El ministro de Economía Sergio Massa cumplió sus primeros tres meses al frente del Palacio de Hacienda y planifica cómo serán los próximos 90 días, que finalizarán en la puerta de la próxima cosecha gruesa y que marcaría el ingreso estacional más fuerte de divisas al Banco Central.
La pregunta a responder es cómo el equipo económico piensa establecer el puente hasta marzo, con administración controlada de los dólares para el comercio exterior, más medidas de austeridad fiscal y algún empuje a la actividad económica, que ahora, se envalentonan en Economía, podría avanzar en 2023 más que el 2% presupuestado.
La lectura que hacen en los despachos oficiales es que Massa y los suyos ingresaron al Palacio de Hacienda con una situación de economía sin precios. El viceministro Gabriel Rubinstein fue mucho más crudo esta semana ante comisiones del Senado, donde defendió el Presupuesto 2023: “Logramos reducir el riesgo de hiperinflación, pero no lo eliminamos”, dijo.
Logramos reducir el riesgo de hiperinflación, pero no lo eliminamos (Rubinstein)
Cerca del ministro también aseguran que la situación “desde lo fiscal y macroeconómico era compleja”.
De la serie de pasos que Sergio Massa planteó cuando llegó a Hacienda, el que reconocen que todavía le restan algunas medidas adicionales tiene que ver con el frente fiscal. Buscarán así asegurarse de que no haya desvíos de la meta de reducción del déficit primario planteada en el programa con el Fondo Monetario Internacional, de 2,5% del PBI.
Cuando el equipo económico desembarcó en Hacienda habían detectado que si continuaba el ritmo de gastos de ese momento (un incremento de 12,4% en términos reales), se hubiesen desviado unos 0,7 puntos de la meta con el FMI.
“Esa etapa en mayor o menor medida está terminando. Nos queda un último tramo que es el cierre del año fiscal, con algunas medidas de financiamiento del sector público está garantizada. Y de la mano de la acumulación de reservas para recuperar crédito y fortalecer la moneda. Algunas medidas de los próximos 90 días son todas de carácter positivo para la economía”, aseguró esta semana Massa en reunión con ministros de Producción de todas las provincias.
Ante los enviados de los gobernadores, Massa aseguró que las proyecciones de crecimiento económico del año próximo incluidas en el Presupuesto son moderadas, pero ya abrió la puerta para que ese número termine siendo mayor, algo que también mencionó Rubinstein durante su exposición ante la Cámara alta. Así, arriesgan en el Palacio de Hacienda, ese 2% de avance del PBI estimado podría ser mayor.
En un análisis sector por sector para lo que viene, en el Ministerio de Economía destacan cuatro motores:
1) El agro, más allá de que la sequía tendrá un impacto considerable sobre la cosecha fina;
2) La minería, en el que los funcionarios estiman que más allá de los proyectos ya en funcionamiento hay otros 82 esperando para iniciar su producción, junto con el entramado pyme que los abastece;
3) La energía, prevén que “el gasoducto y la licitación del Plan Gas nos va a permitir crecer en volumen 15 millones de metros cúbicos al día y eso es todo por inversión”, según comentó Massa ante funcionarios provinciales. También habrá desde este sector un guiño, creen, en términos de reservas: si finalizara en tiempo y foma la construcción del gasoducto de Vaca Muerta, el Estado podría reemplazar los 28 barcos de GNL que importó este año a unos 9. “Tendríamos el 92% de la demanda cubierta con nuestro propio gas”, asegura el jefe del Palacio de Hacienda; y
4) La economía del conocimiento, aseguran que podría redondear el año próximo exportaciones por USD 10.000 millones.
Hay otra certeza que tienen en el Ministerio de Economía y es que los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania en los precios internacionales de las materias primas agrícolas va a continuar en los próximos meses. “No vamos a tener un problema con las reservas porque el menor volumen de cosecha por la sequía se va a compensar con precios altos”, estimó Massa, un diagnóstico con el que coinciden en el Banco Central.
En el equipo de Massa eligen no hablar de “plan de estabilización” en el sentido que se les suele dar históricamente para afrontar los próximos meses, algo que requeriría un paquete de medidas más compacto, más profundo y con un impacto y alcances mayores.
De todas formas, se recuestan en que algunas variables macro como las que están explicitadas en el Presupuesto 2023 son “consistentes” con una baja de la inflación desde cerca del 100% en que terminaría el 2022 hasta el 60% previsto en ese proyecto de ley.
No vamos a tener un problema con las reservas porque el menor volumen de cosecha por la sequía se va a compensar con precios altos (Massa)
Fue este uno de los puntos que más dudas generó entre diputados y senadores de la oposición durante la discusión parlamentaria y también en el mercado.
“A veces las medidas parciales son eso, son medidas parciales, no es un programa integral de estabilización, pero van permitiendo una hoja de ruta con elementos positivos: fortalecer las reservas del Banco Central, ordenar fiscalmente la economía”, dijo Gabriel Rubinstein ante los senadores en la última semana.
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