El Foro Económico de Davos (WEF, según su sigla en inglés) advirtió que la Argentina enfrenta una serie de riesgos serios en su economía como la alta inflación, problemas potenciales con su deuda soberana y falta de abastecimiento de materias primas
Así lo indicó en el “The Global Risks Report 2023″, previo al inicio de la sesión anual del WEF, que se desarrollará del 16 al 20 de este mes, en el que señaló los principales riesgos que enfrenta la Argentina: “Inflación rápida y/o sostenida; Crisis de la deuda; proliferación de la actividad económica ilícita; colapso del Estado; y crisis graves de suministro de materias primas”.
En cuanto a la inflación, el informe de 98 páginas preparado por el WEF con Marsh McLennan y Zurich Insurance Group, expresó que “el manejo de la inflación es una preocupación mundial”.
Al respecto, la “inflación rápida y/o sostenida” también se destacó como uno de los cinco principales riesgos durante los próximos dos años en 89 de los países encuestados en la encuesta, un aumento significativo desde 2021″.
Alta inflación
“Se clasificó como la principal amenaza en varios países del G20, incluidos Brasil, Corea del Sur y México, aunque las presiones inflacionarias han afectado tanto a las economías desarrolladas como en desarrollo. Las tasas de inflación superaron el 80 por ciento en Argentina y Turquía, mientras que Zimbabue, la República Bolivariana de Venezuela, el Líbano, la República Árabe Siria y Sudán registraron una inflación de tres dígitos”, indicó en sus conclusiones. La Argentina registró en 2022 una inflación cercana al 95%, la mayor desde 1991 y la segunda más alta de América latina después de Venezuela; para 2023, el Gobierno proyectó una suba de los precios del 60%, pero los analistas creen que se repetirá un número cercano al 100 por ciento.
Por otro lado, explicó que “los flujos de capital globalizados en las últimas décadas han aumentado la exposición de los mercados emergentes y en desarrollo a las tasas de interés en aumento, especialmente aquellos con una alta proporción de deuda denominada en dólares, como Argentina, Colombia e Indonesia”. El 67% de la deuda soberana argentina está denominada en moneda extranjera; desde fines del 2019, los pasivos soberanos llegaron a un récord, con un incremento cercano a USD 72.000 millones.
Por otro lado, consideró que “la polarización social y política también puede reducir aún más el espacio para la resolución colectiva de problemas para abordar los riesgos globales”.
“La extrema derecha ha sido elegida en Italia y ahora es el segundo partido más grande de Suecia, mientras que la izquierda ha resurgido en América Latina. Las elecciones nacionales se llevarán a cabo en varios países del G20 en los próximos dos años, incluidos los Estados Unidos de América, Sudáfrica, Turquía, Argentina, México e Indonesia”, precisó.
“La elección de líderes menos centristas y la adopción de políticas más extremas en las superpotencias económicas pueden fracturar alianzas, limitar la colaboración global y conducir a una dinámica más volátil”, advirtió el informe.
El riesgo de la deuda
Sobre los pasivos externos, indicó que “la deuda bruta del gobierno general en las economías avanzadas alcanzó el 112 % del PIB en 2022, en comparación con aproximadamente el 65 % del PIB de los mercados emergentes y en desarrollo”.
Sin embargo, “algunos mercados emergentes y en desarrollo están sintiendo los impactos del ajuste la política monetaria y el deterioro de las condiciones económicas en primer lugar y de manera más aguda”.
Al respecto, mencionó que “Ghana llegó recientemente a un acuerdo con el FMI con respecto a un rescate de USD 3 mil millones y Zambia está tratando de concluir la reestructuración de USD 15 mil millones en deuda externa a principios de este año”.
“Una recesión global generalizada dentro del año podría moderar la inflación y limitar las subas de tasas de interés, pero existe un mayor riesgo de crisis de la balanza de pagos a corto plazo, junto con una contracción del crédito a medio y largo plazo”.
En este contexto, advirtió que “los mercados emergentes más grandes que exhiben un mayor riesgo de incumplimiento incluyen Argentina, Egipto, Ghana, Kenia, Túnez, Pakistán y Turquía”. Los vencimientos de la deuda argentina, entre los bonistas que aceptaron el canje del 2020, el FMI y otros organismos internacionales crecerán de U$S 9.900 millones en 2024 a U$S 13.523 millones en 2025, U$S 14.419 millones en 2026 y a partir de ese año hasta 2032 se ubicarán por encima de los U$S 21.000 millones anuales.
“En reconocimiento de los riesgos que se plantean para una estabilidad financiera más amplia, las amortizaciones de deuda más profundas y oportunas podrían permitir un retorno más rápido al progreso del desarrollo para los países vulnerables y hacer que un futuro incumplimiento sea menos probable”, expresó.
“Se podría incentivar al sector privado para que participe en la reestructuración de la deuda a través de una variedad de mecanismos, incluida la emisión de nuevos bonos con protecciones legales más sólidas, compromisos de restitución de pérdidas e instrumentos de recuperación de valor, lo que permitiría a los acreedores privados beneficiarse de la evolución al alza en los países deudores en el futuro, como los instrumentos vinculados al PIB en Costa Rica, Argentina, Grecia y Ucrania”, indicó. La Argentina utilizó en el pasado cupones ligados al crecimiento económico, que a priori no le sumaron más adhesión por parte de los acreedores y, además, generaron juicios en el exterior por la manipulación de los datos del PBI durante el kirchnerismo.
Por otra parte, el informe afirmó que en el campo del desarrollo de los metales, “varios mercados en desarrollo y emergentes se han convertido en beneficiarios netos de este mayor interés tanto del sector público como del privado, incluidos Indonesia, Marruecos y el triángulo del litio del Estado Plurinacional de Bolivia, Argentina y Chile”. Sin embargo, consideró que “estos países han tenido que caminar sobre la cuerda floja a medida que las potencias mundiales ejercen el control a través del comercio, la inversión y los lazos tecnológicos y buscan restringir el acceso de los estados rivales”.
El informe se basa en las opiniones de más de 1.200 expertos, encargados de formular políticas y empresarios; la mayoría asistirá a esta versión presencial del WEF después de las restricciones generadas por la pandemia.
Según sus conclusiones, “la crisis del costo de vida es el mayor riesgo a corto plazo, mientras que la incapacidad para mitigar el cambio climático y de adaptarse al mismo es la mayor preocupación a largo plazo”. En este sentido, advirtió que “las rivalidades geopolíticas y las posturas cerradas acentuarán las restricciones económicas y exacerbarán aún más los riesgos a corto y largo plazo”
Por este motivo, el Informe de Riesgos Globales “hace un llamado a los países a trabajar en conjunto para evitar rivalidades por los recursos”.
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