La histórica sequía que afecta a diversas zonas de la Argentina, pero sobre todo a la zona núcleo de producción, encendió luces de alerta máxima en el Gobierno. Sergio Massa sigue con atención la merma en la cosecha de trigo, que hasta la fecha implica una pérdida de por lo menos USD 3.500 millones, aunque la cifra aumenta día a día. La preocupación no pasa solo por el menor ingreso de divisas hacia fin de año. Además se complica el abastecimiento interno, generando una fuerte presión sobre el precio de la harina y por ende una enorme lista de productos de la canasta básica.
El ministro de Economía ya analiza declarar varias zonas trigueras en estado de emergencia ante la falta de lluvias. El interior de la provincia de Buenos Aires sería una de las zonas más afectadas. Junto a la ayuda financiera que podrían recibir los productores trigueros, también está la intención de asegurar el abastecimiento interno.
Como ya hubo adelanto de exportaciones, algo que le sirve al Gobierno para cobrar retenciones, el panorama es todavía más desafiante. Ya hay contactos entre funcionarios del equipo económico y el sector rural para encontrar una salida.
Massa prepara además una serie de anuncios para incentivar la producción agropecuaria. Tal como lo prometió al lanzar el “dólar soja”, habrá incentivos con préstamos blandos y otras ventajas para los productores de maíz y las economías regionales
La opción en estudio sería postergar embarques al exterior, privilegiando la demanda local. Si bien se trata de un momento histórico para exportar trigo, ante los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, la sequía y la merma de la cosecha vuelven imposible aprovechar esta supuesta ventaja.
Incentivos e inflación
Massa prepara además una serie de anuncios para incentivar la producción agropecuaria. Tal como lo prometió al lanzar el “dólar soja”, habrá incentivos con préstamos blandos y otras ventajas para los productores de maíz y las economías regionales. La inversión del sector público llegaría a los 40.000 millones de pesos y se busca ampliar en medio millón de hectáreas la superficie cultivable.
La inflación es el tema prioritario para Massa. Si bien se registraron dos meses consecutivos de caída, aún se ubica por arriba del 6% mensual. Y no está claro que en octubre se pueda perforar ese piso alto que muestra el índice. Terminar el año por debajo del 100% podría ser uno de los objetivos, pero obviamente sería absurdo festejarlo, considerando que se trata del año con mayor inflación que se registra desde principios de 1990, hace ya más de 30 años.
Esta semana continuarán las negociaciones para alcanzar acuerdos sectores, por ejemplo con los laboratorios por el precio de los medicamentos y con los fabricantes de ropa, que acumuló una suba de 120% en los últimos doce meses. En este último caso se buscaría un congelamiento real de precios hasta fin de año. Aunque hace menos de un mes se hizo un anuncio similar sin efecto alguno.
Pero al mismo tiempo se seguirá en conversaciones para poner en marcha el programa Precios Justos. Massa les aclaró a las empresas que la idea de ponerle un precio a los envases es de él y nada más. Así se preocupó por desmentir que esto pueda tratarse de un “capricho” de Cristina Kirchner, quien días atrás había advertido por la suba de los alimentos y el consiguiente aumento de la indigencia. Su objetivo es que alrededor de 300 productos (de distintos rubros) salgan con su precio en el packaging, algo que las compañías de consumo masivo consideran inviable. Esta semana seguirán las negociaciones.
Acuerdos sectoriales
Mientras tanto, se sigue avanzando con distintos acuerdos sectoriales para empezar a enfriar los precios. “A los que nos ayuden, por ejemplo alcanzando compromisos de aumentar por debajo de la inflación, nosotros también los vamos a ayudar, por ejemplo facilitando el acceso al mercado cambiario para importar insumos”, reconocen en el entorno de Massa. En Economia estiman que para el 15 de noviembre ya estará todo el andamiaje de precios negociado, coincidiendo con el dato de inflación de octubre.
La intención es además mostrar buenos números en materia de control de gasto y baja del déficit fiscal. Esto permitiría al mismo tiempo cumplir con el compromiso de cero emisión monetaria para financiar al Tesoro por parte del Banco Central.
“A los que nos ayuden, por ejemplo alcanzando compromisos de aumentar por debajo de la inflación, nosotros también los vamos a ayudar, por ejemplo facilitando el acceso al mercado cambiario para importar insumos”
El “dólar soja” fue clave para matar no dos, sino tres pájaros de un tiro. Por un lado le permitió al BCRA acumular USD 5.000 millones de reservas y cumplir la meta trimestral con el FMI, cuando parecía imposible. También significó una fuente de recaudación adicional muy significativa vía retenciones, por lo cual se pudo cumplir con la meta fiscal a septiembre. Y el ingreso de divisas resultó fundamental además para mantener la “paz cambiaria”, que estaría más o menos asegurada hasta fin de año.
Pero Massa tiene claro que se trata de una tregua y que podría ser precaria. Por eso, sigue en plenas negociaciones para “blindar” las reservas más allá del Mundial de Qatar y fortalecer adicionalmente al Banco Central para enfrentar el 2023.
Con menos dólares del trigo, el peligro de una campaña agrícola que podría ubicarse USD 10.000 millones por debajo del año pasado y la típica dolarización de portafolios de épocas preelectorales, será imprescindible cerrar otro tipo de acuerdos con organismos, bancos o inversores para evitar un nuevo “stress cambiario” justo antes de las elecciones presidenciales.
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