
“La parte más heterodoxa del plan, con el objetivo de reducir la inercia y coordinar precios, tiene que ver con los acuerdos que se llevan adelante desde Economía. El más relevante es Precios Justos, a través del cual se congelaron los valores de 1.900 productos y se determinó que el resto de los precios de los productos de las compañías que participan del programa no suban más de 4% por mes entre diciembre de 2022 y marzo de 2023″, apuntaron.
“Con el precio de la nafta se llegó a un acuerdo similar, poniendo un límite de 4% al aumento mensual hasta marzo. Además, el actual intento de coordinar con sindicatos los aumentos salariales es otra parte más del plan para llevar la nominalidad a un nivel inferior”, agregaron.
Analizando el accionar del Estado, desde PxQ destacaron que los planes de estabilización suelen tener un componente de corrección de precios relativos al inicio del programa para evitar desfasajes que afecten la desaceleración de la inflación a lo largo del plan.
“En este caso no hubo corrección de precios relativos ‘de shock’ sino que se apuesta por un ordenamiento gradual. En el esquema actual el tipo de cambio corre por encima de la tasa de inflación, la tasa de interés va por encima del tipo de cambio y la inflación, y los salarios le ganan a todas estas variables. De ser sostenible, lo anterior implicaría en el mediano plazo una mejora en la competitividad cambiaria y una suba del salario real”, comentaron.
Todo esto, sucede en simultáneo con el cumplimiento del programa con el FMI, lo que implica una reducción de subsidios y, por tanto, aumento de tarifas de gas, electricidad y transporte público.
“En el mejor de los escenarios, si se coordinan todos estos factores de presión se podrá ir bajando la inflación a medida que se reordenan los precios relativos. Pero no parece una tarea sencilla”, opinaron los especialistas.
En lo que respecta al plano internacional, desde PxQ advierten que hubo un “viento a favor” en el segundo semestre, que se dio en parte por la dinámica financiera de los países de la región. “Desde julio del año pasado las monedas tuvieron una buena performance contra el dólar estadounidense, las principales acciones subieron medidas en moneda dura y el riesgo país se redujo. También se observó una caída en el precio de los commodities energéticos y agropecuarios, lo cual quita presión a los precios locales”, detallaron.
Las cinco condiciones
Con el escenario claro, se pueden analizar ahora cuáles son las cinco condiciones que, para la consultora PxQ, se deben cumplir para que la inflación efectivamente desacelere al 3% mensual dentro de apenas 90 días.
En primer lugar, aseguran que se debe mantener el ordenamiento macroeconómico esbozado por la nueva gestión. Como puntos altos, se destaca el hecho de que la política fiscal y monetaria se tornaron contractivas.
“El gasto pasó de crecer al 12% entre enero y junio de 22 a caer 6% en términos reales entre julio y noviembre (todavía no se publicaron los datos fiscales de diciembre). Se anunció el cumplimiento de la meta con el FMI para 2022 y se mantuvo el objetivo fijado en el acuerdo para 2023, lo cual implicaría una importante novedad: política fiscal contractiva en un año electoral”, sostuvieron.
En cuanto a la política monetaria, destacaron desde la consultora que, cuando asumió Massa, se comprometió a no financiar al Tesoro vía adelantos transitorios del BCRA durante todo 2022. Si bien el objetivo fue cumplido, indirectamente se financió al fisco vía la compra de títulos por parte del BCRA en el mercado secundario.
La segunda condición es que se deben consolidar la coordinación precios-salarios para garantizar una convergencia coordinada hacia una nominalidad más baja.
En principio, el Gobierno parece haber comenzado a tener negociaciones con sindicatos para que las paritarias al inicio de 2023 contemplen la desaceleración de la inflación, con una pauta de 60% anual que, mensualmente, significaría tener un salario promedio creciendo apenas por arriba de 4%.
La tercera condición es que el objetivo de desinflación hacia adelante tiene que ser modesto para poder continuar con la corrección de precios relativos de forma gradual. Dicho de otra forma: la desaceleración tiene que ser de a poco.
De acuerdo al análisis de los expertos, el equipo económico parece tener ese aspecto claro. Sin embargo, se encuentra con el problema de que los precios relativos están completamente desvirtuados, lo que sin duda implica una traba a la hora de trabajar con la evolución de los valores de mercado.
El cuarto punto necesario para cumplir con el objetivo de desaceleración, es que tiene que haber divisas para abastecer la demanda de importaciones y que no se generen desacoples entre oferta y demanda de bienes.
En este sentido, está claro que el Gobierno está intentando por varias vías abastecer las reservas, pero uno de los caminos elegidos consiste en la restricción a las importaciones. Lo preocupante, es que aún con las trabas y con la implementación del “dólar soja” (incentiva la liquidación de divisas), el superávit comercial decreció 53% en 2022 y el saldo a favor fue solo de USD 6.923 millones.
Por último, la quinta y última condición para que exista la posibilidad de que la inflación ceda hasta el punto deseado, es que el contexto externo tiene que ser favorable-neutro para que no se generen presiones sobre el frente cambiario y financiero.
Como se mencionó anteriormente, hubo un “viento de cola” a favor en el segundo semestre. De mantenerse ese contexto, las posibilidades del control de precios aumentarían.
De hecho, desde PxQ aseguran que, si se cumplen las cinco condiciones, la desaceleración de la inflación podría continuar en los próximos meses y el objetivo de Abril de 2023 sería factible. No obstante, calificaron al plan de “frágil”, dado que “un mínimo desajuste podría llevar a una nueva aceleración de la inflación”, justo lo contrario a lo que se quiere lograr.
Seguir leyendo: