Una de cal y una de arena, o la inversa. En cualquier caso, al mismo tiempo que empeoran cada vez más las proyecciones de ingreso de dólares por el fuerte impacto de la sequía en la producción de granos, mejoran las perspectivas de salida de divisas por menores necesidades de importación de energía y, también, menores precios.
En definitiva, los términos de la ecuación son los mismos que el año pasado pero la relación se invierte. Mientras que en 2022 los cálculos apuntaban a identificar el “costo final” del efecto en la economía local de la guerra en Ucrania, es decir, si el ingreso extraordinario de dólares por el enorme salto de precios de los commodities iba a ser suficiente para compensar el fuerte aumento en los precios internacionales de la energía, este año la cuenta pertinente es al revés. Cuánto del ahorro en dólares por menor necesidad de importación de energía y también por una normalización de los precios a nivel global, que ya a fines del año pasado retornaron a los niveles previos al estallido del conflicto bélico, contribuirá a moderar la caída en el flujo de divisas prevista por la sequía.
Los términos de la ecuación son los mismos que el año pasado pero la relación se invierte
A diferencia del 2022, cuando el resultado de la comparación era más ajustado, los números para este año tienen diferencias más marcadas. Con el foco en la mitad del vaso vacío, la pérdida de divisas por la sequía es tan grande que el ahorro en energía será un paliativo. Si el foco se corre a la otra mitad del vaso, el déficit energético podría reducirse a la mitad o incluso más de los USD 5.000 millones con los que se calcula cerró el año pasado. El dato es una excelente noticia en términos estructurales para la economía, además de los USD 3.000 millones menos, según los cálculos privados más optimistas, que saldrían de la arcas del Banco Central para pagar los barcos de GNL.
Sin embargo, ese crédito a favor, a confirmarse con el correr de los meses, ya se “consumió” en gran parte. Desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) calcularon ayer que por la menor cosecha de trigo, que se redujo en más de 8 millones y medio de toneladas, ya se perdieron USD 2.000 millones en liquidación de divisas. “Ya es una lamentable realidad que el país perdió más de 8 millones y medio de toneladas de trigo por la sequía. Es una afectación enorme para el productor y para el ingreso de divisas, que equivale a unos USD 2.000 millones”, afirmó Horacio Salaverri, presidente de Carbap.
Al margen de ese monto, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires publicó ayer nuevas proyecciones respecto de la cosecha gruesa, con un piso de pérdidas de USD 9.226 millones en el escenario más optimista y de USD 14.115 millones en el caso más extremo que, según el amplio consenso de los analistas agropecuarios, tiene probabilidades ciertas de ocurrencia. Cualquiera de las cifras implica un fuerte golpe no sólo para el nivel de ingreso de dólares imprescindible para sostener la producción y acumular reservas sino, también, para las cuentas fiscales ya que el Estado dejaría de recaudar entre USD 3.100 millones y USD 4.7000 millones durante el año.
Por el lado de la energía, en cambio, todo parecen buenas noticias. Aun cuando sean insuficientes. De acuerdo a las proyecciones del último Informe Mensual Hidrocarburífero de Ecolatina, la balanza comercial energética para el año 2023 contempla un incremento de 30% en las exportaciones de gas y petróleo respecto al año pasado y una reducción de similar magnitud en las importaciones de GNL, por una combinación del efecto del gasoducto Néstor Kirchner, hoy en construcción, y precios actuales también por debajo de los del último invierno.
“La balanza pasaría de USD 5.000 millones negativos a USD 2.500 millones de dólares aproximadamente”, apuntó el economista de la consultora especializado en el sector, Daniel Dreizzen, quien consideró que este año debería ser “bisagra” en materia energética. Al mismo tiempo, también en materia fiscal, la menor necesidad de importación impactará en el monto de subsidios a la energía, que el Gobierno ya comenzó a recortar pero que, en 2022, ascendieron al nivel récord de USD 13.000 millones.
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