La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) pronosticó que el crecimiento económico de la Argentina será del 4,4% este año, 0,5% en 2023 y del 1,8% en 2024. Además, indicó que la inflación será del 83% el año próximo y del 60% el siguiente.
En un informe difundido hoy, la OCDE informó que “tras un fuerte repunte en 2021 y un deterioro previsto en el segundo semestre de 2022, se prevé que el PIB aumente un 0,5% en 2023 y un 1,8% en 2024″.
“El acuerdo con el FMI ha reducido considerablemente la incertidumbre sobre las políticas macroeconómicas a corto plazo, pero la situación externa sigue siendo frágil. La elevada inflación pesará sobre el consumo privado y tardará en remitir. Los estrictos controles de capital y la incertidumbre política están provocando una fuerte caída de la inversión en la segunda mitad de 2022 y su persistencia sólo permitirá una modesta recuperación en 2023 y 2024″, afirmó en un informe global.
Además, precisó que “el gasto público se reducirá durante 2022 y 2023, a medida que se retiren las ayudas fiscales relacionadas con la pandemia y se reduzcan las subvenciones energéticas”.
“Aun así, el cumplimiento de los objetivos del FMI exigirá una mayor contención del gasto. Una fuerte reducción prevista de la financiación monetaria reducirá las presiones inflacionistas a medio plazo, reducirá la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el paralelo y disminuirá el riesgo de devaluación. La estabilización de la situación macroeconómica y la reducción de la inflación son cruciales para reducir la elevada pobreza y las crecientes presiones sociales”.
Sobre el PBI, aseguró que “el crecimiento económico siguió avanzando en el primer semestre de 2022, pero a un ritmo más lento. Los indicadores a corto plazo apuntan a una mayor desaceleración durante el tercer trimestre de 2022. La tasa de desempleo ha vuelto a los niveles prepandémicos, alcanzando el 6,9% en el segundo trimestre de 2022, aunque la informalidad ha aumentado considerablemente, acercándose al 38% de la población activa”.
Inflación
“La inflación general interanual aumentó hasta el 88% en octubre, en medio de unas expectativas de inflación a un año vista no ancladas en el 99% y un aumento de la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el paralelo”, advirtió.
“Los vínculos comerciales con Rusia y Ucrania son mínimos, pero las variaciones de los precios mundiales afectan a Argentina. Aunque las exportaciones de alimentos se han beneficiado temporalmente del aumento de los precios mundiales, el aumento de los costes de las importaciones de energía ha empeorado la balanza comercial, ya que Argentina es un importador neto de energía”, precisó.
“El aumento de los precios mundiales de la energía implica un mayor gasto en subvenciones, lo que dificulta el plan de consolidación fiscal en curso. Esta situación ha acelerado la necesidad de una eliminación gradual de los subsidios energéticos, que comenzó en septiembre”, afirmó la OCDE
De inmediato, recordó que “el FMI aprobó formalmente la segunda revisión del programa del Servicio Ampliado del Fondo en octubre y desembolsó 3.800 millones de dólares (1% del PIB). Esto refleja el cumplimiento de los objetivos del programa en el segundo trimestre, lo que restablece la confianza del mercado”.
“El Banco Central de Argentina ha subido la tasa de interés oficial nueve veces desde principios de 2022, hasta el 75%. Se espera que los futuros aumentos sean menores. Las grandes cantidades de bonos del banco central en circulación, por valor del 10% del PIB, implican riesgos potenciales para el balance del banco central”, afirmó.
“Las metas de déficit primario se fijaron en el 2,5% del PIB para 2022 y en el 1,9% del PIB en 2023, lo que implica una consolidación significativa. Los objetivos del FMI también incluyen límites específicos a las transferencias del banco central al Tesoro, que deben disminuir al 0,8% del PIB en 2022 y al 0,6% del PIB en 2023″.
En este contexto, “se prevé que la economía se contraiga en el tercer y cuarto trimestre de 2022, pero el crecimiento anual del PIB en 2022 alcanzará el 4,4%, antes de ralentizarse hasta el 0,5% en 2023 y recuperarse hasta el 1,8% en 2024″.
Las restricciones
“En un contexto de alta inflación, restricciones a la importación, bajas reservas internacionales y un espacio fiscal muy limitado, los riesgos siguen siendo elevados, lo que mantendrá la inversión y el consumo privado moderados en 2023. Se prevé un repunte gradual en 2024 a medida que mejore la situación macroeconómica”.
“El crecimiento de las exportaciones se ralentizará en 2023, en parte debido a la sobrevaloración de la moneda, pero se recuperará gradualmente en 2024. La combinación de medidas temporales y estrictos controles monetarios reforzará las reservas de divisas a corto plazo”.
Sin embargo, “las elevadas necesidades de financiación externa y un régimen de tipo de cambio fijo con una moneda sobrevaluada implican que las reservas seguirán siendo bajas. Se prevé que la inflación siga siendo elevada en 2023, impulsada por la nueva expansión monetaria y las negociaciones salariales en curso, pero la desinflación gradual debería comenzar durante 2023″.
“Los riesgos a la baja incluyen el incumplimiento de los compromisos fiscales en medio de las crecientes presiones sociales, poniendo en peligro la sostenibilidad fiscal. El descenso de los precios de las materias primas podría dificultar la acumulación de reservas y aumentar las presiones sobre el tipo de cambio. Los riesgos al alza para el crecimiento incluyen una mayor demanda mundial de materias primas, que reforzaría los ingresos por exportación”, indicó la OCDE.
Por otro lado, afirmó que “las reformas estructurales para impulsar la productividad podrían reducir los desequilibrios; la mejora del entorno empresarial para el sector privado y el fortalecimiento de la competencia podrían abrir nuevas oportunidades para aumentar la productividad y las exportaciones”.
“Los intentos actuales de mejorar la orientación de los subsidios a los servicios públicos aumentarán la eficiencia del gasto público, pero es necesario seguir avanzando para reducir los desequilibrios fiscales. Una mejor orientación de las transferencias sociales, incluida la revisión de los regímenes fiscales y de pensiones, reduciría la pobreza y la desigualdad”, indicó.
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