Una ciudad futurista y montañas infinitas: los nuevos destinos estrella de Canadá que buscan atraer a los argentinos

Las lejanas Calgary y Banff, en la provincia canadiense de Alberta, tienen una propuesta de urbe moderna, tradición vaquera e imponentes paisajes nevados para conquistar al público latinoamericano

Las imponentes montañas que rodean la tranquilidad del centro de Banff (crédito Travel Alberta)

Una ciudad que se puede recorrer a través de un laberinto de puentes vidriados que dejan pasar el sol y atraviesan sus edificios, de lado a lado de la vereda, sin necesidad de pisar la calle. Un pueblo rodeado de lagos y montañas dibujadas por siglos de erosión que de tan inmensas parecen caerse encima del paisaje. Una tierra de vaqueros, con campos cubiertos de flores amarillas de canola, que presumen de su carne -”la mejor de Norteamérica”- y sus grandes rodeos.

Todo eso está para descubrir en Calgary y sus alrededores, una de las principales ciudades de Canadá pero muy poco conocida para los argentinos, más allá de algún recuerdo de 1988 cuando fue sede de los Juegos Olímpicos de Invierno. Ubicada en la provincia de Alberta, está a unas 3 horas y media en auto de la frontera con Montana, en los Estados Unidos.

La primera sorpresa es que gran parte de la vida de sus 1,6 millones de habitantes transcurre sobre una extensa red de puentes vidriados que une grandes edificios. Caminar por las veredas es solo una opción: se puede recorrer todo el “downtown” desde arriba, sin pisar la calle, a más de 4 metros de altura.

La torre de Calgary, uno de los emblemas de la ciudad canadiense (crédito Travel Alberta)

Por la dureza del frío, en el invierno muchas ciudades canadienses cuentan con una red de túneles subterráneos para circular mientras la temperaturas descienden a 10 ó 20 grados bajo cero. Pero Calgary se destaca porque ese sistema va por el aire: 86 puentes recorren más de 16 kilómetros, se meten en los grandes edificios de oficinas, en los hoteles, desembocan en inmaculados lobbies con negocios, cafeterías, restaurantes e impactantes obras de arte.

Los habitantes de la ciudad bautizaron a estos puentes como los “plus 15″, porque se comenzaron a construir en 1969 por encima de los 15 pies de altura (unos 4,5 metros), poco tiempo antes que Canadá adoptara el sistema métrico decimal. Tienen su propio mapa, como los subtes, para poder salir del laberinto y llegar a cualquier parte del centro de Calgary protegido del frío.

Caminar por las veredas es solo una opción: se puede recorrer todo el “downtown” desde arriba, sin pisar la calle, a más de 4 metros de altura

Esta “ciudad aérea” se justifica por el largo invierno canadiense, que se extiende de noviembre a mayo con temperaturas promedio entre 10 y 20 grados bajo cero. Sin embargo, el clima no es tan hostil como en otras zonas: Calgary tiene más de 330 días de sol al año y un cálido viento, conocido como Chinook, que se origina en las Montañas Rocosas, eleva las temperaturas y evita que la ciudad quede bajo la nieve. En agradecimiento, el viento se ganó el nombre de “snow eater” (el que se come la nieve).

Una torre de 190 metros, iluminada con luces rojo furioso por las noches, marca el centro de la ciudad. Fue construida en 1967 y alcanzó un récord: se utilizó una nueva técnica de construcción que permitió completar la estructura de hormigón en apenas 24 días. Cuenta con vistas 360, un restaurante y el vértigo de ver la ciudad desde arriba parado sobre un piso transparente. (La entrada cuesta USD 14).

Uno de los 86 puentes aéreos que permiten circular por la ciudad sin pisar la calle (crédito Travel Alberta)

Otras atracciones de la ciudad son los murales y esculturas gigantes que decoran los frentes y los interiores de los edificios. Entre ellas, las del artista español Jaume Plensa -su Wonderland, es una cabeza gigante a la que se puede entrar y ver la ciudad desde adentro- y del estadounidense David Gilhooly, con obras tan diversas como un mural de panes o figuras colgantes de vidrio que asemejan una medusa.

También se pueden recorrer los parques a orillas de los dos ríos que atraviesan la ciudad: Bow y Elbow, que trae su caudal de las Montañas Rocosas y permite practicar deportes acuáticos como canotaje, river surf y urban rafting, entre otros. Ahí nomás están el barrio chino -cerca del 20% de la población de Calgary es de origen asiático- con sus murales y un poco más lejos se llega a la relajada zona de Kensington, uno de los primeros barrios de la ciudad con cervecerías, bares y restaurantes.

Otras atracciones de la ciudad son los murales y esculturas gigantes que decoran los frentes y los interiores de los edificios

Los edificios más antiguos que recuerdan el pasado de Calgary se concentran en la Avenida Stephen, hoy poblada de centros comerciales. No son tantos los que quedan en pie, ya que la ciudad fue arrasada por un incendio en 1886 que destruyó las casas y edificios construidos en madera.

La gastronomía típica de la zona se basa en siete productos: la carne vacuna (el “beef” de Calgary es famoso en todo Canadá y una de las principales industrias de la provincia de Alberta); la carne de bisonte (“bison”) que se usa en numerosas preparaciones como embutidos; el aceite de canola; la miel; el trigo rojo (Red Fife Wheat); el Saskatoon, un tipo de berries que se usan para postres e incluso en vinos; y las hortalizas de raíz, como papa, zanahoria, remolachas, que son más dulces que en otras regiones, ya que el frío de la noche hace que se forme más azúcar en las raíces. Un lugar ideal para probar todos estos sabores es el Calgary Farmer’s Market, con versiones gourmet a base de cada uno de estos productos.

Una postal del hotel de lujo Fairmont Banff Springs, un enorme castillo en medio de las montañas blancas (crédito Travel Alberta)

Y si la idea es combinar historia con gastronomía, la ciudad tiene dos restaurantes que funcionan en antiguos edificios remodelados pero que conservan su tradición: King Eddy, ubicado en un viejo hotel de 1905 y donde se presentan bandas en vivo y se puede visitar el estudio móvil que usaron los Rolling Stones en su paso por Canadá. Y The Nash, otro restaurante que recuperó el edificio de un hotel construido en 1907.

Calgary es la zona “vaquera” de Canadá. El primer indicio se encuentra apenas se pisa el aeropuerto de la ciudad, donde los uniformes de los empleados incluyen un típico sombrero de cowboy blanco. Además, el orgullo de la ciudad es la “Stampede”, un gran festival y rodeo al aire libre que se extiende varios días en el verano.

Heritage Park es una mini ciudad en un parque de más de 50 hectáreas a orillas de un embalse donde se recrea la historia del Oeste canadiense a través de edificios de época

Una recorrida por Alberta Boot Company acerca un poco a esta tradición cowboy. Allí se puede hacer un tour para ver el dedicado proceso artesanal con el que se fabrican las botas de cowboy más famosas de Canadá. Son 70 piezas y diferentes recortes que se unen en 250 pasos para crear un par de botas. A medida y personalizadas. Son los fabricantes del calzado que usa la Policía Montada de todo el país.

Si queda tiempo en la recorrida, una parada recomendada es Studio Bell, sede del Centro Nacional de Música, con cinco pisos interactivos que cuentan la historia de la música en Canadá. Acá vale sacar la cuenta de todos los músicos que erróneamente consideramos estadounidenses, pero no: Paul Anka, Neil Young, Leonard Cohen, Joni Mitchel son parte del Music Hall of Fame canadiense.

Heritage Park, una mini ciudad donde se recrea la historia del Oeste canadiense (crédito Travel Alberta)

También el Heritage Park, una mini ciudad en un parque de más de 50 hectáreas a orillas de un embalse donde se recrea la historia del Oeste canadiense a través de edificios de época -las primeras casas de madera de Calgary, iglesias, hoteles, negocios, estaciones de trenes-, algunos construidos según los originales y otros trasladados en partes desde distintas ciudades de Alberta y luego ensamblados nuevamente. Halloween es un momento ideal para el recorrido, ya que hay varias historias de fantasmas que se construyeron sobre las casas históricas y sus antiguos habitantes. La entrada cuesta unos USD 7.

Ya en las afueras de Calgary, se puede partir hacia el valle de Drumheller con sus extraños paisajes desérticos con similitudes a la meseta patagónica argentina: un enorme cañón negro, marrón y amarillento con forma de U (Horseshoe canyon) y llegar hasta la zona de los dinosaurios. Allí, en el Museo Tyrrell, se encuentra una de las exhibiciones de restos de dinosaurios más grandes del mundo. Alberta es una zona reconocida por la abundante presencia de fósiles en buen estado de conservación (muchos encontrados gracias a la obras de perforación petrolera y minería de la zona). La entrada cuesta unos USD 15.

Grandes esculturas en las calles, un sello de la ciudad de Calgary (Crédito: Travel Alberta)

El precio de los tickets aéreos a Calgary (desde Buenos Aires) arranca desde USD 1.200 (pasaje ida y vuelta en clase económica) por la aerolínea Air Canada. En Premium Economy desde USD 2.600 y en Business Class desde USD 5.350. Air Canada vuela desde Buenos Aires a Toronto y Montreal cuatro veces por semana vía San Pablo. Desde San Pablo hay un vuelo diario a Montreal y cuatro veces por semana se suman los de Toronto.

El destino de nieve estrella de Alberta es Banff, un pueblo de montaña donde viven apenas 8.000 personas pero que recibe turistas de Canadá y otros países -sobre todo China y Japón- atraídos por sus paisajes de lagos cristalinos y montañas. Está a menos de dos horas de viaje de la ciudad de Calgary y cuenta con tres centros de esquí cercanos.

El pueblito conserva todo su encanto de montaña gracias a que está dentro del Parque Nacional Banff, el más antiguo de Canadá, con estrictas reglas que impiden la construcción de grandes edificios.

La colección de autos antiguos de Heritage Park, valuada en USD 10 millones (crédito Travel Alberta)

Una calle comercial que desemboca en una montaña imponente marca el centro del pueblo. Desde allí se puede ascender hasta llegar a un teleférico (o “góndola” como lo llaman en el lugar) para luego subir por la ladera de la Sulphur Mountain, en el corazón de las Montañas Rocosas canadienses (las “rockies” como les dicen).

En el camino aparecen lagos azules e infinitos, pinos nevados y la fauna del lugar: desde osos -poco probable- y ciervos -bastante probable-. Una postal deslumbrante es la del hotel de lujo Fairmont Banff Springs, un enorme castillo en medio de las montañas blancas, fundado en 1887 y hoy declarado sitio histórico. El camino de curvas sigue y ahí un guía turístico recuerda que en los años ‘50 en ese mismo lugar se filmaron escenas de la película “Almas perdidas” (River of no return) con Marilyn Monroe como protagonista.

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