Según la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, en el tercer trimestre del año mejoraron casi todos los indicadores básicos del mercado laboral argentino, incluidas las tasas de actividad, empleo y desocupación. Sin embargo, una mirada hacia adentro de los números conduce a una inevitable conclusión: los puestos de trabajo están perdiendo calidad.
Para entender de qué se trata este deterioro del mercado laboral, es necesario analizar qué pasó con cada uno de los principales indicadores publicados en la EPH.
En primer lugar, es importante aclarar que la tasa de actividad, valor que mide qué porcentaje de población está activa en el mercado laboral, ya sea trabajando o buscando empleo, creció 0,9 puntos porcentuales en el tercer trimestre del año, en comparación con el mismo período del año pasado (saltó de 46,7% a 47,6%). Esa es siempre una buena noticia, teniendo en cuenta que a mayor tasa de actividad, mayor es la cantidad de personas que busca hacer un aporte a la economía.
Por otro lado, creció de 42,9% a 44,2% la tasa de empleo. Como su nombre lo indica, ese valor refleja qué porcentaje, dentro de la población económica activa, está trabajando actualmente.
Por último, la tasa de desocupación, que hace referencia a la población que está buscando trabajo activamente (sin encontrarlo), bajó de 8,2% a 7,1%. En este caso, analizando los tres indicadores en forma conjunta, se puede concluir que la reducción de la desocupación tiene más que ver con el hecho de que miles de personas consiguieron empleo. En otras oportunidades, por el contrario, se ha observado una baja de los niveles de desocupación, pero por el simple hecho de que muchas personas se rindieron y dejaron de aspirar a un puesto de trabajo.
Trabajo de mala calidad
De este modo, hay más personas activas, más argentinos trabajando y menos buscando trabajo. En primera instancia el escenario es positivo pero no lo es cuando se analiza cómo son los nuevos puestos de trabajo creados.
Extrapolando los datos de la EPH a la población total, se puede concluir que hay 20.629.300 personas ocupadas en Argentina (datos del tercer trimestre del año). Entre ellas,12.806.000 tienen un empleo registrado y 7.823.000 se manejan en la informalidad.
Un año atrás, en el tercer trimestre de 2021, había 19.737.000 ocupados, de los cuales unos 12.191.000 tenían un empleo formal y 7.545.000 trabajaban sin descuento jubilatorio (en negro).
Eso quiere decir que en doce meses se crearon cerca de 892.400 empleos en el país. ¿Cuál es entonces el problema? Uno de ellos, es que si bien se generaron 614.600 trabajos formales, también se crearon en Argentina otros 277.800 empleos en negro.
Dicho de otra forma, tres de cada diez empleos que creó la economía argentina en el último año se desarrollan en la informalidad.
Por otro lado, se observa que el crecimiento de la tasa de empleo se ha concentrado en el último año en personas con menor nivel educativo y con menor calificación.
En detalle, la Encuesta Permanente de Hogares indica que creció la tasa de empleo en personas con educación de nivel primario y secundario (completo e incompleto), pero cayó en la población con niveles de estudios universitario (completo e incompleto).
A su vez, las estadísticas señalan que se crearon miles de puestos de trabajo para operarios y trabajadores “no calificados”, mientras que el nivel de ocupación de técnicos y profesionales decreció 2,2 y 1,5 puntos porcentuales respectivamente.
De todo esto se concluye que efectivamente sí hay más personas trabajando en Argentina, pero una gran parte se desempeña en la informalidad. Además, cada vez ganan mayor participación dentro del mercado laboral las personas con bajo nivel de estudios y los puestos de trabajo de menor calificación.
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