Con el cierre del viernes, el Banco Central ya acumula en noviembre ventas por USD 1.000 millones, ritmo que despertó el nerviosismo en la plaza cambiaria y que alentó la suba de las cotizaciones financieras del billete.
El anuncio de la segunda edición del dólar soja, con el que se apunta a un ingreso anticipado de liquidación de exportaciones por al menos USD 3.000 millones, busca fortalecer las reservas en la entidad monetaria, cumplir con la meta con el Fondo Monetario y calmar esa inquietud en los mercados.
De “yapa”, potenciará la recaudación fiscal con el cobro de retenciones y de Ganancias del sector sojero, y de ese modo facilitará el otro objetivo impuesto por el FMI de bajar el déficit fiscal como porcentaje del PBI, con un menor nivel de recorte de gastos, en una época del año en la que mandan los reclamos sociales de asistencia suplementaria.
Sin embargo, la medida, que ya se daba por descontada desde hace semanas, no despeja todas las dificultades que aún se deben afrontar hasta fin de año y, mucho menos, de cara al primer semestre de 2023. En este sentido, la semana arranca con un test clave: una nueva licitación de deuda, en la que Economía buscará renovar vencimientos por $250.000 millones.
Este lunes habrá una nueva licitación de deuda, en la que Economía buscará renovar vencimientos por $250.000 millones
Las dudas que generan estas renovaciones son el epicentro de la nueva tensión cambiaria y su resultado podría relativizar el impacto del anuncio del dólar soja.
“La licitación del lunes es claramente un driver (factor) disparador, pero lo importante es la dinámica de fondo”, dijo a Infobae Alejandro Bianchi, fundador de Asesor de Inversiones.
“El efecto de la soja me parece bastante neutro. El Central imprime pesos para capturar esos dólares y después esos pesos vuelven al dólar. La gran dinámica que hay de fondo es que hay $8 billones de deuda cuasifiscal (Leliq+Pases) creciendo al 100% anual, eso es explosivo y te da objetivos de dólar de $360 para fin de año”, agregó Bianchi.
En ese marco, la licitación del lunes es la prueba más dura para el equipo de Sergio Massa desde que en agosto logró descomprimir vencimientos mediante un canje de bonos, operación que reeditó pero con mucho menos éxito.
Es que el monto a vencer es mayor a los $165.000 millones de la última licitación, en la que se alcanzó el objetivo “con lo justo” y cuyo resultado el mercado leyó como “pobre”, alimentando el despertar del dólar financiero.
Esto a pesar de la suba de la tasa de interés que se convalidó para los inversores, en torno a 6,7% mensual, incluso por encima de la inflación esperada para los próximos meses.
La restricción fiscal más relevante para el Tesoro no proviene del FMI, sino de la falta de financiamiento (Equilibra)
“La restricción fiscal más relevante para el Tesoro no proviene del FMI, sino de la falta de financiamiento. En octubre y noviembre, consiguió muy poco financiamiento neto pese a haber subido las tasas”, aportan los economistas de la consultora Equilibra.
Esa dificultad para captar fondos frescos instala en el mercado la expectativa de más emisión monetaria, ya no para intervenir en el mercado de bonos sino para financiar el déficit fiscal: aunque cuando asumió anunció que no lo haría, Massa tiene disponibles $465.000 millones en asistencia del BCRA. La necesidad tiene cara de hereje.
Para la operación del lunes, la estrategia sigue siendo la misma: títulos de muy corto plazo, con condiciones adaptadas a las necesidades de los bancos que participarán de la renovación.
“Aún con vencimientos bajos, el Tesoro tuvo que conceder bastante en términos de precio para poder renovar la totalidad. El caso del bono orientado a los bancos ilustra bien la situación: en la reapertura tuvo que pagar mayor tasa (de 48,5% contra 43,25% anual) que en la licitación anterior, eliminó el techo de la tasa y cambió el mecanismo de ajuste a una tasa flotante (Badlar)”, destacó Consultatio en su informe semanal.
En los bancos, convalidan este análisis y advierten que a medida que corren los meses, pierden efectividad incluso los instrumentos diseñados a su medida. “Los dollar linked están atados al cambio oficial, que en la medida que lo planchan y corra por detrás de la inflación, no compensa el riesgo. Los dual, que pueden ajustar por inflación tampoco generan ahora el mismo interés”, aseguró una fuente del sector, quien vaticinó un nuevo resultado ajustado, que no será suficiente para despejar la tensión cambiaria que caracterizó a la segunda mitad de noviembre.
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