La decisión del Gobierno de comenzar a pisar las importaciones a mediados de año, acentuada con el nuevo sistema SIRA, no llegó a revertir la tendencia que ya estaba marcada desde los primeros meses de este 2022 que está por terminar. La debilidad en materia exportadora sumada a la fuerte presión que ejerció sobre las importaciones la guerra de Ucrania y el encarecimiento de los precios, además del repunte de la actividad económica, hizo que la balanza comercial tenga un desempeño muy inferior al del año pasado. De acuerdo con las estimaciones de las consultoras económicas, el año cerrará con un superávit comercial cercano a los USD 5.500 millones, que implicará una caída de 63% respecto de los USD 14.751 millones obtenidos el año pasado.
A octubre, los números del Indec muestran que las exportaciones acumularon USD 75.144 millones, mientras que las importaciones treparon a USD 70.738 millones, lo que da un resultado positivo de USD 4.406 millones. Durante los primeros diez meses del 2021, el superávit fue de USD 13.955 millones, por lo que la caída acumulada alcanzó el 68%. Noviembre y diciembre aportarán menos de USD 1.000 millones adicionales, por lo que la cifra anual rondaría los USD 5.500 millones.
“Hubo, en la base devengada del Indec, una reducción muy fuerte del superávit comercial, más de un tercio de lo que fue el saldo del año pasado. Pero eso no se tradujo necesariamente en el balance cambiario porque hubo pagos de importaciones que se pospusieron (una especie de deuda flotante). Creció la deuda comercial en aproximadamente USD 9.000 millones este año”, precisó el economista de Equilibra, Lorenzo Sigaut Gravina.
En cuanto al dólar soja, si bien adelantó la liquidación de divisas, “difícilmente se llegue a exportar más porque no son procesos instantáneos. Con los pesos de la liquidación de las divisas al dólar más alto, se compra la mercadería a los productores a un precio más elevado, y luego se encargan de producir y embarcar la mercadería, y ese proceso puede demorar varios meses”, remarcó el analista.
Consultada al respecto, la economista de FIEL, Marcela Cristini, aseguró que “el balance comercial sufre las consecuencias de un bajo estímulo cambiario combinado con un escenario de incertidumbre macro”. Según precisó, las exportaciones se fueron concentrando cada vez más en ventas tradicionales de la agroindustria y éstas se fueron demorando a la espera de una corrección cambiaría, que se hizo parcialmente para la soja en dos capítulos, el de setiembre y el actual. “Dada esta situación, la amenaza de la sequía, que es muy grave, ya indica que 2023 será un año muy complejo para lograr un buen desempeño exportador”, anticipó Cristini.
En cuanto a las importaciones, destacó que “al desorden generado por los diferimientos de pagos que se fueron acumulando, se sumó el tipo de cambio y la incertidumbre macro, que también operaron en favor del adelantamiento de las compras de insumos”. “Pero luego el nuevo sistema SIRA demoró importaciones, y como resultado de estas distorsiones, hay sectores con falta de insumos y la asignación de dólares para importar no asegura la eficiencia económica”, agregó, al tiempo que pronosticó un 2023 con un “racionamiento relevante de las importaciones, lo que volverá a sumar ineficiencia y caída de productividad”.
Para Soledad Pérez Duhalde, de Abeceb, el año cerrará con un superávit comercial de USD 6.460 millones, que implica una caída del 57% respecto del resultado de 2021. De acuerdo con sus previsiones, las ventas al exterior finalizarán 2022 en torno a los USD 90.128 millones, en tanto que las importaciones alcanzarán los USD 83.668 millones. Para ella, en los últimos dos meses del año pisarán más las compras al exterior (con un crecimiento promedio del 8%) y las exportaciones se verán beneficiadas por el dólar soja.
A su vez, en Ecolatina esperan que el saldo comercial del último bimestre del año siga siendo superavitario, dado que “impactará el mayor control sobre las importaciones y también seguirán reflejándose, con cierto retraso, el devengamiento de las exportaciones del agro que se dieron en septiembre”. “Adicionalmente, si bien es de esperarse una baja en los niveles para noviembre y diciembre vinculada a la reducción estacional de las exportaciones del agro, no descartamos que la nueva edición del dólar soja genere un mayor ingreso de divisas en el MULC, aunque seguramente comience a vislumbrarse en las estadísticas del INDEC ya en 2023″, según un reciente informe de la consultora.
En cuanto a las compras al exterior, si bien podrían llegar a los USD 87.000 millones de continuar con el ritmo con el que venían hasta octubre, en Ecolatina creen que en función de menores pagos de energía y especialmente por la necesidad de cuidar las Reservas Internacionales y evitar un salto cambiario discreto, las importaciones encontrarán un techo más bajo en el último trimestre del año, lo cual ya comenzó a evidenciarse con el endurecimiento de las restricciones y la implementación del SIRA.
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