El Banco Central cerró el mes con saldo negativo y crece la preocupación por la falta de dólares en el verano

Tras el respiro por el dólar soja, la autoridad monetaria retomó la dinámica cambiaria vendedora que registró casi todos los meses del año. Alerta por la escasez de divisas, a pesar de las duros controles para importar

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Miguel Pesce, presidente del Banco Central
Miguel Pesce, presidente del Banco Central

A pesar de las cada vez más fuertes restricciones para importar, el Banco Central retomó en octubre la dinámica cambiaria negativa que marcó su desempeño la mayor parte del año. La entidad tuvo que desprenderse ayer de unos USD 125 millones, lo que llevó el saldo total del mes a un rojo de USD 489 millones. De esta manera, el BCRA cierra otro mes con una performance cambiaria peor a la del mismo período de 2021. De hecho, sólo en junio se logró un nivel de compra de divisas mayor, cuando se acumularon USD 948 millones contra los USD 727 de junio del año pasado. El resto del año, aun con precios récord de los granos por el conflicto bélico desatado por Rusia en Ucrania, el Central estuvo lejos de comprar cifras comparables a las del año pasado. Botón de muestra: mientras en mayo de 2021, la entidad monetaria compró unos USD 2.100 millones, en mayo último apenas pudo acumular unos USD 785 millones.

Es cierto que también en septiembre de este año el resultado fue largamente favorable respecto de 2021, pero la diferencia en este caso v a la “distorsión” que generó el incentivo de un tipo de cambio diferencial -el “dólar soja”- que impulsó a los productores agropecuarios a adelantar exportaciones para aprovechar el beneficio de un dólar a $200.

En este sentido, el economista de Cohen, Martín Polo, indicó que por “cobros anticipados” ingresaron en septiembre USD 3.500 millones más que en septiembre del año pasado. “Ahora habrá que aguantar hasta mayo”, afirmó.

Fuente: Aurum Valores
Fuente: Aurum Valores

Ese tránsito preocupa cada vez más a propios y ajenos en el Gobierno y al mercado. Las estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario respecto de la cosecha de trigo, que a principios de la semana pasada calculaba en 15 millones de toneladas –contra los 23 millones del año campaña anterior– y ahora recortó a 13,7 millones anticipan mayores tensiones tanto en la plaza cambiaria como en el mercado doméstico, en el que se temen dificultades por el abastecimiento. La imperiosa necesidad de dólares para sostener un nivel mínimo de reservas colisionará con la vocación oficial de “cuidar la mesa de los argentinos”.

En cualquier caso, las estimaciones más conservadoras indican que, en el mejor de los escenarios, las exportaciones del grano en el verano ascenderían como mucho a unos 8 millones de toneladas –poco más de la mitad que el año pasado– lo que implica un ingreso de dólares entre USD 1.500 y USD 1.600 millones menor al de 2021/22, cuando también el Banco Central tuvo que enfrentar fuertes turbulencias estivales.

Juan Manual Garzón, economista especializado en mercados agropecuarios del Ieral-Fundación Mediterránea, explicó en el último informe que “los cultivos de invierno son relevantes dado que generan un puente de divisas entre las cosechas de los cultivos de verano (maíz, soja, etc.) y son los principales proveedores de dólares al país entre los meses de diciembre y febrero-marzo. Por la caída esperada en la producción, el puente de divisas de la campaña 22/23 será más angosto y más corto en relación al de la campaña previa”, anticipó el economista que, a modo de “ejercicio de simulación”, proyectó un escenario de 8 millones de toneladas exportadas de trigo, lo que consideró “razonable y hasta optimista por contexto y decisión política”, a un precio medio de USD 395 por tonelada. Ese desempeño generaría divisas por USD 3.160 millones, un ajuste del 34% comparando contra los USD 4.780 millones con los que estaría cerrando el ciclo previo.

Si bien lo más urgente para el Gobierno será “pasar el verano” en término de flujo de dólares, lo cierto es que las dificultades que trae aparejadas las complicaciones climáticas podrían extenderse al cultivo esencial para la economía argentina: la soja.

Para Garzón, si bien todavía falta mucho para completar la siembra y más aún para iniciar la cosecha de los granos gruesos del ciclo 2022/23, es decir maíz y soja, lo que recién sucederá entre abril y mayo próximos, un análisis de los factores que influyen en el aporte de divisas del sector en 2023, se puede hacer algunas primeras simulaciones.

“Con lo que se sabe hasta el momento en materia de precios externos, considerando lo sucedido con los cultivos de invierno y suponiendo volúmenes de exportación relativamente constantes entre campañas, que no es un supuesto fácil ya que implica regularización del clima en el primer semestre del año que viene, el aporte de agro divisas podría rondar los USD 40.000 millones en el 2023, una cifra que se ubicaría 7% por debajo de lo que se prevé finalmente para este año”, sostuvo el economista.

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