Los futuros de dólares cotizaron en bajas para todos los fines de mes, luego de conocerse que el ministro de Economía Sergio Massa planea reducir el ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial. El ministro de Economía dejó trascender que el dólar oficial ya no subirá casi 7% por mes para pasar a un rango de 4% a 4,5%, con la idea de acompañar la reducción gradual que espera para el índice de inflación.
Los operadores se hicieron eco de este plan, que entraría en marcha a partir de enero. Por eso, todos los contratos de dólar futuro cerraron con bajas superiores a 1%, pero que llegó a 1,3% a medida que avanzan los meses en 2023.
En otras palabras, los inversores y operadores le creyeron a Massa que piensa aminorar el ajuste cambiario hacia adelante, pero arrancando el mes próximo. Además, aunque la medida profundice el atraso cambiario, eso no parece ser un problema para el Gobierno. Sucede que en realidad el ministro ya viene implementando una serie de tipos de cambio diferenciales. El caso emblemático es el del dólar soja: a las cerealeras se les reconoce un valor de $ 230 en vez de $ 170. Esto implica una mejora del 35% sobre el tipo de cambio oficial, pero sin necesidad de oficializar una devaluación.
Como los futuros de dólar en el Rofex se rigen por la cotización “oficial”, no sólo se fue diluyendo la posibilidad de una devaluación brusca. Además, ahora se empieza a descontar que el ritmo de ajuste será menor al de los últimos meses, como quedó reflejado en toda la curva.
Para los contratos de fin de enero, el dólar pactado cerró a $ 194,75%, una disminución de 1,2% respecto al nivel de la jornada anterior. Y para el cierre de febrero fue de $ 208, una reducción de 1,05%. Es posible que en la medida que se consolide la idea de una menor suba del tipo de cambio los contratos ajusten todavía más a la baja.
También es posible que haya todavía menos interés en los bonos emitidos por el Tesoro o por los privados que ajustan según la evolución del tipo de cambio oficial, o “dollar linked”. Por eso, el Tesoro viene optando por la emisión de bonos “duales”, que ofrecen una suerte de seguro de cambio a los inversores: al vencimiento pagan la inflación o la suba del tipo de cambio oficial, lo que haya sido mayor en el período.
La apuesta de Massa a reducir el ritmo de devaluación no es nueva. Se trata de un comportamiento típico de años electorales, cuando se intenta atrasar el tipo de cambio para bajar la inflación y de esa forma mejorar los salarios en términos reales.
Se trata, sin embargo, de una opción que cada vez tiene menos resultados. El ex ministro de Economía, Martín Guzmán, lo intentó en 2021: el dólar oficial aumentó solo 1% por mes pero la inflación igual superó el 50%. Además, el Gobierno sufrió una dura derrota electoral.
El tipo real multilateral que mide diariamente el Banco Central, está 25% por debajo de los niveles de diciembre de 2019, cuando asumió Alberto Fernández. Esta pérdida de competitividad provoca la necesidad de un cepo cada vez más duro sobre las importaciones, ante la disminución del superávit comercial.
Sin embargo, las necesidades electorales son más fuertes. El Gobierno precisa imperiosamente que la inflación baje, aunque será muy difícil que sea al 60% en 2023 contra casi 100% de este año. Por las dudas, Massa además ya dejó trascender que el tipo de cambio subirá a ese ritmo en 2023, una apuesta arriesgada ya que podría subirle más la temperatura a una olla que ya tiene bastante presión.
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