La puesta en marcha del dólar soja 2 y el anuncio sobre un aumento en el nivel de reservas “disponibles” surtieron el efecto buscado en el primer día: se tranquilizaron los dólares financieros y el Banco Central consiguió el mayor volumen de compras en dos meses. Pero además la noticia sirvió para consolidar a los bonos de la deuda en dólares, que están cerrando noviembre en su mejor momento.
La recuperación respecto a los pisos de cotización que habían tocado a principios de septiembre promedian el 30%, una ganancia en dólares difícil de obtener con otros activos financieros. Aunque cotizan a valores de default, algunas series ya rozan los USD 30, cuando hace apenas un par de meses habían caído por debajo de los USD 20.
La de los últimos dos meses está relacionada con varios factores simultáneos, donde se mezclan razones locales pero también un contexto internacional algo más favorable para las inversiones de riesgo. Fue clave el último dato de inflación que se conoció en los Estados Unidos, que mostró una fuerte desaceleración en octubre y abrió la expectativa de un freno a la política de aumento de tasas por parte de la FED.
De hecho, la mejora de los bonos no es muy diferente a la recuperación que muestra, por ejemplo, el mercado de acciones americano y otros títulos de mercados emergentes. Esto implica que el mayor apetito por activos de riesgo rebotó positivamente en la deuda argentina.
El repunte es notorio, pero todavía desde niveles muy deprimidos. A estos precios, los inversores descuentan que hay por delante una fuerte reestructuración de la deuda, luego de la efectuada por Martín Guzmán en agosto de 2020. Paradójicamente, los bonos argentinos están siendo honrados normalmente. Las dudas surgen a partir de 2024 y especialmente desde 2025, cuando suben fuertemente los vencimientos de capital.
La recuperación de reservas que consiguió el Banco Central en estos últimos meses, sobre todo a partir de la implementación del dólar soja, que ahora va por su segunda versión, tuvo mucho que ver en esta mejora. Sergio Massa puso el foco en la recuperación de las reservas y logró estabilizar el mercado cambiario, junto a la mejora de los bonos. El riesgo país, sin embargo, aún flota entre los 2.300 y 2.400 puntos básicos, niveles más parecidos al de países que no pagan sus deudas.
Los bonos en dólares regresaron a su cotización promedio del último año, en torno a los 25 dólares. Algunas series, sin embargo, tienen más demanda del mercado como las que vencen en 2035 y 2038, ya que pagan cupones de intereses más altos. La proximidad del calendario electoral les pone un techo relativamente bajo
Incluso la calificadora Moody’s consideró hace pocos días que las chances de una nueva reprogramación de la deuda en el caso argentino es altísima. “Está todo supeditado a que el país pueda recuperar el acceso a los mercados financieros”, algo que por ahora luce lejano. Tampoco se vive un clima de euforia como sucedió en la previa a las elecciones de 2015, que finalmente ganaría Mauricio Macri. Claro que en aquel momento el nivel de endeudamiento era sustancialmente menor al actual.
Entre los bonos argentinos, la mejor parte se la llevan los que pagan cupones más altos. El GD38, emitido bajo legislación internacional, ya cotiza en USD 29, cuando lo hacía a USD 22.50 a principios de septiembre. Esto representa una mejora de 29%. Algo parecido sucedió por ejemplo con el AL 30, uno de los más negociados, llegó a los USD 25, cuando durante buena parte del año se mantuvo por debajo de los USD 20.
Un informe del economista Fernando Marull indicó que “los bonos en dólares vienen recuperando y esperamos que sigan firmes, luego de un flojo 2022. Preferimos el GD35 y el GD38″. También resaltó algunas oportunidades en deuda corporativa en dólares: por ejemplo YPF 2026 (rinde 14%), Pampa 2027 (al 12% anual), mientras que en el caso de los títulos provinciales destaca a la Ciudad de Buenos Aires 2027 (rinde 12% anual) y Córdoba 2026 (al 20% anual).
Aunque resulte extraño, el evento que podría complicar y mucho a la deuda en dólares en el corto plazo es el comportamiento de los títulos en pesos. El Tesoro se enfrenta con vencimientos millonarios por delante. Si tuviese problemas para pagar o requiere de una fuerte emisión monetaria para hacerlo, entonces crecería la presión cambiaria y la inflación. Este escenario impactaría negativamente en la deuda en dólares y gatillaría renovadas dudas respecto a la capacidad de pago del gobierno que asuma en diciembre del año próximo.
Un informe para inversores de la administradora de inversiones Adcap también hace referencia a la situación “frágil” que representa la gran acumulación de deuda en pesos: “Los pasivos monetarios ya son dos veces la base monetaria, que no para de caer. Y por otro lado, el BCRA paga el triple de tasa de interés que en el período 2020-2021″.
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