Se llama crowding out, lo enseñan en cursos básicos de economía y describe lo que ocurre cuando el Estado acapara una parte tan grande del crédito disponible en el sistema financiero que desplaza o expulsa (crowds out) a los tomadores privados de crédito, esto es, a empresas y particulares.
Es lo que hace rato viene ocurriendo en la Argentina y se acentuó en los últimos meses. Según un informe de Quantum, la consultora fundada por Daniel Marx, asesor ad-honorem del equipo económico en temas de deuda y financiamiento, desde diciembre de 2021, debido a cambios regulatorios que introdujo el Banco Central para incentivar la compra de títulos públicos por parte de los bancos, la participación del Estado en las tenencias de los mismos, sea por emisión de títulos del BCRA y el Tesoro o “pases pasivos” del Central, aumentó de 41% en diciembre 2021 a 44% en agosto y a 50% a fines de septiembre, según precisa el último Staff Report del FMI.
La parte del ratón
La forzosa contracara de esta acelerada “estatización” es la reducción de los préstamos al sector privado, que hoy representan 30% del total de activos del sistema bancario. Se trata, precisa el informe, de una suma 30% inferior en términos reales a lo que era hace 3 años y se debe en gran medida a la reducción del 80% de los préstamos en dólares.
La participación del 30% de los préstamos al sector privado contra el 50% de tenencia de títulos públicos significa que el Estado absorbe del sistema 67% más que empresas y particulares, gradualmente expulsados del sistema. Una tendencia, dice Quantum, “que se observa desde hace muchos años”.
La forzosa contracara de la “estatización” de la cartera bancaria es la reducción de los préstamos al sector privado. Estos representan 30% del total de activos del sistema y en valores reales son 30% inferiores a lo que eran hace 30 años
Ante este cuadro, los bancos están balanceando su activo considerando exposiciones relativas a riesgo de crédito por exposición al sector público y al privado “con cautela en los dos frentes” y, por el otro, manejan su liquidez y fondeo “con tasas de interés crecientes y plazos cortos de colocación”.
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Como, además, el 50% de los depósitos en pesos son “transaccionales” y sobre ellos prácticamente no se paga interés, los bancos absorben el creciente diferencial entre la tasa promedio de los préstamos y la que se paga por los depósitos, ya que la normativa vigente les permite colocar parte de los préstamos (entre 7,5 y 25% de los depósitos, dependiendo del tipo de entidad) en mejores condiciones para los tomadores. Ergo, parte del escaso crédito a los privados es de diseño estatal.
El aumento de las tasas de interés acentúa esa dinámica de los bancos al incrementar la demanda de dinero (aquel que los clientes dejan inmovilizado en sus cuentas) y permitir un financiamiento “no monetario” (es decir, sin nueva emisión) del déficit fiscal. Sin embargo, dice el informe, “los bancos no estarían cómodos manteniendo una alta exposición a riesgo del sector público” y a su vez “tampoco quieren incrementar la cartera del sector privado para evitar aumentos de mora”, posibilidad que aumenta cuando suben las tasas reales de interés.
Esa renuncia se refleja en la suba generalizada de las tasas de interés de la deuda del Tesoro en pesos durante el último mes durante el cual, precisa Quantum, la curva de los títulos públicos ajustables por inflación (bonos CER) aumentó 600 puntos, la de los títulos atados al dólar (dollar-linked) 1.000 puntos y la de los bonos duales aún más. Todo lo cual sugiere una caída en el interés por esos activos.
Si esa situación se profundizara aumentaría el riesgo de que la menor demanda de títulos públicos por parte de los inversores institucionales o el público se busque compensar con mayor tenencia de los bancos.
Dilema
De ahí un dilema que se le presenta al gobierno: bajar la tasa de interés de los depósitos o limitar la captación choca con el objetivo de aumentar la demanda de dinero y reducir la presión sobre los precios de los bienes (inflación) y del dólar (devaluación).
Algo muy difícil de resolver, dice Quantum, a falta de “un contexto de estabilidad económica y financiera que posibilite el aumento de la demanda de dinero y del crédito y a su vez aumente la profundidad del mercado de deuda local”. En otras palabras, difícil de resolver dentro de lo que hay.
En base a datos del sistema, el informe concluye que a fines de agosto el balance consolidado de los bancos mostraba que su fondeo dependía en un 61% de los depósitos privados en pesos (mitad transaccionales y mitad a interés), una 30% real más que hace tres años. Aparentemente, la palabra “intereses” en los resúmenes bancarios alegra los espíritus.
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A la misma fecha, como ya se indicó, el 44% de los activos bancarios estaba expuesto al sector público (y 50% a fin de septiembre, según auditó el FMI), y un 30% era directa exposición al Tesoro. Con relación a tres años atrás, son aumentos reales de 57% en tenencia de títulos y de 18% en pases pasivos.
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