El 11 de noviembre el exchange de criptomonedas FTX inició los trámites para atenerse a la ley de quiebras de los Estados Unidos. Desde días antes, los alrededor de 1,2 millones de usuarios de la plataforma, una de las más populares del mundo, no podían acceder a sus cuentas para retirar sus ahorros. La empresa conducida por Sam Bankman-Fried había impuesto un corralito para frenar una corrida de inversores que trataban de huir antes de lo inevitable.
Los que no llegaron a tiempo, perdieron todo. Los inversores que habían recurrido al exchange con sede en Bahamas para escapar al mercado financiero tradicional terminaron siendo víctimas de uno de los riesgos financieros más tradicionales y que, en los mercados regulados, se intenta reducir a cero con toda clase de normas y auditorías.
La investigación todavía está en marcha, pero por lo que se sabe hasta ahora Bankman-Fried habría utilizado las criptomonedas depositadas en FTX para capitalizar a Alameda Research, una empresa relacionada que había tenido pésimos resultados con apuestas arriesgadas en el mundo del trading cripto.
¿Cómo pudo pasar? Bitcoin, Ether, Tether, Solana y demás activos cripto fueron diseñados precisamente para que sus titulares puedan estar a salvo de maniobras de estados, corporaciones y terceros en general. Para que puedan manejar sus activos financieros en una forma totalmente libre de represión.
“Not your keys, not your coins” (si las claves no son tuyas, las criptomonedas no son tuyas)” es un dicho habitual en la jerga cripto. Quiere decir que si las claves de acceso a los cripto activos no son exclusivas del usuario, la posibilidad de perderlo todo es muy real.
Los usuarios de FTX confiaron sus tokens a un tercero. A un tercero que, finalmente, reveló no ser digno de confianza. Y lo pagaron con todo lo que tenían dentro del exchange.
El episodio trajo al centro de la escena la necesidad de recurrir a la autocustodia. Esto es, a la posibilidad de guardar criptomonedas en billeteras personales a las que nadie más puede acceder. Se trata de una de las características únicas del mundo del blockchain que, por opaca, difícil, engorrosa y costosa, muchos usuarios -sobre todo principiantes- no siempre utilizan.
Básicamente, la respuesta es la autocustodia (Scaliter)
“Básicamente, la respuesta es la auto custodia”, resume Ariel Scaliter, director de la diplomatura en Blockchain y Criptoeconomía de UCEMA.
La catástrofe de FTX hizo que custodiar los activos cripto en forma independiente se vuelva una necesidad, una tarea a aprender para todo el que quiera moverse en este mundo. Si tan solo los usuarios del exchange en desgracia hubieran guardado sus criptos por su cuenta, la quiebra no los habría afectado.
Entre las alternativas para una custodia propia, se cuentan opciones calientes y frías. Las billeteras self custodial o non custodial, son sinónimos, “calientes” son aplicaciones de guarda de cripto activos a las que sólo puede acceder el dueño -siempre y cuando nadie le hackee las claves, claro-, mientras que las billeteras “frías” son dispositivos físicos similares a un pen drive que bajo extensos códigos de seguridad permiten almacenar criptos-. Son las dos opciones más seguras aunque, en términos relativos, las billeteras frías son algo más confiables, porque al no exigir la conexión con Internet reduce el riesgo de hackeo.
Opciones hay por cientos, pero entre las más populares se cuentan, para Bitcoin, Muun, para el resto de las cripto, Metamask y, como alternativa, Trust Wallet de Binance a la que el fundador del exchange, Changpeng Zhao (más conocido como CZ), promocionó recientemente asegurando que “la autocustodia es un derecho humano” con éxito: se disparó la adopción por parte de usuarios de la plataforma que luego del colapso de FTX prefieren guardar sus tenencias fuera de Binance. Defiant, también se destaca por su capacidad de acceder a múltiples redes.
Entre las billeteras frías, mientras tanto, una de las más conocidas es Ledger.
Pero como explican todos los expertos, al menos en la actualidad, moverse en el mundo cripto exclusivamente en forma independiente y con aplicaciones descentralizadas es quedarse afuera de muchas de las alternativas disponibles para ahorrar, invertir, hacer pagos y mucho más. Los exchanges centralizados, los que custodian las cripto por sus usuarios, tienen ventajas y desventajas.
“Hay dos grandes mundos, custodial y self custodial. Lo que definen es quién custodia las llaves privadas de acceso a los activos. En el mundo custodial, vos cedés la custodia a un tercero, que puede ser un exchange como Binance, Coinbase, FTX, Belo, Lemon, Buenbit, y ellos se encargan de custodiarlo. ¿Qué riesgo tenés ahí? Que te hackeen el exchange, que haya algún tipo de fraude, etcétera”, dijo a este medio Pablo Sabbatella, fundador de Defy Education e investigador del ecosistema Ethereum.
Las claves de acceso a los cripto activos no son exclusivas del usuario, la posibilidad de perderlo todo es muy real
“¿Qué ventaja tenés? Que es muy barato quedarte adentro de un exchange, es más rápido, más fácil y es la rampa para conectarse con bancos y el sistema financiero en general. Pero a la hora de resguardar valores, lo que conviene es ir a opciones self custodial”, agrega el experto.
Por ejemplo, pasar de pesos a criptomonedas es más fácil a través de exchanges centralizados. Es más fácil hacer trading, pagos y otras operaciones. Y más barato, ya que cuando se opera desde billeteras self custodial cada operación paga “gas”, el costo de cada protocolo de cada criptomoneda en particular.
Por lo tanto, la estrategia recomendada es mixta. “Cuando los valores se vuelven importantes o la tenencia es a mediano o a largo plazo, lo que conviene es mantener los activos en billeteras self custodial o billeteras frías”, explica Ariel Scaliter.
“Para el día a día, para operar, la solución es usar exchanges. Y cuando tenemos dinero de inversión de más volumen y más largo plazo, usar wallets propias”, concluyó Pablo Sabbatella.
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