Mientras el Gobierno vuelve a la carga por el reclamo ante el Fondo Monetario Internacional sobre el costo que la guerra en Ucrania tuvo para la economía argentina en el marco de un exigente programa económico, el Poder Ejecutivo continua con el calendario de repago al organismo y devolvió el viernes USD 657 millones, una porción mínima de los más de USD 20.200 millones que deberá girar a Washington a lo largo del año.
La de este viernes fue una de las múltiples instancias de devolución de los USD 45.000 millones del préstamo original que hizo el FMI en 2018 y que este año obligará a la Casa Rosada a abonar al organismo multilateral una cantidad mayor de dólares de los que recibirá en desembolsos trimestrales del propio FMI. Es decir, sucederá lo contrario a lo que pasó en 2022: el año pasado el Ministerio de Economía terminó con un saldo neto positivo entre ingresos y salidas de divisas con el FMI.
Existe un debate abierto desde hace dos meses con la plana mayor del Fondo Monetario sobre qué impacto tuvo en la economía argentina la suba de precios internacionales que derivó de la invasión rusa a Ucrania y cómo se relacionó esa onda expansiva en la economía global con el tejido de metas acordadas con el organismo. Sergio Massa presentó, en ese momento, una carta a la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, con los números en limpio. El equipo económico detectó un impacto cercano a los USD 5.000 millones, por el lado de la acumulación de reservas y por el gasto adicional en subsidios energéticos.
Pago al Fondo: un calendario exigente
Este viernes las reservas del Banco Central cayeron 426 millones de dólares desde los USD 43.530 millones hasta los USD 43.104 millones con que cerró la semana. Hubo un efecto contrapuesto del pago de USD 657 millones que hizo el Poder Ejecutivo al Fondo Monetario junto a una compensación parcial por la compra de divisas en el mercado de cambios, por unos USD 200 millones.
El calendario de repago al Fondo Monetario incluye instancias de devolución del Stand By de 2018 a ritmo de al menos una vez en cada mes del año, en menor o mayor medida, y para repagar ya sea intereses como capital o sobrecargos. El 30 de enero será la próxima escala, con otros USD 686 millones -son 512,5 millones de derechos especiales de giro (DEG), la moneda del FMI, valuados al último tipo de cambio en relación al dólar-, seguirá el 1° de febrero con USD 705 millones más. En marzo retomará el ritmo de envíos a Washington más oneroso, en línea con los desembolsos trimestrales que le siguen a las revisiones técnicas. En marzo, junio y diciembre tendrán lugar los pagos más elevados al Fondo Monetario, por unos USD 2.700 millones cada vez.
La hoja de ruta del programa financiero con el FMI tendrá, como se dijo, un comportamiento opuesto al que tuvo en 2022 en términos de financiamiento neto. Así como el año pasado hubo desembolsos netos por USD 5.000 millones, en cálculos de la consultora Equilibra -es decir, ingresó tal cantidad de divisas desde el organismo por encima de los vencimientos previstos-, en 2023 la cuenta será negativa en unos USD 3.400 millones, por lo que saldrán más dólares de los que entrarán por la vía del Fondo Monetario.
Ese nivel de exigencia tendrá lugar, además, en un contexto en que el horizonte de acumulación de reservas afrontará desafíos, como la sequía que recortará la cantidad de exportaciones agrícolas o el típico proceso de dolarización pre electoral. En la otra mano, también según un análisis de Equilibra, podría ahorrarse el Gobierno divisas de importación de energía por la puesta en marcha del gasoducto de Vaca Muerta o haber mayores ingresos de organismos internacionales, algo que Massa anticipó este domingo en una entrevista con Infobae. Para este año la acumulación de reservas acordada en el programa con el Fondo es de USD 4.800 millones a lo largo del 2023.
Con todo, el jefe del Palacio de Hacienda volvió a poner sobre la mesa la discusión sobre el costo que tuvo para la economía argentina la invasión rusa a Ucrania, que hizo saltar precios internacionales decisivos para la actividad económica global y para las cuentas públicas argentinas. Ante Infobae, Massa dijo que “hay una situación que el Fondo debe analizar” y recordó la reunión que tuvo en el marco del G20 en Bali, Indonesia, con Georgieva y la subdirectora gerente Gita Gopinath.
“En el 2022, la guerra, esa por la que tanto se preocuparon el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo, impactó en este invierno europeo -que es verano nuestro, en los países en desarrollo- tuvo primero impacto en el hemisferio sur. Y ese impacto no lo discutió nadie (...) La verdad es que Argentina cumplió su programa, pero el Fondo no está cumpliendo con la Argentina el revisar cómo van a compensar a los países que pagaron el costo de la guerra con su economía, que es un problema a resolver”, dijo el ministro de Economía.
Esa discusión tiene números concretos. Para el equipo económico la guerra en Ucrania impactó de manera negativa en la balanza comercial por unos USD 4.940 millones, según la estimación que Massa le acercó a Georgieva, por la combinación de mayores precios internacionales de la energía (importada) y una compensación insuficiente de la suba en alimentos (exportados).
“El valor de las importaciones de combustible aumentó a USD 5.756 millones cuando el valor proyectado antes de la guerra era de USD 1.999 millones, esto significó un aumento neto de USD 3.757 millones. En cuanto al complejo agroexportador, las exportaciones netas estuvieron USD 617 millones por encima de las proyectadas antes de la guerra”, mencionó ese documento. “Finalmente, el costo de envío de las exportaciones sufrió un aumento de USD 1.800 millones con respecto a los pronósticos anteriores a la guerra. El impacto total del aumento de los precios internacionales por el conflicto en Ucrania se estimó en USD 4.940 millones”, calculó Economía.
El equipo económico proyectó además que hubo un impacto fiscal como consecuencia de la guerra en Ucrania, que estuvo relacionado a un incremento forzado en la cuenta de subsidios, lo que complicó el panorama de recorte del déficit primario: “El shock en el precio de los combustibles generó un aumento en los subsidios energéticos entregados por el Gobierno Nacional durante 2022. Según los pronósticos, se espera que los subsidios asciendan a $1.799.286 millones este año”.
Al realizar un ejercicio similar al anterior, es decir calcular cómo hubiese terminado la cuenta de subvenciones en caso de que no hubiese existido el incremento de precios por el conflicto bélico, Economía concluyó que le representó $587.000 millones adicionales.
En rigor, el FMI y el Gobierno ya habían acordado flexibilizar, aunque sea de manera acotada, el corset de metas económicas del acuerdo como consecuencia de una balanza de pagos bajo impacto durante 2022. Así, el objetivo final de acumulación de reservas hacia fin de año fue recortada desde los USD 5.800 millones originales hasta USD 5.000 millones, lo que en el informe oficial del Fondo fue atribuido a un balance comercial “más débil de lo esperado” por el incremento de importaciones de energía.
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