El milagro de la pista fantasma: la increíble historia del vuelo 514 de la rusa Alrosa Air

Un avión estaba a punto de aterrizar sobre un río cuando de repente apareció algo entre el bosque que fue su salvación

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El Tu-154  fotografiado antes de hecho del milagro
El Tu-154 fotografiado antes de hecho del milagro

Un 7 de septiembre de 2010 tuvo lugar en Rusia una increíble historia de la aviación que, por gracia del destino terminó en milagro en vez de tragedia.

Todo comenzó cerca de las 3 de la mañana de aquel día en el Aeropuerto de Polyarny; el vuelo 514 de Alrosa Air estaba listo para despegar con destino al Aeropuerto Internacional Domodédovo de Moscú. Se trataba de un viaje de 3.890 kilómetros que le llevaría al Túpolev Tu-154 -modelo del avión que participó del hecho- entre 5 y 6 horas de vuelo.

Casi a las tres y media de la mañana el Tu-154 despegó con 81 personas en su interior, 72 pasajeros, 4 comandantes y 5 auxiliares de vuelo, todo funcionaba de forma normal y se preveía llegar a Moscú cerca de las 9 de la mañana.

Pero cuando solo habían transcurrido tres horas y media de vuelo el piloto automático del Tu-154 se desconectó repentinamente.

En pleno vuelo, todos los sistemas eléctricos del avión comenzaron a fallar
En pleno vuelo, todos los sistemas eléctricos del avión comenzaron a fallar

El piloto, Evgeny Novoselov, y su copiloto, Andrei Lamanov, se miraron sorprendidos, no había ningún motivo aparente para que el sistema se desconecte, de todas formas, eso no representa ningún problema, sólo debían volver a conectarlo, pero el autopilot no respondió.

Ahora sí, más alarmados, los comandantes ejecutaron los procedimientos previstos para casos como este, pero nuevamente el sistema falló, y poco a poco todos los sistemas eléctricos del aparato se desconectaron; intentaron enviar una señal de alarma pero la torre de control sólo logró recibir una notificación de que estaban experimentando problemas sin más detalles, las comunicaciones también habían fallado.

Mientras todavía intentaba asimilar lo que estaba sucediendo, el capitán Novoselov recibió otra mala noticia de parte Sergey Talalaev, el ingeniero del vuelo: las bombas eléctricas también habían dejado de funcionar, es decir que en poco tiempo el circuito de combustible se detendría y los motores terminarían por apagarse, en promedio, calcularon que podrían seguir volando 30 minutos más.

Milagrosamente el avión lograría aterrizar sin fatalidades
Milagrosamente el avión lograría aterrizar sin fatalidades

En este más que complicado contexto, los comandantes de la nave no tienen más opción que descender bajo las nubes y buscar un aeropuerto donde aterrizar, pero sabían bien que estaban en una zona donde no había ciudades y donde no había ninguna pista de aterrizaje próxima.

Eso encontraron al atravesar la barrera de nubes, un paisaje dominado por un bosque y un único río que lo atravesaba; ningún descampado y mucho menos una ruta o una autopista donde ensayar una aterrizaje que estaba destinado a ser de alto riesgo.

Las opciones que tenían eran ensayar un acuatizaje en el río o intentar aterrizar en el bosque, la primera opción, muy peligrosa, era menos riesgosa que la segunda.

La tripulación y los pasajeros se prepararon para el impacto en el río, pero de repente, visualizaron algo increíble, una pista de aterrizaje, aparentemente en condiciones, en medio del bosque. “¿Cómo es posible?” se preguntaron en la cabina. La locación no figuraba en ninguna carta aeronáutica y ninguno de los tripulantes tenía conocimiento de la misma.

Había un problema, la pista era demasiado corta para un Tu-154, que necesita unos 2.200 metros para aterrizar en condiciones normales; y además los flaps no funcionaban debido al desperfecto eléctrico. Entonces y en medio de la urgencia, Novoselov ordenó que varios pasajeros vayan hacia la parte delantera del avión, de modo de ayudar a que el aparato frene por aumento de la presión.

Una vez que todo estaba listo para la complicada maniobra en la pista que -se sabría después- contaba solo con 1.325 metros, los comandantes intentaron un primer descenso pero debieron abortarlo. porque ingresar cerca de la mitad de la pista hubiera significado una colisión catastrófica.

Gracias a la valerosa maniobra tanto el piloto como el copiloto fueron condecorados como héroes
Gracias a la valerosa maniobra tanto el piloto como el copiloto fueron condecorados como héroes

Al intentarlo nuevamente, se produjo un segundo go-around, maniobra que significa exactamente eso, intentar un aterrizaje y abortarlo, por no darse condiciones mínimas de seguridad. Era una maniobra muy complicada ya que se trataba de una pista corta, en una zona desconocida, con el peligro de que haya otros aviones en la proximidad. Pero los motores estaban a punto de apagarse.

En el tercer intento, el avión se posicionó y Novoselov comenzó a descender: 300 metros, 200, 100, 50, Cero. El contacto se produjo a una velocidad superior a la recomendada, pero era la única opción. El aparato rodó hasta final de la pista, colisionó con varios árboles y se detuvo luego de recorrer 160 metros de bosque.

Afortunadamente para las 81 personas que viajaban a bordo del Tu-154, los motores no se incendiaron y más allá de algunas lastimaduras leves, todos salieron ilesos y con vida.

El avión frenó luego de impactar algunos árboles y vegetación
El avión frenó luego de impactar algunos árboles y vegetación

¿Qué había ocurrido en el avión y qué era esa pista milagrosa?

La investigación técnica reveló que el problema eléctrico se debió a una “fuga térmica” que provocó el sobrecalentamiento de las baterías que dan corriente a los sistemas del avión.

En lo que respecta a la pista de aterrizaje del milagro, se le debe adjudicar su cuidado a Sergei Sotnikov, quien había sido durante años director de un aeropuerto en Izhma, una pequeña localidad rusa del norte de la República de Komi.

Si bien esta terminal estaba cerrada hace años, Sotnikov la seguía manteniendo pese a que nadie le pagaba ni lo obligaba a hacerlo. Su carácter y el amor que tenía por el lugar hicieron se ocupase de mantener la pista en perfectas condiciones, aunque ningún avión aterrizaba allí desde hacía varios años.

Tras el hecho, tanto el piloto Novoselov como el copiloto Lamanov fueron condecorados como “Héroes de la Federación Rusa”, mientras que el resto de la tripulación recibió la “Orden al Valor de Rusia”.

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