En línea con los pronósticos de los analistas y consultores privados, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) confirmó en el informe semestral de Estabilidad Financiera que se frenó el crecimiento de la economía argentina en los últimos meses y que enfrenta, el próximo año, múltiples riesgos que podrían llevar a una recesión.
Esta afirmación de la autoridad monetaria llega tras el dato oficial del INDEC que indica un retroceso de la actividad por segundo mes consecutivo en octubre de 0,3% y una caída de la producción industrial de 1,1% en el mismo período, siempre contra el mes anterior. En el mismo sentido se inscribe la evolución del consumo, que según el instituto oficial de estadísticas, registró la mayor contracción en casi un año y medio, con una caída de 1,6% de las ventas en supermercados para esa mes.
“Durante el segundo semestre de 2022 la economía argentina registró un desempeño variante. Si bien el crecimiento del tercer trimestre fue mejor al esperado, la actividad económica se habría frenado en el último trimestre del año”, admitió el BCRA en el texto, en el que anticipó “una moderación” en el ritmo de actividad para el próximo año. Anticipa, de todos modos, que la actividad registrará hacia fin de año un avance por encima de 5%, registro que no se repitiría en 2023.
Curiosamente, la entidad menciona el período electoral como un factor que desalentaría el crecimiento, cuando normalmente los años en los que hay elecciones suelen ser expansivos, en gran medida por el mayor gasto público. Reconoce, también, que los altos niveles de inflación conspirarán contra el crecimiento, igual que el efecto de la sequía. En el frente externo, alude a un contexto más desfavorable, en el que se presentan riesgos de recesión global.
“Se espera una moderación en el ritmo de expansión en 2023, a partir del escenario externo más incierto de la mano de una mayor presencia de riesgos de recesión a nivel global y, a nivel local, por los riesgos asociados a los años electorales, los elevados niveles de inflación y el impacto de la sequía, entre otros factores”, afirmó la entidad que conduce Miguel Pesce.
Sin mencionar la posibilidad concreta de una recesión el próximo año, tal como esperan en el sector privado ante la dificultad de sostener los niveles de producción dado el escaso acceso a dólares en el mercado oficial y las fuertes restricciones vigentes para las importaciones, el Banco Central es claro al afirmar taxativamente que “para 2023 la expectativa es de desaceleración”.
En ese sentido, la entidad indicó que el desempeño de la actividad dependerá de factores que incluyen no sólo la evolución del contexto externo sino también cuestiones climáticas, cuyo impacto sobre la producción agrícola evaluó todavía “incierto”. Lo concreto es que el efecto de la sequía reducirá el flujo de divisas proveniente del campo el próximo año, lo que implicará todo un desafío para la economía en 2023.
Del otro lado de la balanza, el BCRA apunta al “avance en proyectos de inversión de envergadura vinculados al sector energético que afectarían a la balanza comercial y al objetivo de acumulación de reservas internacionales”, al tiempo que prevé un contexto de contención del gasto público, incluso a pesar de los comicios presidenciales.
“El contexto de mayor austeridad de la política fiscal, además de los desafíos que implican reducir los niveles de inflación actuales y la incertidumbre asociada típicamente a años electorales” también serían factores condicionantes, sin dejar de lado las presiones sobre el dólar.
En una jornada en la que el dólar libre trepó $10 y superó ampliamente la barrera psicológica de los $350 (cerró ayer en $356), el Banco Central identificó la estabilidad cambiaria como una condición clave: “El crecimiento económico dependerá además de que se mantenga un contexto estable en los mercados financieros y de cambios. En esto colaborarían las medidas aplicadas durante los episodios de tensión de mediados de año y el continuo monitoreo que realiza el BCRA de la evolución de los mercados de títulos públicos (y la estructura de tasas de interés) y de divisas”, dijo el informe y advirtió que de concretarse un crecimiento menos robusto que el esperado o un resurgimiento de ciertas tensiones en los mercados locales, y dependiendo de la intensidad de estos eventuales desarrollos, “esto podría condicionar el contexto en el cual se lleva a cabo la intermediación financiera y elevar el riesgo de crédito en el sistema”.
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