La parte final del año verá una negociación con el Fondo Monetario Internacional más acelerada para conseguir cerrar el 2022 con el último desembolso desde Washington asegurado antes de que comience el receso invernal en los organismos internacionales. Para eso, el Gobierno evalúa una enviar una comitiva de funcionarios para cerrar la revisión con el staff del FMI y conseguir así el visto bueno del directorio en los primeros días de diciembre que habilite los casi USD 5.900 millones, el último giro del año.
Los funcionarios de segunda línea del Fondo Monetario fatigaron los despachos oficiales este martes desde la mañana hasta bien entrada la tarde para continuar el seguimiento estricto de las cuentas públicas para los últimos meses del año. La discusión no pasa tanto por la revisión del tercer trimestre -que es en rigor lo que evaluará el directorio la próxima vez que trate el caso argentino- sino más bien sobre el anticipo del cuarto trimestre.
“Son bastante pesados”, dijo en broma este martes el viceministro de Economía Gabriel Rubinstein en una exposición ante el Instituto Argentino De Ejecutivos De Finanzas (IAEF) sobre la labor de los funcionarios del Fondo Monetario que llegaron con sigilo a Buenos Aires la semana pasada para apurar la revisión de números.
Más allá del chiste, desde otros despachos oficiales también remarcaban que el trabajo venía siendo hasta ayer muy minucioso por parte del staff. “Como toda negociación siempre es difícil pero va a salir bien”, comentó otro alto funcionario que estuvo involucrado de cerca en las últimas conversaciones.
También existe una cuenta regresiva que se acerca: en diciembre la actividad de los organismos internacionales como el FMI entra en receso de invierno -para el hemisferio norte- por lo que el Gobierno buscará llegar a tiempo para contar con la última aprobación del directorio del Fondo antes de mediados de ese mes.
Por eso la hoja de ruta se comprime, y apareció como posibilidad que un grupo de funcionarios vaya a Washington la semana próxima, le dé el cierre final a la revisión y el staff técnico pueda girar su informe definitivo al máximo órgano de decisión, según comentaron a Infobae fuentes del equipo económico. Entre una cuestión y otra hay, tradicionalmente, un par de semanas de distancia.
Con el ministro Sergio Massa de viaje con la comitiva presidencial en la cumbre del G20 en Indonesia, las conversaciones técnicas con el FMI fueron lideradas por el viceministro Rubinstein y el jefe de asesores del Ministerio de Economía Leonardo Madcur, junto con otros funcionarios del equipo del Palacio de Hacienda. También participa el director argentino ante el FMI Sergio Chodos.
Tal como contó Infobae este lunes, la mayoría de los números del tercer trimestre ya están sobre la mesa. Sobre las reservas, el Banco Central sobrecumplió el objetivo previsto para el 30 de septiembre por más de USD 1.000 millones por el ingreso de divisas del dólar soja.
La hoja de ruta acordada con el Fondo Monetario tenía como número máximo de rojo fiscal sin contar intereses de deuda de $1,156 billones. Esta meta también habría sido cumplida por el Ministerio de Economía, ya que los números fiscales oficiales de la Secretaría de Hacienda mostraron que a fines de septiembre esa variable fue de $1,096 billones.
La meta que aparece como más cómoda hasta fin de año para el BCRA es la del límite de asistencia monetaria al Tesoro, que incluso el Ministerio de Economía propuso recortar más de lo previsto, desde 1% del PBI hasta 0,8 por ciento. Si bien el esquema de dólar soja implicó un aumento en la emisión monetaria, al no haber sido para financiar al Tesoro, el FMI no lo toma en consideración.
Una de las dudas, eventualmente, puede pasar por el monto de deuda flotante. El nivel de pagos atrasados que acumula la administración nacional, de acuerdo a los datos de la Tesorería General, en septiembre la deuda flotante fue de $841.000 millones, contra los $713.000 millones de agosto y $717.000 millones de julio. En el acuerdo el tope establecido para el tercer trimestre es de $654.000 millones.
No es posible, de todas formas, hacer una lectura lineal sobre la distancia entre los $841.000 millones que mostró la Tesorería y los $654.000 millones de techo acordado ya que la primera cifra incluye a toda el sector público nacional, no solo a la administración central, y además tiene en consideración algunos elementos que engrosan ese número.
La discusión sobre los números de acá a fin de año ya son otro cantar. En ese sentido, la cuestión de las reservas en el Banco Central es la que aparece como más compleja ante el staff. Tras el dólar soja y el ingreso marcado de divisas que significó, entre octubre y la primera semana de noviembre la entidad monetaria perdió más de USD 1.300 millones en las arcas internacionales.
Para contrarrestar esta situación, el Gobierno alista una ampliación del swap de monedas con China con libre disponibilidad para utilizar las divisas, algo que fue anunciado este martes por el ministro Sergio Massa desde Indonesia, mientras que el viceministro Rubinstein anticipó que podría acelerar sobre fin de año la cantidad de dólares de préstamos de entidades internacionales.
La meta de acumulación de reservas se trata, junto a la de reducción del déficit primario, de los dos objetivos críticos del acuerdo con el FMI. Para este año prevé un acopio de divisas de USD 5.800 millones -Massa planteó que el año terminaría con USD 6.000 millones netos- mientras que la aceleración del gasto público típica de fin de año pondrá presión al recorte del rojo primario hasta 2,5% del PBI.
El propio Rubinstein, en su exposición sin filtro ante los ejecutivos del mercado de capitales, reconoció que el año próximo será “difícil” cumplir con el recorte del déficit hasta 1,9% del PBI tal como prevé el Presupuesto 2023, para lo cual usó una metáfora bien directa: “Va a costar uno y la mitad del otro”, anticipó.
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