Estiman que entre el 70% y el 75% del rodeo vacuno está afectado por la sequía

Especialistas señalaron que la falta de lluvias complica la oferta forrajera para tres cuartas partes del stock ganadero. Asimismo, crecen las posibilidades de que la producción de leche cierre el año con pérdidas por esta razón

La ganadería también afectada por la ausencia de precipitaciones

La sequía ya se convirtió en el principal problema del campo y, en algunos meses, cuando se empiece a evidenciar la merma de ingresos, será también un problema para la economía argentina. Si bien hoy las miradas están puestas sobre el trigo y los constantes recortes en las estimación de producción, ya se encendieron las alarmas en la ganadería y lechería.

Para la ganadería vacuna los problemas de la ausencia de lluvias se resumen en la falta de forrajes naturales y los pastos, como así también en la merma que se puede registrar en la producción de maíz y otros granos que se utilizan como alimento de los animales en los feedlots y en los tambos. El agravante es que esta situación se da en momentos clave de las actividades, que es cuando hay parición de las vacas y comienza la cría de terneros.

Es por esto que el consultor ganadero, Victor Tonelli, sostiene que este escenario podría agravarse de no aumentar las precipitaciones. Según sus cálculos a la fecha la sequía afecta al “70% a 75% aproximadamente del stock ganadero. Esto quiere decir que está afectando tres cuartas partes de la oferta forrajera disponible para el stock actual, calculado en 54 millones de cabezas”.

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Si bien la situación ya es alarmante, Tonelli entiende que de no producirse lluvias significativas, la situación puede empeorar de manera contundente. “Lamentablemente, si el pronóstico se cumple de acá a diciembre, vamos a tener más del 90% del stock con bajo nivel oferta forrajera, lo que implica que en el momento que se encuentra la cría más sensible, que la vaca está pariendo, o está con el ternero al pie y recibiendo servicio, podemos tener una crisis muy importante en la producción a futuro”.

En este sentido, Tonelli expresó el deseo de que “esto se mitigue, pero si la sequía se profundiza, corremos el riesgo de no poder llegar a tiempo con las siembras de verano de maíz, sorgo o cualquier cultivo forrajero y, lo peor aún, es que no vamos a tener silaje o rollos para sostener el invierno que viene la alimentación de los animales. Todo eso termina en liquidación en los stocks y en la producción. Esto ya lo vivimos después del 2008 y 2009, cuando perdimos 10 millones de cabezas y pasamos de faenar de 13 millones a 11 millones de cabezas y no alcanzaba la carne. La liquidación va a ocurrir y no va a ser menor”.

Por su parte, el Director de la consultora Conocimiento Ganadero, Fernando Canosa, prevé “la primavera más complicada de todas, porque se va sumando escasez sobre escasez de agua”, aunque marcó que existen diferentes realidades en el país. “Es necesario distinguir que hay zonas más afectadas que otras. Hoy el mapa está dado vuelta, y si vamos a las zonas ganaderas, es mucho más compleja su situación hoy en día en el este que en el oeste. Hay que tener en cuenta que el 36% del rodeo de vacas está en Buenos Aires y más de dos tercios están en la zona pampeana, que es el epicentro de la sequía, lo cual va a tener un efecto importante en lo que respecta a los servicios de este año, que se suman a los problemas de años anteriores”, comentó.

Para Canosa, hay zonas productivas ganaderas donde todavía las lluvias pueden mitigar los problemas de déficit hídrico, ya que el momento crítico de la cría comienza en noviembre, como el caso del NOA o zonas semiáridas del oeste. Sin embargo, dejó en claro que “estamos ante una situación que puede ser más grave a medida que las lluvias no lleguen” y que “claramente marchamos a un año donde seguramente la cantidad de los servicios no van a seguir mejorando como lo venían haciendo en los últimos años”.

Estrategias y medidas

Existen estrategias que los productores pueden diseñar y tomar para mitigar los efectos nocivos de la sequía, pero cuyas consecuencias pueden resultar también en un problema para el mercado, lo que hace necesario acciones del Estado para poder aminorar el impacto en el sector.

Una de las decisiones que puede tomar el ganadero, según puntualizó Tonelli, es “bajar la carga animal, dejar la escasa oferta forrajera disponible a los animales que lo requieran con más potencial productivo, y eventualmente sacar del campo a animales con destino a faena o a corral, en especial, aquellos que hoy no tengan la necesidad crítica que tiene una vaca con ternero al pie o que precisa alzarse”.

También proyectan una caída de la producción de leche por la sequía

Pero esta liquidación tiene sus consecuencias, ya que derivaría en una mayor oferta de animales con efectos a la baja sobre los precios. Es por eso que Tonelli entiende que el Gobierno debería “abrir las exportaciones para que de alguna manera la eventual sobreoferta de algunas categorías en el mercado no se encuentren con que no haya la demanda suficiente como para conformar un precio que estimule al productor a hacer esta medida”.

“Este pedido lo estamos pensando en el sector porque el mercado interno no va a poder absorber la producción, como tampoco lo hizo en el 2009 con la mega liquidación. En aquel momento el propio (ex secretario de Comercio Interior, Guillermo) Moreno liberó la exportación. Cuando hay crisis de esta magnitud y no hay forma de retener a un animal porque no hay alimento para hacerlo, hay que tomar medidas extraordinarias”, concluyó Tonelli.

En este sentido, Canosa coincidió en que “habría que liberar todo tipo de exportación de cortes de vaca y poder exportar la vaca categoría C, porque eso daría lugar a una mejora del precio, con lo cual, el productor no se vería tan acorralado para descartar vacas inferiores en este momento”.

Lechería

Al igual que sucede con la ganadería bovina, la sequía afecta a la lechería, ya que también la actividad depende de las pasturas naturales y de los granos para la alimentación de los animales, por lo que el panorama también es incierto para la actividad. Si bien el último informe del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) demuestra que la producción de leche en septiembre, mes que inaugura el pico estacional de producción, creció respecto a agosto, comienza a mostrar estancamiento en cuanto a los valores interanuales.

Durante septiembre se produjeron 1.073 millones de litros de leche fresca, lo que marca un crecimiento del 1,1% respecto a agosto y un 0,7% en el acumulado de los primeros 9 meses en comparación del mismo período del año pasado. No obstante, desde mayo se viene dando una tendencia de menor crecimiento en las diferencias positivas.

En este sentido, el Director Ejecutivo del OCLA, Jorge Giraudo, indicó que hasta la fecha “la producción viene en lo que llamamos un crecimiento decreciente, ya que la tasas interanuales son cada vez más bajas y esto es producto de que está habiendo menor disponibilidad de pastos y reservas como consecuencia de la seca”.

“Hoy estamos viendo un impacto importante, pero lo más preocupante son los efectos a futuro. Las perspectivas climáticas no son nada halagüeñas y la seca seguiría a pesar de que ha llovido en estos días un poco en la cuenca central. El problema es que se consumen todas las reservas y se pierde la siembra de maíz de primera, por lo cual va a haber mucha menor disponibilidad de volumen del cereal”, insumo crítico para la actividad.

“Para la lechería el mercado interno muestra cierta retracción en el consumo” (Jorge Giraudo)

Además, Giraudo subrayó que esto se da en un contexto donde el mercado interno muestra “cierta retracción” en el consumo, y los precios internacionales cayeron de USD 4.400 hace cinco meses a USD 3.400 la tonelada en la actualidad. Teniendo en cuenta que una menor oferta de maíz encarecería el precio del mismo, la actividad empieza a ver “un combo peligroso para los próximos meses”.

Así, el especialista proyectó que “a partir de ahora hasta abril, la curva de producción comienza a caer. Entonces, es probable que en enero, febrero y marzo los índices caigan aún más. Hay altísimas probabilidades de que Argentina termine produciendo menos leche que el año pasado. Los cuatro meses que faltan pueden dar tasas negativas y como son los meses de mayor volumen, tienen una mayor incidencia en el total del año”.

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