El ministro de Economía, Sergio Massa, enfrentará mañana la última licitación de deuda del año. Por el bajo monto de vencimientos remanente de este año, apenas unos $62.000 millones, la fecha no implica un desafío sino una oportunidad. Con un calendario de compromisos que arranca el primer día hábil del próximo año -el 2 de enero-, Economía podría apuntar a captar nuevos fondos y empezar a armar el colchón para el próximo año.
Tras la operación de mediados de mes, en la que se coordinaron esfuerzos entre los bancos acreedores, el Banco Central y la propia Secretaría de Finanzas para obtener poco más de $785.000 millones, el programa financiero del año quedó cerrado. Sin embargo, no hay respiro para el financiamiento de las cuentas públicas y las obligaciones empezarán a apretar el zapato apenas horas después del brindis de Fin de Año.
Lo primero a cancelar, señalan en Portfolio Personal Inversiones (PPI), son los cupones de dos títulos en pesos. “El Tesoro enfrentará la última licitación de pesos este miércoles. Los vencimientos en esta ocasión son muy bajos, dado que solo queda una Lelite emitida el 16 de diciembre, el remanente de la LEDE del 30 de diciembre (S30D2) y del TD26 (en manos públicas). Más allá de que el programa financiero ya esté cerrado, es una buena oportunidad para mejorar el financiamiento de cara al año que viene. Recordemos que en el primer día hábil de 2023 se deben pagar los cupones del DICP y CUAP que suman cerca de $46.000 millones”, afirmó ayer PPI en su panorama semanal.
Lo cierto es que, aunque en los primeros días del mes que viene los vencimientos sean relativamente menores, durante las semanas siguientes la cuenta se abulta por demás.
En el mercado de pesos, los vencimientos rozan $1,2 billones (equivalente a USD 7.000 millones) mientras que la deuda con organismos y acreedores privados extranjeros suman en enero USD 4.000 millones, de los cuales más de la mitad deberán desembolsarse el 9 de enero. Esta cifra, que se afrontará en parte con los recursos sobrantes del último giro del FMI la semana pasada, presionará sobre el nivel de reservas.
Por cuerda separada, la necesidad de renovar los vencimientos en pesos promete mantener la tensión constante en la plaza doméstica, con un posible efecto expansivo en términos monetarios, lo que presionará la cotización del dólar libre. Esto, al menos, fue lo que ocurrió en la mega licitación de diciembre en la que, tal como afirmó Massa, se obtuvo el nivel de ofertas “más grande desde 2020″ para cerrar el financiamiento del año pero con la puesta en práctica de algunos artilugios para inflar ese volumen. Esencialmente, los bancos se “pasaron” de títulos del Banco Central -Leliqs y pases- a deuda del Tesoro, asumiendo mayor riesgo y, en función de ello, exigiendo mayor tasa de interés. El punto es que, mientras la deuda del BCRA es contractiva de la base monetaria, la del Tesoro tiene el efecto inverso, con consecuencias inflacionarias.
Aunque no queda claro cuál es el margen para repetir la maniobra, lo cierto es que igual que en diciembre, la principal dificultad para renovar los vencimientos de los primeros meses de 2023 se centra en quiénes son los que tienen en cartera los títulos que vencen. Los vencimientos que operan durante el primer bimestre se concentran mayormente en manos privadas: bancos, fondos comunes de inversión y otros inversores institucionales detentan entre 60% y 70% de la deuda. A pesar de eso, dada la relativa mayor lejanía de la fecha electoral, se asume que los primeros meses serán los menos complejos del año.
Es que, aunque la relación de deuda en manos privadas versus tenencia de organismos públicos se invierte con el correr de los meses durante el primer semestre de 2023, el volumen total trepa a casi el doble en marzo y en julio. En ese mes, los compromisos trepan a $1,9 millones, con participación creciente de entidades y organismos públicos los cuales, con más de 60% de la tenencia de los vencimientos, tendrían acotada su capacidad de ampliar su financiamiento al Tesoro.
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