Aunque la inflación de noviembre, que el Indec dará a conocer el jueves 15 de diciembre, sea inferior al 6%, en sus primeros 3 años de gestión el gobierno de Alberto Fernández habrá superado la inflación acumulada en toda la presidencia de Mauricio Macri.
La cartera económica aspira a perforar, tras cuatro meses, el piso del 6% de inflación mensual, pero bastará un 5,5%, para que -en términos automovilísticos- el gobierno de Alberto Fernández “le saque una vuelta” al de Macri en materia inflacionaria.
El gráfico adjunto, elaborado por Marina dal Poggetto, directora de la consultora Eco Go, muestra que entre diciembre de 2015 y noviembre de 2019 la gestión macrista acumuló una inflación del 296,8% y proyecta, a partir de una estimación de 6,1% para noviembre, que en 36 meses la albertista acumularía un 299,6%, lo que implica haber casi cuadruplicado (una suba del 299,6% implica multiplicar por 3,996) el costo de la canasta de bienes y servicios con la que el Indec mide el “Índice de Precios al Consumidor” (IPC) o inflación minorista de la Argentina.
De hecho, según los precios promedio de “una selección de alimentos, bebidas y otros artículos de la Canasta del IPC” que publica el Indec, ya a octubre (esto es, sin incluir las subas de noviembre), en los primeros 35 meses de presidencia de Alberto y Cristina Fernández de Kirchner el precio del kilo de “carne picada” había subido 332%, el de pollo entero 317%, la botella de aceite de girasol de litro y medio 446%, el litro de leche fresca en sachet 301%, la docena de huevos 329%, el kilo de azúcar 476%, el de papas 690% y el jabón de tocador (de 125 gramos) 322%. Son todos datos oficiales.
Del éxito aparente a las comparaciones absurdas
En su discurso ante la Asamblea Legislativa de marzo de 2021 Alberto Fernández dijo haber reducido la inflación “en casi 18 puntos” (del 53,8% de 2019 al 36,1% de 2020) y, al igual que su entonces ministro, Martín Guzmán, se jactaba del logro, en un mundo en el que, debido a la pandemia, la inflación mundial había descendido de un promedio del 3% a cerca de la mitad. Durante demasiado tiempo el gobierno ninguneó el tema. Luego el presidente echó culpas al pasado (“hace más de 15 años tenemos una inflación de dos dígitos” señaló) y hasta hizo una comparación con EEUU de la que extrajo la siguiente conclusión: “uno puede decir en la Argentina la inflación aumentó 90%, pero en los EEUU aumentó de 1 a 10, un 900 por ciento”.
Tras la traumática salida de Guzmán, en julio la inflación fue del 7,4% y recién con la asunción de Sergio Massa en Economía se priorizó la reducción gradual como objetivo central de un gobierno maltrecho, que este año registrará un guarismo cercano o superior al 100%, algo que no sucedía desde 1991. Incluso en la tormentosa década del ochenta hubo un año, 1986, primero entero de vigencia del Plan Austral, en que el IPC aumentó 82%, menos de lo que subirá este año.
Tras la traumática salida de Guzmán, en julio la inflación fue del 7,4% y recién con la asunción de Sergio Massa en Economía se priorizó la reducción gradual como objetivo central
Más allá de los esfuerzos de Massa, los resultados de la gestión de Fernández en la materia son y serán lapidarios. Si se cumple la previsión oficial de una inflación del 60% para 2023, algo que economistas y consultores creen improbable, al término del mandato presidencial la inflación acumulada superará 620%; si fuera del 100%, se acercará al 800% y si avanzara a 125% bordeará el 900%, lo que implicaría haber decuplicado el nivel de precios y reducido en un 90% del valor del peso.
Fenómeno mundial
Por cierto, el aumento de los precios de los alimentos y la energía metió presión inflacionaria en todo el mundo, pero la Argentina está fuera de medida. Tanto a nivel regional como mundial la inflación ya empezó a descender. El último informe sobre el costo de vida en 142 ciudades del mundo de la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist proyecta, por caso, que la inflación mundial bajará de 9,4% este año a un “todavía alto” 6,5% en 2023.
En su reciente discurso en el cierre de las “Jornadas Monetarias y Bancarias” que organiza cada año el Banco Central, el presidente de la entidad, Miguel Pesce, insistió en el carácter “multicausal” de la inflación y afirmó que “se supera con crecimiento”.
“La inflación sustancialmente es un fenómeno que involucra un desbalance entre oferta y demanda. Hay otros componentes que no son menores para tener en cuenta, por eso decimos que es un fenómeno multicausal; como los shocks devaluatorios, las pujas distributivas, el desajuste de los precios de las materias primas, fenómenos inerciales o la condición bimonetaria, como es el caso de la economía argentina”, dijo Pesce.
Lo cierto, sin embargo, es que tanto en 2021 como en 2022 el PBI argentino creció (9,9% el año pasado, entre 4% y 5% será el resultado este año), pero la inflación no hizo más que aumentar. A esa combinación se refirió Carlos Melconian, que en la semana habló en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires de “reactinflación”, por la combinación de reactivación con inflación.
“Es un escenario distinto al de 2010, donde la inflación era de 25%, pero se crecía al 10%, ahora hay una recuperación post-pandemia muy concentrada, pero la inflación gira en torno al 100%; se percibe más inflación que reactivación”, enfatizó el también presidente del Ieral de Fundación Mediterránea.
El gran condicionante
En 2023 el ritmo inflacionario condicionará “todo”, dijo Melconian, desde la expectativa de devaluación del dólar, la brecha cambiaria, el nivel de actividad, la tasa de interés, la puja salarial, la interna oficialista, el futuro político de Massa, el clima de “la calle”, la transición y el resultado electoral.
Al nivel actual de inflación, cercano al 100% anual, resaltó, se llegó “80% por la macro” y 20% por “aditivos”. Entre los primeros señaló un desbalance fiscal y una expansión monetaria del 80% anual y entre los aditivos la invasión rusa a Ucrania, por su efecto sobre la energía y los alimentos, la caída en la demanda de dinero (gente huyendo del peso, que deriva en un mayor “impuesto inflacionario” sobre los que lo tienen), el deslizamiento del dólar oficial, la suba tardía de tarifas y las paritarias salariales, que convalidaron una “mayor nominalidad” (esto es, acostumbramiento a niveles y variaciones de precios en constante ascenso).
Al nivel actual de inflación, cercano al 100% anual se llegó 80% por la macro y 20% por aditivos (Melconian)
Según Melconian, un congelamiento de precios, instinto básico del kirchnerismo, pero no del ministro Massa, tiene “cero chances de éxito duradero”, en tanto que un “ajustazo recesivo” tiene “cero plafón político”, por lo que no descartó la posibilidad de una inflación anual superior al 125%, pues admitió la existencia de “caldo de cultivo” para un “salto devaluatorio” y afirmó no se puede descartar del todo una “corrida contra el peso”.
¿Puede el Gobierno boyar 2023 con una inflación de entre el 5% y 7% mensual? Según el economista, puede, pero a condición de “hacer abdominales”, algo por cierto difícil en un año electoral.
La reconstrucción de la Inflación
Para Marina Dal Poggetto, al 100% de este año se llegó debido a que la Argentina hizo méritos para ello, pues “reconstruyó” la inflación.
“Todos los países de la región tuvieron altas inflaciones en los 70s y 80s, luego estabilizaron en los 90s y aprovecharon el mundo del dólar bajo y precios de las materias primas altos para construir su moneda”. La Argentina en cambio, superada la traumática salida de la convertibilidad, “apretó el acelerador y llevó la inflación del 3,7% de 2003 al 25% desde 2007 a 2017. Se perdieron los superávits gemelos, se forzaron atrasos cambiario y tarifario y cada vez que se quiso corregir esos atrasos, como en 2014 y 2016, aumentó la inflación. Y en 2018 tuviste un cambio de régimen inflacionario y te fuiste del veintipico cincuentipico por ciento”, dijo la economista a Infobae.
El actual gobierno, prosiguió Dal Poggetto, recibió una “economía con precios relativos corregidos, ajuste externo ya hecho y un ajuste fiscal hecho pero insostenible, porque se basó en la licuación previsional y en la recaudación por retenciones por anticipo de liquidaciones ante el cambio de régimen”. El gobierno amagó al inicio con una consolidación fiscal, luego vino la pandemia, y demoró 8 meses la renegociación de la deuda externa con los acreedores privados y pateó más de dos años el acuerdo con el FMI”.
Hay un BCRA con un balance “reventado” y al que le sobran pesos y le faltan dólares (Dal Poggetto)
“En 2021 pisaron el tipo de cambio, aceleraron los motores por la elección y pasaron el 50%. Y en 2022 el coqueteo con el default, los cruces entre Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández y la renuncia de Guzmán llevaron a convalidar una inflación superior al 6% mensual (equivalente al 100% anual). “Acordaron con el FMI para evitar el default, pero es un acuerdo que te condena a una inflación alta para consolidar las cuentas fiscales”, explicó Dal Poggetto. La herencia de esa secuencia -dijo- es un BCRA con un balance “reventado” y al que le sobran pesos y le faltan dólares.
La inflación, en tanto, cambió su anatomía. “Hoy los precios relativos son de bienes muy caros y servicios baratos: un alquiler te sale 2 pares de zapatillas y no tienen relación con el boleto de tren o colectivo. Un traje (de una conocida casa española) cuesta el doble que en Madrid. Si los sectores que tienen que recomponer y los de arriba no ceden, es más inflación. El origen de la inflación es fiscal y monetario, pero una vez que la tenés, pasás a un problema distributivo”, destacó Dal Poggetto.
¿Es posible bajarla en 2023? “Creo que no. Precisamente porque necesitás inflación para la consolidación fiscal, y los aumentos del dólar y tarifas por el acuerdo con el FMI van por arriba”, respondió la economista. Sin embargo, aclaró, con una economía híper-regulada y una “represión financiera” en la que el gobierno negocia sector por sector y a veces empresa por empresa el acceso al dólar, “el esquema podría sostenerse sin que la inflación se espiralice, pero tampoco caiga”.
Sobran pesos
“Dado el exceso de pesos y el faltante de dólares, hay problema de precios. No construyo escenarios disruptivos, pero escenarios no disruptivos pueden ser de 120% de inflación anual. Puede bajar estos meses (por “Precios Justos”) pero el esquema termina en marzo. Sin continuidad del esquema de represión financiera, se pueden disparar la brecha cambiaria y la inflación. Con continuidad política y represión financiera, la situación actual puede durar, pero sin dólares no se pueden ganar elecciones, y la expectativa de cambio aparece porque los dólares no aparecen”, contó Dal Poggetto.
En un reciente informe, en el que analiza las dinámicas inflacionarias de la historia argentina, Eco Go advirtió que si bien una hiperinflación “no se construye de la noche a la mañana”, la Argentina ya lleva un tiempo haciendo méritos, al punto de haber cambiado de “régimen de inflación”, llevándola de nuevo a los 3 dígitos, con precios relativos (dólar, tarifas y combustibles) rezagados, una economía muy cerrada, paritarias que empiezan a escalar, una política monetaria que necesita (e incluso coordina) que la inflación se acelere y un déficit cuasi-fiscal (el del Banco Central) que empieza a ser preocupante y en el que la tasa de interés en dólares ya está a niveles de default.
“Literalmente es una olla a presión: se necesita enfriarla antes de sacar la tapa”. A esta “nominalidad”, concluye, no hay margen ni financiamiento para el gradualismo, pero el shock requiere consistencia y sobre todo administrar políticamente los efectos distributivos”.
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