“Se me venció la tarjeta de débito y no puedo hacer pagos ni adjuntarla a Mercado Pago. Fui al Banco Nación y me dijeron que hay demoras en entregarlas por problemas con el importador”.
El mensaje llegó a Infobae por parte de un lector. No fue el único, en pocos días llegaron otros similares. ¿En medio de las trabas para importar por la falta de dólares, escasean los insumos para producir nuevas tarjetas de débito y crédito? ¿Faltan plásticos, chips o ambos? ¿La situación afecta a todos los bancos o a algún sector en particular?
“Qué falta de gestión: el banco más importante de la Argentina, estatal, no puede entregar plásticos de la tarjetas de débito desde hace meses”, se quejó otro usuario en Twitter. “Los clientes no protestan tanto porque saben que hay problemas para importar componentes”, reconocieron desde una de las entidades.
Este medio habló con las principales entidades financieras del país, tanto públicas como privadas. En general, todas prefirieron el off the record a la hora de responder. Reconocen que hay trabas y que, en muchos casos, les tiene que decir a los clientes que esperen, como ocurrió con el caso de la lectora de Infobae que encabeza esta nota.
“Por una cuestión técnica está pendiente la homologación de los chips de un millón de tarjetas que el banco tiene disponibles y pondrá en funcionamiento en las próximas semanas, pero los plásticos están”, dijeron en el Nación para explicar las demoras.
“No hay problemas en nuestro banco”, dijeron varias entidades consultadas por este medio... para luego comentar que saben de inconvenientes que tiene otras entidades colegas, tanto públicos como privados. La respuesta se repitió, casi calcada, en al menos tres entidades.
Las demoras llegan a superar los cuatro meses. “Nos entregan los plásticos en cuentagotas. De los bancos medianos, al que llamés está complicado”, reconocen en una de las entidades.
Además de los problemas que existen para importar, la falta de tarjetas está centrada en las complicaciones globales que tiene el abastecimiento de chips. Desde el sector privado señalaron que el principal problema lo tienen los bancos públicos porque tienen procesos licitatorios que fueron quedando desiertos en los últimos meses por cambios de precios en los valores de los chips a nivel global.
“Los privados muchas veces los resuelven con más rapidez, son más versátiles para solucionar estos temas que surgieron con un contexto internacional que antes no había, al resto le cuesta mas. Faltan chips porque hay más sectores que los demandan –desde autos a electrodomésticos–, porque aún hay impacto por la pandemia, por temas logísticos y por China, que aún tiene restricciones. El plástico es PET y en general se resuelve con industria nacional. Las tarjetas son complejas, tienen antenas, capas de plásticos, etc., pero en estos casos el problema suele ser la falta de chips”, detallaron.
Desde un banco apuntaron directamente a los frenos a las importaciones como primera barrera para el faltante actual. “Hoy tenemos stock, estamos holgados. Mañana no sabemos. Adelantamos licitaciones, pero lo hacemos siempre, para evitar problemas. El stock está, pero va bajando si no entra”, explicaron.
El camino del plástico
Según detallaron desde el sector, el camino de producción de las tarjetas ese el siguiente. El emisor, sea banco o fintech, compra plásticos con diseño a su elección y con características fijadas por cada uno de ellos, como chips homologados, medidas, etc., a una empresa proveedora de plásticos. Pueden ser locales o extranjeras; en general, son unas 5 o 6 ya que es un mercado concentrado. Los materiales suelen ser locales.
Ese plástico se entrega a las procesadoras, las más conocidas son Prisma y Fiserv, pero hay algunas otras que hacen el proceso de personalización. Estas empresas las reciben, hacen guarda de los plásticos y los van embozando a pedido de los bancos. Ese embozado consiste en ponerle al plástico los datos del cliente que envía el banco, como los dígitos, el nombre completo, la carga digital de los datos (como los límites) y otras medidas de seguridad, entre ellas el código de seguridad (CVB). Luego se hace el proceso de ensobrado y la entrega, que puede realizar la propia procesadora o un correro, según el contrato y la preferencia de cada entidad financiera. Así llega a los domicilios particulares o sucursales bancarias.
Muchas fintech que cuentan con tarjetas prepagas están generando tarjetas virtuales, a la espera de poder disponer de los plásticos. Con la tarjeta virtual, cargada en la app, puede ser utilizada de varias maneras. Con los datos pueden hacerse compras virtuales, suscripciones a servicios digitales como plataformas de streaming o similares, o bien pagar con QR, a veces utilizando la app o bien cargando la tarjeta en billeteras como Mercado pago. De esa forma, en paralelo al mundo bancario, las fintech buscan que las tarjetas puedan empezar a ser utilizadas aún sin tener el plástico.
Donde está mi chip
Mientras tanto, a nivel global comienza a mejorar el suministro de chips. Según datos de Bloomberg de hace 20 días, los plazos de entrega disminuyeron en cuatro días en septiembre, el mayor descenso en años, en una señal de que la escasez de suministros del sector está cediendo.
Los plazos de entrega, es decir, el tiempo que transcurre entre el pedido de un chip y su entrega, se situaron en un promedio de 26,3 semanas en este periodo, según un estudio de Susquehanna Financial Group. Esta cifra se compara con las casi 27 semanas del mes anterior.
El año pasado, la escasez de chips en todo el mundo afectó a un amplio abanico de industrias, y los fabricantes de automóviles y otras empresas tuvieron dificultades para conseguir suficientes semiconductores. Sigue habiendo problemas de suministro, pero ahora muchos fabricantes de chips están preocupados por el problema contrario: el exceso de existencias de chips.
Ese presunto problema aún no llegó a Argentina.
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