La carrera entre las dos inversiones preferidas por los ahorristas minoristas argentinos, el dólar y el depósito a plazo fijo, se mantuvo cabeza a cabeza durante casi todo el año. En un 2022 en el que el Banco Central conducido por Miguel Pesce perdió la reticencia a subir las tasas de interés, acuerdo con el FMI mediante, las colocaciones en pesos arrojaron resultados mejores que el dólar libre durante varios tramos del año. Pero el billete, activo de refugio por excelencia de los argentinos, supo resistir.
Para evaluar el desempeño de las dos opciones se pueden tomar, por un lado, las tasas de interés mínimas que el Banco Central fijó para el plazo fijo tradicional a 30 días, para personas físicas y por hasta $10 millones. Y por el otro, a la cotización del dólar libre en la City porteña tal como la informa a diario Reuters.
Con meses de calma en el principio del año, alterados por la disparada de la divisa en junio y agosto -en un episodio de inestabilidad financiera y cambiaria que desencadenó en la renuncia del ahora exministro de Economía, Martín Guzmán- y un segundo repunte a fin de año, el dólar libre alternó períodos de atraso con subas.
Mientras tanto, el humilde plazo fijo estuvo apuntalado por 9 subas de tasa determinadas por el Banco Central. Empezó el año en el 37% nominal anual y termina en el 75% nominal anual, 28 puntos arriba. Pero más allá de la tasa nominal, para comparar el rendimiento plenamente es necesario tomar la tasa que regía en cada mes y, además, calcular su resultado efectivo suponiendo el efecto de la tasa compuesta. Esto es, asumiendo que un depósito a 30 días hecho a principios de año fue renovado cada mes y que en esas renovaciones se reinvirtió tanto el capital original como los intereses que se fueron percibiendo a lo largo del año. El ahorrista del ejemplo nunca retiró un centavo.
Así, el ejercicio supone dos ahorristas distintos que el 3 de enero de 2022, primer día hábil del año, tomaron decisiones diferentes para ahorrar 100.000 pesos. Uno, colocó un plazo fijo tradicional a tasa regulada y, el otro, compró dólares en el mercado libre (se hizo, al precio de ese día de $206 por unidad, con USD 485,43 y los guardó).
Después de un primer mes que resultó favorable al dólar, ya que el plazo fijo al 37% nominal anual hecho en enero pagó $103.041,10 frente a los $105.097,09 que valían los USD 485 del ejercicio, la carrera se puso más pareja.
Hasta inicios de junio, el retroceso del dólar libre hizo que el inversor que optó por el billete se mantuviera a pérdida hasta ese momento. Con el dólar libre a $205, este ahorrista tenía en pesos el equivalente a $99.514,56 al 3 de junio. Ese mismo día, el ahorrista que había optado por el plazo fijo había recibido $118.303,36, gracias a que un mes antes la tasa ya había escalado el 47%.
Siempre considerando que los dos ahorristas imaginarios del ejemplo mantuvieron sus estrategias de inversión a rajatabla, la taba se dio vuelta en junio. El derrumbe de la deuda en pesos del Tesoro y la renuncia de Guzmán, la presentó el 2 de julio, hizo que el ahorrista dolarizado pasara al frente otra vez.
Al 4 de julio, los USD 485 del ejercicio valían $126.213,59 en moneda local. El ahorrista que optó por el plazo fijo rescató ese día en cambio $123.067,91.
El dólar libre llegó a picar más alto durante la breve estadía de Silvina Batakis en el ministerio de Economía, rápidamente reemplazada por el hoy titular de Hacienda, Sergio Massa. Llegó a superar con creces los $300 para la venta. Así, hasta agosto y septiembre el ahorrista imaginario que colocaba depósitos a 30 días y los renovaba, capital más intereses cada mes, se mantuvo atrás en la carrera al menos hasta septiembre.
En esos meses el Banco Central jugó más fuerte. La tasa mínima para plazos fijos saltó del 54% al 69,5% en agosto. Y del 69,5% al 75% en septiembre, nivel del que no volvió a moverse.
Así, al 3 de octubre el ahorrista que había elegido el banco renovaba su depósito con $141.790,98, mientras que el que invirtió en dólares contaba con el equivalente a $137.864,08 en su haber.
La ventaja fue máxima para el plazo fijo en noviembre, unos $9.000 de diferencia y se achicó algo a principios de diciembre. Pero, con datos del mercado cambiario actualizados hasta este 28 de diciembre, sobre el final del año el dólar volvió a tomar la delantera.
A $359 por unidad, la inversión inicial de $100.000 transformada en USD 485 pasó a valer el equivalente a 174.271,84 pesos. Mientras tanto, el ahorrista imaginario que optó por el plazo fijo sabe de antemano que el 2 de enero le esperan $169.662,21 en su cuenta bancaria. Un 2,7% menos de lo que rindió el dólar al menos hasta este miércoles.
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