El Gobierno recibió ayer el último desembolso del Fondo Monetario previsto para el año por USD 5.900 millones, fecha en la que coincidió el último gran pago al propio organismo, por prácticamente la mitad de ese monto, unos USD 2.800 millones. El saldo restante contribuirá a engrosar apenas por unos días las reservas del Banco Central que ayer subieron de USD 4.211 millones. Es que apenas se inicie 2023, el Gobierno deberá cumplir con fuertes compromisos, no sólo con organismos internacionales sino también con acreedores privados.
A esos giros ineludibles que deberá hacer al exterior, se suma también en enero un exigente calendario de pago de deuda en pesos, cuyos vencimientos el Ministerio de Economía apuntará a refinanciar en el contexto de crecientes dificultades. En total, las obligaciones tanto en pesos como en dólares ascienden al equivalente a USD 10.800 millones, de los cuales 40% corresponde a obligaciones en moneda dura.
En principio, operará en los primeros días de enero, el 9 del mes, el vencimiento de los bonos que surgieron de la reestructuración del ex ministro de Economía, Martín Guzmán. El monto asciende a USD 1.021 millones a lo que se suma, ese mismo día, un pago al Fondo Monetario por USD 1.282 millones. En las dos semanas siguientes, el Gobierno deberá desembolsar otros USD 1.315 millones, a los que se suma un vencimiento con otros organismos bilaterales y multilaterales por USD 327 millones. De esa forma, la cuenta total al 30 de enero llegará así a los USD 3.945 millones, un monto que volverá a poner bajo presión las reservas netas del Banco Central.
El panorama de la deuda en pesos tampoco luce despejado. Tras la operación del jueves de la semana pasada, en la que el Economía obtuvo $785.500 millones entre la refinanciación de vencimientos y fondos frescos, los compromisos en moneda nacional totalizan $1,2 billones de acuerdo al último informe de deuda pública de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC). La cifra luce desafiante a la luz de las complicaciones evidenciadas en las últimas licitaciones de títulos del Tesoro, incluida la de la semana pasada. En esa operación que según informó el propio ministro Sergio Massa, se cosechó el nivel de ofertas “más grande desde 2020″, requirió de esfuerzos poco habituales y difíciles de replicar abultar las propuestas y, también, el resultado. En principio, tal como anticipó Infobae al día siguiente de la operación, los bancos (públicos y privados) reorientaron parte de su liquidez colocada en pases bancarios y Leliqs hacia los títulos ofrecidos por el Tesoro.
El economista de Invertir en Bolsa Nicolás Cappella calculó este movimiento en aproximadamente $470.000 millones, monto que por lo menos garantizaba la refinanciación de vencimientos. Para lograr este pase de manos, en la que las entidades financieras empeoraron el nivel de riesgo de la cartera involucrada -siempre el riesgo del Tesoro es mayor al del Banco Central-, Finanzas debió convalidar altas tasas de interés, varios puntos por encima de las que fija la política monetaria del Banco Central.
De ahí que los vencimientos a refinanciar el mes próximo resulten tan exigentes. Las posibilidades de recurrir a estos artilugios nuevamente son menores, no sólo por la dudosa capacidad de los bancos de seguir absorbiendo bonos del Tesoro sino también porque las Leliqs aumentaron imprevistamente su rendimiento para el grueso de los bancos tras la decisión del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, de reducir de 8% a 2,8% el impuesto a los Ingresos Brutos que pesa sobre los intereses de esos instrumentos. El facilitador será, como ocurre normalmente, la activa participación de los organismos públicos.
Superado eventualmente enero, el volumen total de vencimientos baja a prácticamente la mitad en febrero pero otra vez se complica en marzo, que presenta un perfil de vencimientos muy similar al de enero, tanto en monto total como en distribución por acreedor y moneda.
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